La tragedia de Cucunubá revive la angustia de ser minero
Continúa la búsqueda de cuatro mineros tras la explosión de tres minas de la vereda Pueblo Viejo que ha dejado, por el momento, tres muertos. Trabajadores de la zona denuncian que en los últimos seis años ya se han registrado alrededor de tres hechos similares.
Sara Caicedo
Fernan Fortich
Hace un mes Cundinamarca atravesó una de las tragedias que, sin duda, marcó al departamento: la explosión de cinco minas en Sutatausa, por la acumulación de gas metano y polvo de carbón, que provocó la muerte de 21 mineros. Este 20 de abril los ciudadanos amanecieron con una noticia similar: otra explosión, pero esta vez en el municipio de Cucunubá, la cual deja hasta el momento tres mineros sin vida.
Lea también: Tragedia en Sutatausa pone en la mira la actividad minera en Cundinamarca
¿Qué pasó?
Eran las 12:10 de la madrugada, del jueves 20 de abril, cuando José Ignacio Villamil, guardia de seguridad en la zona rural de Cucunubá, escuchó un fuerte ruido que lo dejó expectante. El estruendo provenía de la vereda Pueblo Viejo y lo provocó una explosión en tres minas de carbón que estaban interconectadas: El Roble, Cóndor y El Manto, en las que quedaron 11 trabajadores atrapados.
Desde ese instante se emitió una alerta a los equipos de emergencia y rescate. Al lugar llegaron los bomberos de Ubaté, personal de salvamento minero, del Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (CRUE) y ambulancias, y se activó la red de centros hospitalarios cercanos.
Lo primero fue ventilar las minas, para disipar un poco la gran carga de monóxido de carbono, gas metano y polvo de carbón (mezcla que causa las explosiones) para que las unidades de rescate pudieran ingresar de manera segura a los socavones.
Alrededor de las 6:00 a.m. el capitán de Bomberos de Cundinamarca, Álvaro Farfán, informó sobre el rescate de cuatro mineros, a quienes encontraron a 800 metros de profundidad y fueron trasladados al hospital de Ubaté. Horas después, el gobernador de Cundinamarca, Nicolás García, entregó la lamentable noticia: el hallazgo de tres mineros sin vida. A lo largo de la tarde continuaron con la labor de rescate de los otros cuatro, que al cierre de esta nota seguían desaparecidos.
Al sitio también llegó la Agencia Nacional de Minería (ANM), entidad que confirmó que estas minas contaban con auto de cierre y suspensión por problemas de seguridad. Incluso, el director de la entidad, Álvaro Pardo, contó que justo el miércoles, en la misma zona, se había registrado la muerte de un minero, atropellado por una góndola. Le indignó que después del levantamiento del cuerpo retomaron con normalidad las actividades.
Con la muerte de estos cuatro mineros (tres en la explosión y uno atropellado), sumados a los 21 fallecidos en la tragedia de Sutatausa, la cifra de víctimas fatales en las labores de minería en Cundinamarca, durante los primeros cuatro meses de este año, se superaron las cifras de 2021 y 2022.
Podría interesarle: Minería en Bogotá: define el costo de la vivienda y la calidad del aire
Una comunidad dedicada a la minería
Según los habitantes de la vereda Pueblo Viejo, zona en la que se presentó la explosión, trabajan alrededor 1.300 personas y, así como es común ver a diario camiones cargados de “oro negro”, también lo es ver los rostros ennegrecidos de cientos de vecinos de la zona, donde la minería es su principal fuente de trabajo, como lo señala la comunidad de Cucunubá.
Según sus habitantes, en los últimos seis años se han presentado tres accidentes similares en estas minas, a las que este jueves, desde temprano, llegaron los familiares de los trabajadores atrapados, para esperar noticias de sus seres queridos.
La escena que se vivió durante la jornada de rescate, reflejaba una extraña indiferencia: a pesar del llanto y la angustia, en medio ambulancias y carros del CTI, seguían pasando camiones cargados con toneladas de carbón que, que continuaron labores con normalidad, a pesar de la tragedia.
