“La salud mental es una nueva crisis que ya se venía gestando”: secretario de Salud
Con la reapertura completa se sugiere continuar algunas de las medidas en salud que se implementaron en la pandemia, mientras que en salud pública la prioridad serán las enfermedades crónicas y todos los frentes de salud mental.
Mónica Rivera Rueda
Aunque varias de las restricciones que se implementaron con la llegada del covid-19 se han ido eliminando, por la disminución de casos y el avance en la vacunación, nuevos retos aparecen para 2022. Según Alejandro Gómez, secretario de Salud, se mantendrán medidas como la gestión y la distribución de las unidades de cuidados intensivos (UCI) a través el Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (CRUE), así como los puntos móviles de pruebas PCR en la ciudad.
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Aunque varias de las restricciones que se implementaron con la llegada del covid-19 se han ido eliminando, por la disminución de casos y el avance en la vacunación, nuevos retos aparecen para 2022. Según Alejandro Gómez, secretario de Salud, se mantendrán medidas como la gestión y la distribución de las unidades de cuidados intensivos (UCI) a través el Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (CRUE), así como los puntos móviles de pruebas PCR en la ciudad.
Con respecto a las nuevas prioridades, resalta la de atender los problemas de salud mental, enfermedades crónicas desatendidas en la pandemia e indicadores de salud pública. Sobre el uso del tapabocas, dice que no se tiene claro cuándo se dejaría de exigir.
De las medidas implementadas en la pandemia, ¿cuáles se mantendrán?
Bogotá hizo un ejercicio de coordinación inédito. Logramos que las entidades responsables de planes de beneficio, como las EPS, trabajaran conjuntamente en la gestión de las UCI a través del CRUE, lo que se ha mantenido. Es un acierto que tanto aseguradores como prestadores dicen podríamos continuar, soportado en el respeto y la transparencia de la información.
¿Qué harán con los equipos de las UCI?
Durante la mayor expansión tuvimos casi 2.700 UCI en Bogotá. Hoy tenemos 1.740, es decir, hemos cerrado casi mil. El talento humano en salud se ha ido reubicando en otros servicios que en los picos estuvieron cerrados.
¿Los privados entregarán los equipos que se les asignaron en la pandemia?
Recibieron principalmente ventiladores, bombas de infusión, cánulas de alto flujo y otros implementos. La voluntad de la Secretaría es entregárselos definitivamente. Hoy están bajo comodato, pero no tiene lógica recogerlos y almacenarlos cuando, en últimas, solo sirven en manos de ellos. Buscamos una forma jurídica, tranquila y pacífica, para que la propiedad pase a los prestadores que lo recibieron.
¿Se replanteará alguna de las estrategias para atender el covid-19?
A diario tenemos que imaginar nuevas fórmulas para llegarle a la comunidad. El testeo en los barrios, en las plazas y en vía pública han cumplido un papel clave, pero también los estamos implementando en las zonas de conglomeración como fábricas, colegios e instituciones de salud donde se pueda establecer la sospecha de un brote. Creo que vamos a seguir con esa capacidad de testeo, porque nos ha dado buen resultado. Frente al cerco epidemiológico, tenemos que mantenerlo y hacerlo más estricto. Hoy por hoy todas las personas con síntomas respiratorios deberían recibir su prueba de PCR antes de 24 horas, el resultado antes de 24 horas y guardar el confinamiento en casa. Nuestros grupos de DAR (Detecto, Aislo y Reporto) seguirán activos en cada una de nuestras subredes, pero también los que están en las EPS.
¿Hacen seguimiento a las variantes?
Sí, seguimos haciendo secuenciación genómica con capacidad propia de la ciudad, y hemos sido acompañados permanentemente por el INS (Instituto Nacional de Salud). La revisión en noviembre determinó que la variante predominante en Bogotá es la delta, con cerca del 70 % de los casos. Hay una representación ya minoritaria de mu y tenemos un porcentaje marginal de indeterminados que no se logra dilucidar que tipo de variante es. Durante 2022 seguiremos haciendo secuenciación genómica. Estamos pendientes a nuevas variantes como ómicron, pero hoy la ciudad tiene predominancia de delta.
¿Qué ha pasado con el plan para que la ciudad produzca vacunas?
Seguimos en ese propósito, pero es una situación que evoluciona mucho más lento de lo que hubiéramos creído. Hoy las grandes casas productoras de vacunas están sobrevendidas, con producción ya comprometida, entonces lo hacemos de manera tranquila, mirando las alternativas reales y solo en el momento en que haya decisiones al respecto lo notificaremos.
