Migración en Bogotá: el impacto económico de la inclusión y las oportunidades
Según el libro “Efectos económicos de la migración en el mercado laboral y el tejido empresarial de Bogotá”, la población migrante casi no incidió en el desempleo de la ciudad; al contrario, con el fenómeno, hay oportunidades sin explorar.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
Hay un tesoro oculto en el boom migratorio, que se hace invisible solo en el prejuicio. De ahí que en este asunto hay varios estigmas a eliminar. Por ejemplo, esa premisa de que los migrantes solo llegaron para quitarles el trabajo a los locales se ha ido desmoronando a medida que afloran las cifras y la evidencia. Y así lo manifestó la Secretaría de Desarrollo Económico, que recientemente lanzó el libro Efectos económicos de la migración internacional, en el mercado laboral y el tejido empresarial de Bogotá, donde resume el impacto de los migrantes en la economía local.
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Hay un tesoro oculto en el boom migratorio, que se hace invisible solo en el prejuicio. De ahí que en este asunto hay varios estigmas a eliminar. Por ejemplo, esa premisa de que los migrantes solo llegaron para quitarles el trabajo a los locales se ha ido desmoronando a medida que afloran las cifras y la evidencia. Y así lo manifestó la Secretaría de Desarrollo Económico, que recientemente lanzó el libro Efectos económicos de la migración internacional, en el mercado laboral y el tejido empresarial de Bogotá, donde resume el impacto de los migrantes en la economía local.
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El documento contiene datos relevantes que dan luces sobre lo que realmente ha ocurrido con este grupo poblacional tras su arribo a la capital, su incidencia en el desempleo y su participación en la informalidad son solo algunas de las aristas que toca el documento. Pero, además, también evidencia un maremágnum de barreras por superar en la inclusión de la población migrante al tejido económico de la ciudad.
No en vano, las dificultades que tienen para establecer un proyecto de vida en nuestra ciudad y acceder a las herramientas necesarias para cumplir este propósito son las consecuencias inmediatas de lo que indican las cifras. Superar estos obstáculos parece necesario, pues abriría puertas de oportunidad inimaginables para Bogotá, que se plantea aumentar su competitividad como urbe capital a mediano y largo plazo.
Dinámicas del empleo migrante
En contraste con los imaginarios que saltan a la vista en los sondeos de percepción, la llegada de migrantes a la ciudad, a partir de 2016, no incidió significativamente en la variación del desempleo. De acuerdo con lo expuesto por Desarrollo Económico, el arribo de este sector poblacional a la ciudad solo incidió en el 0,17 % de desocupación. Si bien, en los primeros años del boom se produjo una variación por la llegada de los migrantes, dicho efecto se diluyó rápidamente hasta el porcentaje actual. En tal caso, la mayoría de empleos a los cuales tuvo acceso esta población fueron áreas no cualificadas, como el comercio y la construcción.
Una de las personas que durante mucho tiempo hizo parte de este espectro fue Liliana González, migrante de 36 años, que llegó a la ciudad hace cuatro. No siendo suficientemente adversas las condiciones para obtener su primer empleo, ella es uno de los casos más representativos de la brecha laboral entre hombres y mujeres. Además de trabajar, debía cuidar sola a sus tres hijos pequeños. Para ello, dividía las 24 horas del día en dos partes iguales, doce para compartir y cuidar a sus hijos, doce para trabajar.
Tal distribución la limitaba a los trabajos de medio tiempo que no suelen ser bien remunerados. Sus ingresos, asimismo, se erosionaban por su condición de extranjera. Según el estudio, hay una brecha salarial del 77 % entre población local y migrante. “Era dinero, pero apenas me alcanzaba para el diario y no me permitía ahorrar para pagar un arriendo”, cuenta Liliana a El Espectador.
El vacío entre los ingresos de locales y migrantes, según el análisis del Distrito, puede establecerse en la barrera del $1’500.000 como salario. Mientras que los sueldos para locales sobrepasan o bordean justo ese margen, para un migrante alcanzar el $1 millón es prácticamente un milagro. De la estadística dan fe Liliana y Yosniel Díaz, venezolano que trabaja de barbero en Nuevo Muzú (Tunjuelito) desde hace cinco años. Aunque prefiere no revelar la cifra exacta que se gana por evitar problemas con su jefe, Díaz cuenta a este diario que “cuando llego al $1 millón puedo decir que es uno de mis mejores meses”.
