La travesía del bogotano que da la vuelta al mundo en moto y ya recorrió 44 países
Daniel Cabrera lleva seis años recorriendo el mundo en motocicleta, atravesando conflictos sociales y una pandemia. Es el primero en llegar en moto con placa colombiana a la India por el sudeste asiático. Quedó atascado en Myanmar, donde se enamoró, y ahora vuelve a Bogotá a preparar la última rodada, con la que dará por terminada su hazaña.
Juan Camilo Parra
Daniel Cabrera no volvía a Bogotá desde que se rompió una muñeca en Argentina, en su segundo intento de completar la vuelta al mundo en moto, a finales de 2023. Ocho meses después del suceso, que lo obligó a manejar 1.500 kilómetros herido, llega a la capital colombiana que lo vio crecer, para ultimar los detalles del que será su último viaje de la vuelta.
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Daniel Cabrera no volvía a Bogotá desde que se rompió una muñeca en Argentina, en su segundo intento de completar la vuelta al mundo en moto, a finales de 2023. Ocho meses después del suceso, que lo obligó a manejar 1.500 kilómetros herido, llega a la capital colombiana que lo vio crecer, para ultimar los detalles del que será su último viaje de la vuelta.
Planea completar la tarea que emprendió hace seis años por la cual dejó una vida acomodada; la aventura que a estas alturas ya le dejó el logro de ser el único colombiano, del que se tenga registro, en conducir una moto con matrícula colombiana en el sudeste asiático y en el continente africano.
Su motocicleta blanca, a la que llama ‘Mozza’, por el queso mozzarella, está en Barcelona esperando a que Cabrera retome allí el viaje hacia Medio Oriente. A todas sus motos les pone nombre de comida. Esta es la quinta moto que lo acompaña en su travesía y con la que espera terminarla. Ya cruzó Centro América, Norte América, Latinoamérica, África y el Sudeste Asiático, pasando por 44 países.
Volver nuevamente a Bogotá para recargarse, le recuerda todo lo que ganó y perdió para llegar a este punto del viaje. Daniel lleva estos seis años documentando, como un nómada digital, los detalles de su viaje a través de su canal de YouTube con el cual financia parte del viaje. Cuenta que sus seguidores lo han apoyado financiando otra gran parte de la travesía, y que es mucho más feliz a pesar de que sus ingresos son cerca de una tercera parte de lo que ganaba a los 27 años cuando decidió dejar todo por lo que él llama, “el sueño de dar la vuelta al mundo en moto”.
Utopía/realidad
Hoy Daniel tiene 34 años. Antes de salir a rodar vivía cómodamente en Usaquén, era un joven asalariado, profesional en mercadeo y publicidad del Politécnico Gran Colombiano. Reconoce que desde los 15 años maneja moto y tuvo el sueño de dar la vuelta al mundo en una. Dice que “estaba gordo y quedándome calvo cuando tuve una epifanía”. Sucedió un día en que la moto se le cayó en el garaje de la casa y, al levantarla, sufrió una lumbalgia mecánica por hacer mala fuerza, acción que lo dejó dos semanas sin poder moverse bien y que lo motivó a cambiar su vida completamente. “Lo cierto es que sentía la necesidad de abrir mi mente y obligarme a hacer esto, me dirigí a llevar la utopía a la realidad”. Pasó la carta de renuncia. Volvió a la casa de su mamá.
“Socialmente, fue duro, todos estaban creciendo y yo estaba volviendo a casa con mi mamá. Yo renuncio a todo para dar la vuelta al mundo, todos me dicen que me voy de mochilero, ya estaba empecinado y nada me iba a detener. Vendí todo, lo divulgué para que hubiera mayor presión social, me despedí de mi novia y arranqué”. Se despidió con una idea: “que regresar sea más difícil que avanzar”.
Salió de la autopista norte con calle 134 el sábado 2 de febrero de 2019, en una moto roja que llamó ‘pepperoni’, con poco más de 3.000 dólares que le duraron hasta que llegó al Golfo de Yucatán en México. Lo despidieron sus allegados y unos colombianos que hicieron una vuelta al mundo en carro antes que él y quienes lo acompañaron hasta La Vega. De ahí para adelante se convirtió en un nómada.