¿Cree que la vacuna contra el covid-19 entrará al Plan Nacional de Vacunación como refuerzo?
No me cabe duda. El covid-19 pasará de ser una enfermedad epidémica a ser una enfermedad endémica. Esto significa que probablemente tengamos que estar haciendo revacunación de buena parte de la población cada cierto tiempo. Es un fenómeno similar que tenemos con la vacuna contra la influenza, de modo que estoy seguro que a futuro, probablemente sea algo que se comience a discutir el año entrante para incluir este tipo de biológico dentro el plan ampliado de inmunizaciones.
¿Cuántos contagiados graves están vacunados?
Estamos teniendo personas graves vacunadas, pero no son más allá del 15 al 20 %. Es indudable que el mayor beneficio de la vacuna es la prevención de los casos más complejos, sin embargo, las personas con comorbilidades o con una edad por encima de lo 70 años siguen siendo personas de riesgo, aun cuando es muchisísimo menor tenemos casos de este estilo, aunque cada vez son menos.
¿Les siguen preocupando los no vacunados entre los 50 y 20 años?
Sí, es la población adulta joven y la que más interrelación social tiene entre ellas, por lo que deberían tener los mejores niveles de vacunación, pero todavía no es así. Nos falta un esfuerzo adicional de primeras dosis, de las que nos faltan más o menos de unas 500.000 personas. Quienes iniciaron su esquema con cualquiera de las dosis disponibles en Bogotá, las estamos esperando para complementarlos. Recuerden que la promesa de protección de la vacuna se soporta en las dosis completas y no solo en las primeras.
¿Se proyecta un cuarto pico?
Lo hemos estado esperando desde octubre. Ahora en diciembre hemos visto subir los números de positivos, pero no lo han hecho los pacientes hospitalizados, ni por fortuna los que mueren por Covid. Un cuarto pico y la gravedad del mismo depende de nuestros niveles de vacunación de modo que podemos perfectamente prevenirlo o lograr que sea de pacientes asintomaticos.
¿Cuáles son hoy las preocupaciones en salud pública?
Todas las otras enfermedades que por desgracia no pudimos atender por el covid-19. La salud mental es una nueva crisis que ya se venía gestando antes, pero que se agravó con el confinamiento. También tenemos que trabajar muy fuerte en salud materno-infantil, enfermedades crónicas no transmisibles e incluso en las secuelas del covid-19 como problemas respiratorios, cardíacos, renales y diabetes. Haremos énfasis a la nutrición infantil y a todos los indicadores de salud pública que se pudieron deteriorar en pandemia en muchas ciudades del mundo.
¿Ya tienen un plan de atención en salud mental?
Estamos en ese proceso, tanto desde el campo del diagnóstico para tener una mirada más clara, no solo en depresión y ansiedad, sino también en consumo problemático de sustancias psicoactivas, incrementando la capacidad instalada de respuesta en salud mental en la red hospitalaria. La red pública está haciendo un esfuerzo muy importante en la clínica Fray Bartolomé, el hospital de La Victoria y nuestra clínica de Floralia, donde aumentaron la capacidad de respuesta hospitalaria y atención de urgencia. El modelo de atención mental comunitario irá de la mano de nuestro proyecto “Salud a mi barrio”. La salud mental será un tema de la mayor importancia para la salud Bogotá.
¿Cómo están manejando esto con el personal de la salud?
En medio de los picos de la pandemia montamos un programa de atención prehospitalaria en salud mental. Unidades móviles que asistían a los lugares en los que teníamos la problemática y destinamos parte de estos vehículos para atender personal de salud, por el nivel de estrés y angustia en el manejo de la pandemia. Aprendimos a convivir con la frustración y con la muerte, más allá de los límites a los que estábamos acostumbrados, de modo que tenemos que garantizar mejores condiciones laborales y de salud mental para el personal de salud, y en eso venimos trabajando.
¿Cuándo se podría dejar de usar el tapabocas?
Todavía no tenemos ese cálculo. Queremos ser más conservadores que atrevidos. Estamos algo agotados del uso del tapabocas, pero también sé que se ha convertido en parte de nuestra vida en la pospandemia. En la medida en que continuemos utilizando las medidas de bioseguridad, podremos tener más moderados los picos de esta que debe ser una enfermedad, como todas las respiratorias, que curse con diferentes elevaciones a lo largo de los años. Por lo pronto lo seguimos utilizando y tendremos que evaluar su utilidad a futuro.