Freddy Castañeda, hermano de Jonathan Castañeda, de 25 años, uno de los primeros mineros que encontraron sin vida, contó que su familia no llevaba más de un año dedicada a la minería en el sector. En ese tiempo, la empresa a cargo de este título minero omitió las alertas tempranas.
“Se encontraba operando de manera irregular y ningún funcionario de la multinacional se ha contactado con las autoridades”, contó Castañeda. “Acá nos conocemos entre todos y a veces salíamos y molestábamos. Realmente duele la perdida de nuestros compañeros”, señaló Carlos Flórez, minero de la zona desde hace 20 años.
José Ignacio Villamil, el guardia de seguridad que presencio el hecho, contó que en este punto ya se habían presentado situaciones similares, “pero hoy ya son muchos compañeros y amistades fallecieron por este hecho. Eso ya enciende el pánico en la comunidad de entrar a una mina. Ya todo representa un riesgo, el gas, las inundaciones y los derrumbes”.
Lea también: Comerciantes proponen el uso de armas para protegerse de la inseguridad en Bogotá
Sin embargo, el miedo no parece una opción, y menos en una zona donde, dicen, algunos pueden llegar a ganar hasta $3 millones quincenales, dependiendo del riesgo y el esfuerzo. “Aquí se trabaja por contrato y se gana bien, pero ¿a qué riesgo?”, compartió uno de ellos.
Y es que, en esta zona, en la que los trabajadores van de mina a mina buscando en cuál pagan más, parece que tener mejores condiciones de seguridad implica menores ganancias. En una mina, con todos los permisos y papeles al día, pueden pagar $8.000 por el picado de carbón. En otras, ofrecen hasta $40.000 por el mismo trabajo. La diferencia y las razones son evidentes.
El minero José Isidro Gómez, cuenta que en los socavones hay que trabajar con ventilador, pues “pueden llegar a tener hasta 1.000 metros de profundidad. Entré más hondas, hay que tener más cuidado, incluso hasta con las cuerdas de la energía, que en ocasiones se cruzan, empiezan a calentarse y a generar chispas”.
Por eso, no aceptan que en cada tragedia les echen la culpa a las fallas humanas. “Nunca asumen la responsabilidad. El pasado lunes, algunos compañeros dijeron estar preocupados por las condiciones de las minas, sobre todo, por las concentraciones de gas, pero los dueños hicieron caso omiso a la situación”, dice otro minero.
A pesar de esto, muchos dicen no hay nada qué hacer frente a la situación, se sienten sometidos. “En esta zona la única oportunidad de empleo es la minería. No hay agricultura ni otra opción para salir adelante, por lo que toca jugarse la vida”, pues en Cucunubá, dicen, que sin estas minas varios de ellos “morirían de hambre. Por eso, el hecho de pensar en el cierre también se convierte en otra gran preocupación”.
¿Qué dicen las autoridades?
En medio de las reflexiones de los trabajadores, siguieron las labores de búsqueda de cuatro mineros, que al cierre de esta edición seguían desaparecidos. Según la Unidad de Gestión de Riesgo de Desastres (UGRD), el personal del salvamento minero de la ANM ha tenido varías dificultades por las condiciones de las minas.
Podría interesarle: Lo que viene para la movilidad en cable aéreo en Bogotá
“En los socavones permanece la emisión de gases. Además, la distancia y la profundidad es de más de 900 metros, lo que ha dificultado hallar los últimos cuatro mineros”, contó una vocera de la entidad frente al proceso de rescate.
Afuera, se mantiene el acompañamiento a las familias y a las víctimas, labor que adelantan varios organismos como la Cruz Roja, que lleva a cabo la tención médica y psicosocial de estas personas.
Frente a las denuncias de la comunidad minera, por las malas condiciones que se habían denunciado, la vocera de la UGRD recalcó que “la seguridad de los trabajadores depende 100 % de los dueños de las minas, en cumplimiento de toda la reglamentación que tiene la Agencia Nacional Minera”. La pregunta es ¿quién las debe hacer cumplir?