El primer objetivo fue atravesar Centroamérica hasta Estados Unidos y subir a Canadá. Primero paró en Medellín, luego se aventuró al Golfo de Urabá, donde tuvo su primera prueba: llegar a Turbo para montar la moto de 300 kilos a una lancha por el mar Caribe hacia la región donde residen los indígenas Guna Yala en Panamá. Para entonces ya pensaba que todo era una locura. Estar en la zona del Darién dos semanas esperando el trámite de la moto fue otro sacudón de realidad: “es un choque agresivo que yo quería. El tapón del Darién es bravo, hay mafia, guerrilla, inmigrantes, animales peligrosos, milicia. Te toca sobornar, saber con y dónde moverse”.
Con el tiempo se ha dado cuenta lo “pesado” que salió de Bogotá a ese primer tramo rumbo a lo desconocido. Pese a los conocimientos en mecánica básica y experiencia conduciendo motos, el viajero no escatimó en equipaje y montó lo que le cupo: ropa, una carpa enorme, utensilios, casi una “casa” sobre dos ruedas. “Aprendes a estar obligado a llevar lo imprescindible y dejar a un lado los accesorios”. Por Nicaragua pensó “me sobreactué”. En México devolvió la mitad de sus cosas.
Al contrario de las millones de personas que intentan cruzar la frontera de México arriesgando sus vidas, muchos perdiéndola, Cabrera no tuvo mayor problema cuando pasó a Estados Unidos por una frontera llamada ‘Colombia’, ubicada a 10 kilómetros de Laredo, uno de los cruces fronterizos más peligrosos de ese país. El problema es que ya no tenía ahorros, los costos hasta el momento habían sido imprevistos como lo serían los de los siguientes seis años.
“Me propuse convertirme en nómada digital y generar ingresos por mi cuenta, sabía que era posible. Mientras tanto, llegaba a lugares a hacer intercambios de trabajo en restaurantes y ellos me dan una comida y hospedaje, en otras ocasiones, les grababa videos con mi cámara por dinero”, cuenta.
Con el reconocimiento que fue ganando en YouTube, terminó siendo contratado para dictar charlas en México, en las que montaba la moto en escenarios, daba monólogos inspiradores y con unos dólares más en los bolsillos, podía seguir de ciudad en ciudad.
“Estados Unidos fue un choque porque apenas llegué se disparó el dólar y lo que llevaba valía la mitad que antes”. Dos comidas baratas al día y la mayoría de días acampaba en el camino. El calor era tan extenuante que rodaba en las noches. Luego de dos meses llegó, a las 3 de la mañana, a Nueva York.
Recorrió en total 35 estados en América del norte; en Washington, la embajada lo felicitó por llegar hasta allí en moto, recargó dinero con más charlas en Florida, en donde muchos colombianos le ofrecieron comidas y estadías. En Los Angeles acabó la zona norte del continente. A Canadá no pudo pasar porque le negaron la visa por no poder demostrar solvencia económica, y luego montó la moto en un contenedor y envió a ´pepperoni ́ hacia Camboya separándose de ella tres meses.
¿Matrícula colombiana?
Como el viaje de la moto demoraba tres meses, dedicó un par de semanas a reunir dinero en Los Ángeles. Con eso voló a Vietnam. “Este y otros países no permiten el ingreso de vehículos extranjeros, así que visité las islas como Taiwan, a pie, a donde preferí no llevar la moto en barco, y para cuando llegó la fecha y yo aterricé en Camboya, me empezaron a extorsionar para recibir la moto”.
Cada país tiene su forma de interactuar con vehículos extranjeros. En cada uno de ellos el viajero debe contar con un seguro de terceros y de preferencia ser el propietario del vehículo. No obstante, en cada jurisdicción las normas varían. Según la experiencia de Cabrera, “Suramérica y Centroamérica tienen facilidades. En todos los países fronterizos con Colombia, se puede transitar con el vehículo de matrícula colombiana solo contando con el seguro de terceros. En México y Guatemala tienes que pagar pero curiosamente Estados Unidos no solicita nada”.
“Las personas que no tienen moto pensarán que soy ridículo, pero yo le hablo a la moto. La consiento, la quiero. Yo dependo de que ella me funcione, es como cuando en el pasado los viajeros iban con un caballo y ese era su compañero”, dice sobre las motos que ha tenido y recuerda lo cerca que estuvo de perder a ‘pepperoni’ -la perdería finalmente en Myanmar- y cómo la salvó, de nuevo, a punta de sobornos y giros fortuitos.
