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Un año y dos meses han transcurrido desde que la vida de universitaria Ana María Castro Romero se apagara, luego de una noche de rumba. Su muerte, sin embargo, se convirtió en un caso mediático que algunos comparan con el de Luis Andrés Colmenares, por el contexto de tragos, fiesta y romance en el que se ambos dieron. A diferencia de ese caso, el de la joven de 21 años apenas inicia su curso en un juicio en el que la Fiscalía intentará demostrar que el deceso de Castro fue un feminicidio.
Hasta ahora, el ente acusador ha endilgado exclusivamente a Paul Naranjo y Julián Ortegón la responsabilidad por esta muerte, obviando a Mateo Reyes Gómez, el otro hombre que también estaba en la camioneta donde iba Ana María, en la madrugada del 5 de marzo de 2020. De hecho, él hace parte del proceso, pero como testigo de cargo y no como acusado.
El Espectador revisó las declaraciones juramentadas que este joven ha hecho, así como los de otras personas que han dado testimonio y que lo mencionan a él, sobre lo que pasó esa noche de fiesta, que terminó en tragedia. En estas, se advierte que en nueve ocasiones cambió de versión, incluidas las dos que entregó a la Fiscalía en marzo de 2020 y enero de 2021.
Versión a Daniel Vega
Vega (testigo estrella del ente acusador en este caso, pues es el único que asegura haber visto que a Ana María la arrojaron de un vehículo) dijo a la Policía Judicial en octubre de 2020 que la madrugada de los hechos sostuvo la siguiente conversación con Mateo, luego de que, según él, la camioneta manejada por Paul Naranjo acelerara y se fuera: “él me responde (…) que los habían dejado tirados y que no sabía qué hacer, que le ayudara”.
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Versión a conductor de Uber
Este hombre, que a esa hora llevaba un servicio con la plataforma Uber, pasó por el sitio cuando varios vehículos y motos disminuían su velocidad para ver la situación. Manifestó que vio “que había una chica tirada en la calle, al lado de ella estaba un muchacho muy tomado y decía que no la conocía. Se veía muy angustiado”.
Versión a conductor de otra plataforma
Otro socio conductor de una plataforma de transporte, que iba esa noche con un servicio a bordo, dijo al investigador de la Fiscalía que vio a Reyes con las manos sobre el capó de un Chevrolet Spark pidiendo ayuda en la avenida y que el usuario que llevaba le preguntó qué había pasado, a lo que Mateo respondió que “de la camioneta la habían tirado los amigos de ella y le habían hecho eso”.
Versión a Alexander Forero
Forero, ingeniero biomédico que transitaba por la Calle 80 esa noche y que se detuvo tras ver el cuerpo de la joven en el asfalto, manifestó a un investigador de la Fiscalía que lo contactó telefónicamente que “ese muchacho estaba diciendo varias versiones, como tres. Una de esas, que iba en un taxi, vio que a la muchacha la tiraron de un carro y que él se bajó (…) Otra versión es que iba en un carro con unos amigos y se bajó del carro”.
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Versión a patrullero de la Policía
Un patrullero adscrito a la seccional de tránsito y transporte de Bogotá manifestó en entrevista con policía judicial que llegó al sitio porque le habían reportado un accidente de tránsito. Una vez allí, ya estaban varias personas, entre ellas, otros uniformados del CAI de Las Ferias. Narró que el joven dijo frente a ellos: “nosotros nos encontrábamos en una rumba en el norte con unos amigos” y que en ese punto de la Calle 80 Ana María “se baja del vehículo, (este) inicia la marcha y ella intenta agarrarse con la mano a la puerta delantera del vehículo, hizo un giro y cayó de espalda”. Pero después dijo que vio todo desde otro carro, sin dar detalles precisos de dicho automóvil ni del otro que supuestamente se dio a la fuga. “Manifiesta que no la conoce a ella y que no sabe quién es”, relató el patrullero.
Versión a patrullero del CAI Las Ferias
Este uniformado expresó también en declaración jurada que después de que la ambulancia se llevara a Ana María para el Hospital de Engativá tuvieron que subir a Reyes a una patrulla por su estado de exaltación y que ahí le contó que “iban en tres vehículos que eran Uber para rematar la fiesta en el apartamento de un amigo” y que al preguntarle si conocía a la joven respondió que “estaban juntos en (…) La Cantina y que la conoció ahí”.