Sobre las seis de la tarde de este 20 de abril, el capitán de bomberos de Cundinamarca anunció que continuarán la búsqueda de las víctimas que faltan. Sus familiares y amigos aún conservan la esperanza de verlos con vida.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.
Hace un mes Cundinamarca atravesó una de las tragedias que, sin duda, marcó al departamento: la explosión de cinco minas en Sutatausa, por la acumulación de gas metano y polvo de carbón, que provocó la muerte de 21 mineros. Este 20 de abril los ciudadanos amanecieron con una noticia similar: otra explosión, pero esta vez en el municipio de Cucunubá, la cual deja hasta el momento tres mineros sin vida.
Lea también: Tragedia en Sutatausa pone en la mira la actividad minera en Cundinamarca
¿Qué pasó?
Eran las 12:10 de la madrugada, del jueves 20 de abril, cuando José Ignacio Villamil, guardia de seguridad en la zona rural de Cucunubá, escuchó un fuerte ruido que lo dejó expectante. El estruendo provenía de la vereda Pueblo Viejo y lo provocó una explosión en tres minas de carbón que estaban interconectadas: El Roble, Cóndor y El Manto, en las que quedaron 11 trabajadores atrapados.
Desde ese instante se emitió una alerta a los equipos de emergencia y rescate. Al lugar llegaron los bomberos de Ubaté, personal de salvamento minero, del Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (CRUE) y ambulancias, y se activó la red de centros hospitalarios cercanos.
Lo primero fue ventilar las minas, para disipar un poco la gran carga de monóxido de carbono, gas metano y polvo de carbón (mezcla que causa las explosiones) para que las unidades de rescate pudieran ingresar de manera segura a los socavones.
Alrededor de las 6:00 a.m. el capitán de Bomberos de Cundinamarca, Álvaro Farfán, informó sobre el rescate de cuatro mineros, a quienes encontraron a 800 metros de profundidad y fueron trasladados al hospital de Ubaté. Horas después, el gobernador de Cundinamarca, Nicolás García, entregó la lamentable noticia: el hallazgo de tres mineros sin vida. A lo largo de la tarde continuaron con la labor de rescate de los otros cuatro, que al cierre de esta nota seguían desaparecidos.
Al sitio también llegó la Agencia Nacional de Minería (ANM), entidad que confirmó que estas minas contaban con auto de cierre y suspensión por problemas de seguridad. Incluso, el director de la entidad, Álvaro Pardo, contó que justo el miércoles, en la misma zona, se había registrado la muerte de un minero, atropellado por una góndola. Le indignó que después del levantamiento del cuerpo retomaron con normalidad las actividades.
Con la muerte de estos cuatro mineros (tres en la explosión y uno atropellado), sumados a los 21 fallecidos en la tragedia de Sutatausa, la cifra de víctimas fatales en las labores de minería en Cundinamarca, durante los primeros cuatro meses de este año, se superaron las cifras de 2021 y 2022.
Podría interesarle: Minería en Bogotá: define el costo de la vivienda y la calidad del aire
Una comunidad dedicada a la minería
Según los habitantes de la vereda Pueblo Viejo, zona en la que se presentó la explosión, trabajan alrededor 1.300 personas y, así como es común ver a diario camiones cargados de “oro negro”, también lo es ver los rostros ennegrecidos de cientos de vecinos de la zona, donde la minería es su principal fuente de trabajo, como lo señala la comunidad de Cucunubá.
Según sus habitantes, en los últimos seis años se han presentado tres accidentes similares en estas minas, a las que este jueves, desde temprano, llegaron los familiares de los trabajadores atrapados, para esperar noticias de sus seres queridos.
La escena que se vivió durante la jornada de rescate, reflejaba una extraña indiferencia: a pesar del llanto y la angustia, en medio ambulancias y carros del CTI, seguían pasando camiones cargados con toneladas de carbón que, que continuaron labores con normalidad, a pesar de la tragedia.
Freddy Castañeda, hermano de Jonathan Castañeda, de 25 años, uno de los primeros mineros que encontraron sin vida, contó que su familia no llevaba más de un año dedicada a la minería en el sector. En ese tiempo, la empresa a cargo de este título minero omitió las alertas tempranas.