Daniel tenía el sueño de cumplir 30 años lo más lejos de Colombia, lo cumplió en Camboya pero a un alto costo, el 26 de diciembre de 2019. Cuando montó la moto en un contenedor hacia Camboya a través de una empresa, esta ya tenía 40.000 kilómetros recorridos. “Aguantó diez mil más hacia la India”. Pero le pedían 1.000 dólares para que le entregaran a ‘pepperoni’ en esa ciudad.
El día de su cumpleaños, ya en Camboya, “me vestí bonito, me comí una pizza, me tomé una cerveza y me devolví al hostal a seguir peleando por la moto”. Fue gracias a un video que se viralizó y llegó a las directivas de la empresa naviera que capturaron al extorsionista y al final, por 20 dólares, logró recuperar la moto roja. Así emprendió camino hacia la India.
En ese viaje, otros rumores le auguraban más obstáculos: al llegar a Tailandia, viajeros y locales le advertían de un virus proveniente de Wuhan (China) y que ya tenía contagios registrados en donde se encontraba Cabrera. Sin pensar en que ese virus provocaría la pandemia más fuerte de los últimos tiempos, recorrió Myanmar. “Tienen la mejor infraestructura que he visto en Asia”.
Ya en el Sudeste Asiático pudo arrancar nuevamente, convirtiéndose en el primer colombiano en rodar una moto de matrícula colombiana en Camboya, Tailandia y Myanmar. “Entendí por qué ninguno lo había hecho: son burocracias muy duras, tienes que tener mucha paciencia y saber a quién entregar ‘donaciones’ para poder pasar cada cruce fronterizo, en ninguno se tenía registro de una placa como la mía, eso provocaba el entusiasmo de las personas que se animaban al verme pasar”.
Un birmano muy colombiano
Arribó a Myanmar, uno de los países más pobres del sudeste asiático, conocido antes como Birmania. En ese país, ningún extranjero puede conducir solo, se debe contratar a un guía, de a 100 dólares por grupo el día. En cinco días, manejando 500 kilómetros diarios, llegó a la frontera con India. Ahí, justo cuando pretendía pasar, en pleno trámite de visa, se enteró de que las fronteras estaban cerradas. Aunque le dijeron que el cierre duraría 15 días, este se prolongó más de tres años y Daniel acabó viviendo un año en Myanmar.
Dice que se volvió Birmano, aunque al inicio no fue nada fácil sobrellevar la realidad de estar solo en un país como aquel, sobreviviendo en un hostal y con la incertidumbre de lo que sucedía en el mundo y en Bogotá con su familia. Además, su sueño de dar la vuelta al mundo parecía improbable. Estos meses los recuerda como meses de decaimiento emocional, encierro, mala comida.
“La diarrea para un viajero es lo más común”, enfatiza, porque después de unos meses encerrado en ese hostal comiendo platos picantes, tuvo la fortuna de conocer a Ángel, un cocinero peruano que lo sacó del suplicio de las cocina sudasiática, cocinandole a cambio del dinero del hostal, que conseguía, dando cursos de video y posicionamiento digital. Cuando finalmente decidió aceptar que se estaba volviendo birmano, conoció a una mujer local cuyo nombre al español traduce la palabra: Tesoro.
“Coyote por amor”
Al inicio, la familia de Tesoro no lo aceptó. “La impresión era: este está tatuado, vive en una moto, no es budista, no le teme a la muerte, es latino, no es para nuestra hija”. Ella se obstinó por él hasta conseguir la aprobación, tanto así que en diciembre del 2020, la pareja, ya consolidada, voló a Bogotá.
El mundo ya llevaba más de 10 meses acostumbrado al COVID. “Solo en Colombia vi que le echaran alcohol en los pies, cosas rarísimas”. Viajaron por el país en una moto llamada ‘sushi’ (por las bombillas) mientras que ‘pepperoni’ seguía en Myanmar. El plan era volver allá y recorrer el resto del mundo, a bordo de ella, cuando mermara la pandemia. Pero el 1 de febrero de 2021, estando la pareja en Colombia, ocurrió un golpe de Estado en el que militares encarcelaron a la presidenta Aung San Suu Ky, y Myanmar colapsó.
