Hombres trabajando en un poste de energía eléctrica.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
Alimentada por la constelación de fotones, que emana de sus edificios, Bogotá es una ciudad que se resiste a dormir. Todo el flujo de la vida nocturna y el movimiento diurno del aparato productivo se debe a un flujo constante de energía, pero ese brillo podría sucumbir. A finales del año pasado, organizaciones como el Consejo Nacional Eléctrico (CNO) advirtieron la desproporcionalidad entre la creciente demanda de electricidad y la capacidad para cubrirla.
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Por Miguel Ángel Vivas Tróchez
Periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia interesado en Economía, política y coyuntura internacional.juvenalurbino97 mvivas@elespectador.com