“Se encontraba operando de manera irregular y ningún funcionario de la multinacional se ha contactado con las autoridades”, contó Castañeda. “Acá nos conocemos entre todos y a veces salíamos y molestábamos. Realmente duele la perdida de nuestros compañeros”, señaló Carlos Flórez, minero de la zona desde hace 20 años.
José Ignacio Villamil, el guardia de seguridad que presencio el hecho, contó que en este punto ya se habían presentado situaciones similares, “pero hoy ya son muchos compañeros y amistades fallecieron por este hecho. Eso ya enciende el pánico en la comunidad de entrar a una mina. Ya todo representa un riesgo, el gas, las inundaciones y los derrumbes”.
Lea también: Comerciantes proponen el uso de armas para protegerse de la inseguridad en Bogotá
Sin embargo, el miedo no parece una opción, y menos en una zona donde, dicen, algunos pueden llegar a ganar hasta $3 millones quincenales, dependiendo del riesgo y el esfuerzo. “Aquí se trabaja por contrato y se gana bien, pero ¿a qué riesgo?”, compartió uno de ellos.
Y es que, en esta zona, en la que los trabajadores van de mina a mina buscando en cuál pagan más, parece que tener mejores condiciones de seguridad implica menores ganancias. En una mina, con todos los permisos y papeles al día, pueden pagar $8.000 por el picado de carbón. En otras, ofrecen hasta $40.000 por el mismo trabajo. La diferencia y las razones son evidentes.
El minero José Isidro Gómez, cuenta que en los socavones hay que trabajar con ventilador, pues “pueden llegar a tener hasta 1.000 metros de profundidad. Entré más hondas, hay que tener más cuidado, incluso hasta con las cuerdas de la energía, que en ocasiones se cruzan, empiezan a calentarse y a generar chispas”.
Por eso, no aceptan que en cada tragedia les echen la culpa a las fallas humanas. “Nunca asumen la responsabilidad. El pasado lunes, algunos compañeros dijeron estar preocupados por las condiciones de las minas, sobre todo, por las concentraciones de gas, pero los dueños hicieron caso omiso a la situación”, dice otro minero.
A pesar de esto, muchos dicen no hay nada qué hacer frente a la situación, se sienten sometidos. “En esta zona la única oportunidad de empleo es la minería. No hay agricultura ni otra opción para salir adelante, por lo que toca jugarse la vida”, pues en Cucunubá, dicen, que sin estas minas varios de ellos “morirían de hambre. Por eso, el hecho de pensar en el cierre también se convierte en otra gran preocupación”.
¿Qué dicen las autoridades?
En medio de las reflexiones de los trabajadores, siguieron las labores de búsqueda de cuatro mineros, que al cierre de esta edición seguían desaparecidos. Según la Unidad de Gestión de Riesgo de Desastres (UGRD), el personal del salvamento minero de la ANM ha tenido varías dificultades por las condiciones de las minas.
Podría interesarle: Lo que viene para la movilidad en cable aéreo en Bogotá
“En los socavones permanece la emisión de gases. Además, la distancia y la profundidad es de más de 900 metros, lo que ha dificultado hallar los últimos cuatro mineros”, contó una vocera de la entidad frente al proceso de rescate.
Afuera, se mantiene el acompañamiento a las familias y a las víctimas, labor que adelantan varios organismos como la Cruz Roja, que lleva a cabo la tención médica y psicosocial de estas personas.
Frente a las denuncias de la comunidad minera, por las malas condiciones que se habían denunciado, la vocera de la UGRD recalcó que “la seguridad de los trabajadores depende 100 % de los dueños de las minas, en cumplimiento de toda la reglamentación que tiene la Agencia Nacional Minera”. La pregunta es ¿quién las debe hacer cumplir?
Sobre las seis de la tarde de este 20 de abril, el capitán de bomberos de Cundinamarca anunció que continuarán la búsqueda de las víctimas que faltan. Sus familiares y amigos aún conservan la esperanza de verlos con vida.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.