Tesoro quedó atrapada y aparte de la incertidumbre, el gobierno militar la incluyó a ella y a Daniel en la lista 505A, de quienes se pronunciaban en contra del nuevo régimen, prohibiéndoles volver al país. “Para mí fue terrible porque yo tenía mi moto (‘pepperoni’) allá, pero ella lo estaba perdiendo todo estando en Colombia. Pensé, ella me salvó a mí en Myanmar cuando estaba sin nadie, yo le prometí a su familia que la cuidaría y la mejor opción de asilo era en Estados Unidos”.
Daniel está a punto de sacar un libro que quiere titular, ‘Coyote por amor’, ya que cuenta que eso hizo, se convirtió en coyote -personas que tramitan pases terrestres o de cualquier tipo para migrantes en zonas fronterizas a cambio de dinero- para llevar a su novia birmana a norteamérica.
Llegaron en una moto llamada ‘guacamole’ (por lo verde) a la frontera con Estados Unidos a buscar Asilo. Después de sobornos y periplos, Tesoro duró dos meses detenida hasta que pudo entrar al país y esperar el asilo político. La moto se perdió en Myanmar pero la vuelta no estaba perdida. Había mas patrocinadores esperando a que Daniel terminara de darle la vuelta al mundo.
Con su novia a salvo en Nueva York, Cabrera partió el 28 de febrero de 2022, ahora como piloto auspiaciado por Honda y a bordo de ‘Mozzarella’ para terminar la deuda que tenía pendiente consigomismo: recorrer todos los rincones de la tierra.
Segunda y tercera vuelta
Estando en Ecuador Daniel empezó a tener conversaciones difíciles con su novia que escalaron a una decisión: estar con ella o seguir con su vuelta al mundo. En plena ‘tusa’, rodando por Argentina se cayó, rompiéndose la muñeca. Tuvo que conducir 700 kilómetros con la muñeca rota hasta Brasil, donde lo operaron. Luego, manejó otros 600 kilómetros a Sao Paulo para coger un avión hacia Colombia para recuperarse de la lesión.
Antes de volver a salir a Brasil, para seguir el camino hacia África, Tesoro lo llamó a confirmarle que ya le habían dado el asilo político y que estaba por casarse. “Uno vive muchas vidas, con ella fue una pequeña vida y estaba listo para seguir mi vuelta al mundo. Uno no es el destino sino el camino”.
Después de recoger la moto en Brasil, rodó de vuelta a Buenos Aires, allí montó a ‘Mozza’ a un avión rumbo a Ciudad del Cabo, África. Otra matrícula colombiana que aparecía en un continente donde antes nadie registró una y 14 visas que sacar. De ahí, la idea fue subir hacia Europa por el costado este, pasando por países como Uganda, Tanzania, Egipto, zonas de recorridos turísticos donde es más fácil llegar al continente europeo, pero a Daniel le tocó irse por el oeste ya que Sudán del Sur, país fundado en 2011, estaba en guerra y no se permitía entrar.
“Esto formaba un tapón en África. Tuve que irme por Angola, Congo, Nigeria, Camerún, Guinea, Costa de Marfil, Senegal, Mauritania y Marruecos”. Atravesó paisajes memorables con elefantes, culturas increíbles que comían monos y rezaban a dioses de nombres impronunciables y en agosto de 2024, llegó a Europa, completando 44 países.
Tanto trasegar no le ha quitado el entusiasmo a Cabrera y está empecinado en cumplir la hazaña de completar la vuelta al mundo. Cree que le tomará al menos dos años cruzar de España a Asia para luego volar a Alaska y bajar nuevamente a su país. Después de muchos tumbos y travesías, el propio Daniel ya comenzó a reconocer algo impensado: “Ya quiero algo más sedentario. Ya después no se siente lo mismo después del quinto mes viajando, se conocen los mismos problemas, las mismas historias de guerras pero con diferente religión. Está bien cumplir el sueño pero no sobreactuarse”, añade riéndose, poco antes de abordar el vuelo hacia Bogotá, a donde arriba este jueves 12 de septiembre, para seguir edificando lo que le falta para su increíble vuelta al mundo en moto colombiana.
Estos son los paises que ha recorrido Daniel en moto:
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