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Las cifras son alentadoras para Bogotá. La positividad en las pruebas COVID-19 está sobre 1,6 % (similar a la de los primeros días de pandemia) y la ocupación en las unidades de cuidados intensivos (UCI) está en 60 %, aun cuando se cerraron casi mil camas que fueron habilitadas en el peor momento de la emergencia. Lo más esperanzador ha sido la cifra de muertes, pues el promedio diario permanece debajo de diez casos desde hace dos meses e, incluso, en las últimas semanas hubo dos días sin decesos por COVID-19.
Estos factores han sido determinantes a la hora de eliminar restricciones en la ciudad y han sido el principal argumento para que la Alcaldía comience la reapertura total. “Será un proceso gradual. Anunciamos la reapertura total y definitiva”, dijo la alcaldesa Claudia López la semana pasada, antes de anunciar que esta nueva fase comenzaría el primero de este mes. Pero ¿en qué consiste?
La idea es retomar todas las actividades al 100 %; es decir, permitir el máximo de aforos en todos los espacios de la ciudad, conservando las medidas básicas de autocuidado (como el uso del tapabocas y el frecuente lavado de manos), pero reduciendo el distanciamiento social. Todo, teniendo en cuenta que tanto los indicadores de contagiados como la ocupación de los servicios médicos se mantienen bajos, mientras que en vacunación el 65,7 % de la población útil inmunizada ya tiene el esquema completo y el 82,2 % tiene por lo menos la primera dosis.
Según el secretario de Salud, Alejandro Gómez, la meta es que al finalizar el año se alcance el 80 % de esta población con el esquema completo (seis millones de personas mayores de doce años), para así continuar con el relajamiento de las medidas que complementen la reducción del distanciamiento.
Y es que esta semana el plan se puso en marcha con la autorización del aforo completo en las empresas, siempre y cuando sus empleados tengan el esquema completo de vacunación, que deben validar portando el carné. La segunda fase comenzará el 16 de noviembre, con la habilitación del 100 % del aforo, tanto en eventos públicos y privados como en el comercio en general. Es decir, bares, teatros, cines y centros comerciales, eventos deportivos y culturales, bajo la misma condición de portar el carné.
Al respecto, Juan Esteban Orrego, director de Fenalco Bogotá Cundinamarca, opina que poner como condición portar el carné es un incentivo, para que quienes no se hayan vacunado lo hagan y quienes lo hayan hecho fuera del país se registren. “También es un llamado para que aquellos que no se quieren vacunar se abstengan de ir a eventos masivos. Esa es la regla y debemos cumplirla, pues la pandemia no se ha acabado y debemos ser responsables”.
Algo similar piensa Asobares, gremio de los establecimientos nocturnos, que esta semana acordó con el Gobierno Nacional tener quince días pedagógicos en la implementación y que no los responsabilicen de verificar el carné de vacunación. “No es responsabilidad de los empresarios la verificación de dicho documento o su equivalente digital. Confiamos en los aplicativos, controles, medios físicos que el Gobierno y las autoridades sanitarias hayan dispuesto, al igual que en la buena fe de los ciudadanos que asistan a estos sitios”.
La opinión del secretario de Salud va por la misma vía, quien ha señalado que el porte del carné de vacunación tendrá un control similar al del uso del tapabocas; es decir, que terminará siendo una corresponsabilidad de los ciudadanos.
No obstante, aunque muchos aplaudan la medida de exigir el carné de vacunación, para otros esa no es una medida efectiva. Así lo considera el médico salubrista Luis Jorge Hernández, de la Universidad de los Andes, quien considera que medidas como esta dan una falsa sensación de seguridad.
“Pedir el carné no sirve, porque a quienes van a poner a hacer eso es a los señores de seguridad y ahí es donde vamos a ver aglomeraciones. En el mismo Estados Unidos no lo están haciendo y, en cambio, están optando por medidas pedagógicas, como el de entrar a un lugar cerrado solo si lleva tapabocas. También funcionan los incentivos, como los bonos o los descuentos que se da con el certificado de votación. Eso sí es un estímulo positivo”, indicó Hernández.
La última fase
La última fase comenzará el 1° de enero, que es la que corresponde al regreso completo a la presencialidad en los colegios, jardines y universidades. Para lograrlo, el Distrito se ha puesto la meta de terminar la vacunación de los menores de edad este mismo año, por lo que desde septiembre se viene vacunando en colegios públicos y privados, tanto a estudiantes mayores de doce años como a sus familias, mientras que este lunes se comenzará la inmunización de los menores de once años.
Para el subsecretario de Educación, Carlos Alberto Reverón, es importante “aprovechar la capacidad instalada de colegios de Bogotá para el proceso de vacunación”, por lo que antes de que se acabe el año escolar habilitarán más puntos para continuar vacunando a los niños en las instalaciones.
Mientras eso ocurre, desde las universidades han mostrado apoyo. El Externado anunció que reanudará por completo sus actividades en enero. “Lo que resta de este año conservaremos la modalidad híbrida, que no superará el retorno pleno. Conservaremos las medidas de bioseguridad, que permanecerán vigentes el primer semestre del 2022, entre ellas el uso del tapabocas”, informó Hernando Parra, rector de la universidad.
Por ahora, el mayor temor seguirá siendo la cuarta ola. Al respecto, el secretario de Salud ha dicho que desde el Distrito se espera que, en caso de ocurrir, sea más de pacientes positivos, pero sin condiciones graves. “En ese orden de ideas, no nos generaría los dolores de las muertes que tanto tuvimos, ni las congestiones de los sistemas hospitalarios. Entonces, la situación seria distinta”. Según la epidemióloga Claudia Vaca, el cuarto pico llegará. “Al final, son proyecciones muy asociadas a los cambios de interacciones sociales que se pueden dar, por lo que aumentar los aforos de espacios cerrados influirá en esto”.
Para Hernández, por su parte, es clave no olvidar la incertidumbre que hay detrás del virus, ni que la variante delta sigue siendo un riesgo. “No hay que bajar la guardia, porque persisten barreras de acceso a las bases de datos; no se ha llegado a la cobertura útil de vacunación , y el PRASS se abandonó. En Bogotá se hacen 5.000 pruebas diarias, cuando antes hacían 20.000. Tampoco hay que repetir lo que pasó en diciembre, cuando se desmontaron los equipos, mandaron la gente a vacaciones y tuvimos un pico terrible en enero. Hay que seguir enfatizando en la pedagogía y no insistir en medidas absurdas, como pedir el carné de vacunación”.
Lo cierto es que esta semana comenzará la segunda fase y el principal reto será hacer efectivo el uso del carné de vacunación, lo que a la par esperan sea una motivación para que aumente la asistencia a los puntos de inmunización, pues de esto depende que continúe la reapertura y eliminación de las restricciones, que darán paso a la nueva realidad.