Versión a patrullera del CAI Las Ferias
Esta patrullera estaba de turno con el policía anterior, con quien trasladaron a Mateo al CAI. Allí, según contó en su narración, el joven se enredaba al decir que iba en un carro atrás y, luego, que estaba adelante de donde iba Castro; así mismo, que le contó que la conocía “de hace mucho tiempo atrás y que hasta esa noche se volvieron a hablar”, pero manifestaba que no conocía a nadie de la familia, “ni siquiera amigos en común”.
Un cambio sutil, pero definitivo
Aparte de estas veces en las que siete testigos, que no tienen conexión entre sí, aseguraron que Mateo Reyes se contradijo en sus versiones, la que más pesó tuvo en el transcurso del proceso judicial fue la que entregó ante el fiscal Gerardo Ariza el 20 de enero de este año, diez meses después de la muerte de la universitaria. Aunque es sutil, el cambio en su testimonio implicó un giro en el caso.
Inicialmente el 5 de marzo de 2020 Mateo manifestó que, cuando iban en la camioneta Kia Sportage color negro, por la Calle 80 con Carrera 69P, “alguno de los amigos (de Ana María) me dice que yo no podía ir con ellos a la casa, entonces pararon. Yo me bajé del carro y Ana se bajó detrás mío. Me subo al andén y ella se queda hablando con los ocupantes del vehículo por la ventana (…) Lo que sé es que Ana ya estaba abajo de la camioneta”.
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Pero el 20 de enero de 2021 la historia que contó fue otra, pues aseguró que estaba “sentado en la silla trasera del lado de la puerta derecha de un vehículo, donde escucho la voz de un hombre que me dice: ‘usted no puede ir a mi casa, bájese’. Mi siguiente recuerdo es estar parado en un andén y observar un vehículo de marca Kia de color negro que se encuentra estacionado a cuatro o cinco metros, aproximadamente”.
En ambos relatos, lo que ocurrió después de bajarse de la camioneta fue una supuesta discusión entre ella, Julián y Paul en la que les exclamó “¡por qué, por qué!” y una caída de la joven al suelo que le causó un golpe en la cabeza.
Este cambio, que radica en que se habría bajado solo del automotor y no con Ana María, se vio reflejado en la descripción de los hechos jurídicamente relevantes del escrito de acusación, que el fiscal Carlos Javier Gutiérrez presentó para acusar a Paul Naranjo y Julián Ortegón de feminicidio agravado: “estos hacen bajar del vehículo a Mateo Reyes Gómez, decidiendo llevar consigo en el vehículo a Ana María Castro Romero, quien metros más adelante les reclama con vehemencia cual era el motivo por el cual ellos adoptan esta actitud”, dice el documento.
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De esta recopilación se pueden advertir, cuando menos, tres mentiras dichas por Reyes: su ubicación dentro de la camioneta, pues los videos de las cámaras de seguridad de la zona de bares de la calle 116 muestra que iba en la parte izquierda y Ana María era quien estaba a la derecha; el lugar en el que ambos se conocieron, ya que el mismo Mateo aseguró que se habían conocido un año atrás (2019) en una fiesta en la casa de un amigo suyo y no en el bar La Cantina esa noche, y por último, la relación de amistad fiestera entre los dos, que era desde el año anterior, la cual negó cuando le manifestó a tres personas distintas que no la conocía.
Siguen, entonces, intactas las preguntas que se hacen, en bandos opuestos, los abogados defensores de los acusados y Nidia Romero, mamá de la joven: ¿los relatos laxos y discordantes de Mateo no llaman la atención de la Fiscalía? ¿Cómo pasó él de ser sospechoso (para la familia Romero) a ser testigo del ente acusador? Si los vacíos que en su memoria hay sobre lo que pasó esa noche son culpa del alto estado de embriaguez en el que estaba, ¿no sería este un argumento para desestimar sus relatos? La próxima cita en este proceso será el próximo 1 de junio cuando continúe la audiencia preparatoria.