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Con todo y lo precario que pueda resultar, Yosniel agradece por al menos tener un trabajo para pagar las cuentas, poder enviarles dinero a sus hermanos y no pertenecer al 17,2 % de compatriotas que, según el estudio, están en el desempleo. En vista de esto, resulta difícil de asimilar que, conforme a las cifras sobre percepción migrante de Migración Colombia, el 53 % de los colombianos piensen que los migrantes llegan a quitarles el trabajo a los colombianos.
Informalidad en migrantes
Uno de ellos es Javier, migrante que vive del comercio informal. Entre los puentes peatonales del Perdomo y Madelena (Ciudad Bolívar), empuja una carretilla adecuada para vender artículos de celular e instalar vidrios protectores de pantalla. Consiguió montar el puesto en asociación con dos primos, con quienes se reparte las ganancias. “Lo que nos llega diario lo partimos en tres y de ahí todos comemos”, narró a El Espectador. Javier evita contar cuánto se gana, pero la información del documento puede darnos una idea: el ingreso de un bogotano informal ronda los $26.000 diarios, mientras que el de uno migrante ronda los $10.700.
Emprendimiento y otras oportunidades
El valor adicional del estudio de Desarrollo Económico, además de su contundencia al derrumbar imaginarios, es la revelación de un caudal de oportunidades por explorar. Uno de los aspectos positivos que se conoció por el documento fue el potencial de emprendimiento de la población migrante. Destaca que en la capital se registraron 24.340 nuevas empresas, de las cuales 5,3 % fueron extranjeras. Si bien este porcentaje puede parecer pequeño, su relevancia se justifica en el número de empleos directos que generó: 118.000 solo en Bogotá.
De las cifras a la realidad salta a la vista el caso de Liliana. Buscando la ansiada emancipación económica, que le permitiera incrementar sus ingresos y compartir más tiempo con sus hijos, decidió crear su negocio. El proyecto comenzó, un año atrás, cuando recibió una capacitación gratuita sobre repostería. Al paladar de sus compañeros y allegados, el sabor de sus postres era una perla que debía ser aprovechada. “Al principio solo pedían dos o cuatro, pero ahora vamos por los 28”, narró emocionada, comentando también que “me tocó pedirle el favor a mi esposo y a un primo que vinieran a ayudarme, porque yo sola no alcanzaba”.
Reunir el capital suficiente, dado el déficit de acceso al mundo financiero para los migrantes, casi no le permite sacar adelante su proyecto. Esto ocurre por lo difícil que les resulta obtener herramientas financieras, según Marcela Carvajal, directora de un proyecto de inclusión financiera de la ONG Humanity and Inclusion.
La iniciativa logró capacitar a mujeres migrantes en educación financiera y el uso de plataformas como Nequi, Daviplata, Movii y Wala, para recibir y enviar dinero. “La mayoría de entidades no tienen un mecanismo de reconocimiento del PPT (Permiso por Protección Temporal) o en otras no hubo una actualización de datos tras la transición del PEP (Permiso Especial de Permanencia) al PPT”, explicó Carvajal.
Si existe la intención de corregir estos detalles y concentrarse en favorecer el emprendimiento en la población migrante, se puede sacar provecho del potencial de un proceso migratorio. Así piensa Daniel Valencia, sociólogo de la Universidad Nacional especializado en geografía humana. “Germinar emprendimientos exitosos para esta población hará que, a la larga, cada una de estas iniciativas se conviertan en máquinas de generar empleo totalmente sostenibles. Un migrante que pueda establecer un negocio exitoso contratará a otro para que le ayude y luego a dos y más, llegando incluso a contratar gente local”. Lo principal es, resalta Valencia, la creación de cadenas de conocimiento económico en diversas áreas. “La migración puede ser vista como una oportunidad demográfica si se le entiende bien. Existe el aporte demográfico que los migrantes dan a poblaciones que dan signos de envejecer, como la colombiana. Además, no debemos olvidar el capital de conocimiento que puede aportar esta población bien capacitada”, sentenció.
Para lograrlo hay que fortalecer el PPT, dice Carvajal. “Migración Colombiana debe establecer un ecosistema financiero con las registradurías y las entidades financieras” y, por ende, esta entidad “debería facilitar la consulta y validación de identidad a través del PPT”. María Catalina Bejarano, directora del Observatorio de Desarrollo Económico de la Secretaría, opinó que el reto entonces es seguir fortaleciendo estas iniciativas, para que “los migrantes puedan ocupar un espacio en el mercado laboral y que los empresarios promuevan el empleo incluyente”.
De manera que la migración no se resume en el relato que nos contaron algunos. Los lazos que se tejieron tras el cruce de fronteras son el punto de partida que, como evidencian las cifras y los estudios, permitirían crear un tejido económico grueso en el que haya lugar para todos.
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