Lluvia en Cundinamarca: ¿Qué ha pasado con las víctimas del invierno?
En el primer semestre, el departamento vivió una de las épocas invernales más fuertes y prolongadas de la historia, que dejó 10 víctimas fatales y cientos de damnificados. Ya llegó la segunda ola y muchos se quejan por falta de atención.
Laura C. Peralta Giraldo
En la madrugada del 22 de abril, en Viotá, Cundinamarca, un deslizamiento sepultó a toda la familia Quinagua. Jacinta, Albeiro, Miguel, Stella y Fidel intentaron escapar, se pusieron las botas y se alistaron para salir a correr, pero ya era tarde. En total, fueron diez las víctimas fatales y cientos los afectados por la primera ola invernal en el departamento.
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En la madrugada del 22 de abril, en Viotá, Cundinamarca, un deslizamiento sepultó a toda la familia Quinagua. Jacinta, Albeiro, Miguel, Stella y Fidel intentaron escapar, se pusieron las botas y se alistaron para salir a correr, pero ya era tarde. En total, fueron diez las víctimas fatales y cientos los afectados por la primera ola invernal en el departamento.
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¿Qué pasará ahora que ya está en marcha la segunda temporada de lluvias? ¿Cuál será la respuesta de la Gobernación? Es lo que se preguntan las víctimas, que todavía sufren las repercusiones de las inundaciones y los derrumbes de una de las olas invernales más fuertes y prolongadas de los últimos tiempos en Cundinamarca.
El escenario para esta segunda fase, que según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) se extenderá hasta 2023, no es alentador: familias sin casa, vías intransitables, cosechas que no dieron su fruto y la zozobra de poder perder lo construido y trabajado.
“Podemos decir que las lluvias se van a intensificar más en septiembre y se reforzarían, todavía más, con la influencia del fenómeno de La Niña, que mantiene esa condición hasta febrero de 2023, de acuerdo con las predicciones de los centros internacionales”, manifiesta Luis Barreto, profesional especializado en la subdirección de meteorología.
Según la predicción climática realizada por esta entidad, el Ministerio de Ambiente y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Cundinamarca presenta siete alertas naranjas y 85 amarillas por amenaza de deslizamientos de tierra (corte a 4 de septiembre). Y aunque en septiembre se predicen lluvias entre el 20 % y 40 % por encima de los registros históricos, serán octubre y noviembre los meses más lluviosos, especialmente para el centro y occidente del departamento.
“Me da miedo lo que pueda pasar ahora. Todos dicen que viene la segunda ola invernal y ya en la primera sufrí bastante. Mi casa está en riesgo, un derrumbe se la puede llevar en cualquier momento. Pedí ayuda en la Unidad de Riesgo, pero en palabras textuales el señor que me atendió, me dijo: ‘si usted ve que la tierra se está moviendo, salga corriendo’”, cuenta José Barón, habitante del sector de Liberia, en Viotá, el municipio más afectado en el centro del país.
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Como él, Martha Isabel Cubillos tampoco duerme bien en las noches de lluvia, porque fue en una de esas que logró escapar del gran alud de tierra que les quitó la vida a sus vecinos, la familia Quinagua, y vio su casa partirse en pedazos.
“Se escuchaba muy fuerte la quebrada. Para mí, parecía que el mundo se iba a acabar. Nos asomamos por la ventana y vimos la avalancha bajando. Toda esa semana llovió mucho, pero nadie pensó que pudiera pasar algo así, fue repentino. Ya pasaron cuatro meses, pero todavía tenemos miedo”, relata la mujer, que tras la tragedia fue reubicada en una antigua estación de policía, con su esposo, sus dos hijos y su nieta de nueve años.
“Donde estamos ahora hay otra quebrada, y cuando llueve crece mucho. Hace unas noches solo estábamos mi nieta y yo, no pudimos dormir. La carretera parecía un río. Mi nieta lloraba y me decía ‘¿nos va a volver a pasar lo mismo?’”, agrega.
La familia de Lucía Arévalo es otra de las 170 afectadas por las lluvias en Viotá. Ese 22 de abril también perdió su casa y aunque dice que afortunadamente sus tres hijos y su esposo tienen lugar dónde quedarse temporalmente, los grupos familiares que habían sido reubicados en un salón comunal dejaron el espacio, por presiones y por daños en la tubería del lugar.
“Al comienzo nos ayudaron bastante. Hubo muchas donaciones. Nos dijeron que nos iban a pagar un subsidio de arriendo, pero aún no nos han dado nada. Ha faltado ayuda de la Alcaldía y la Gobernación. Dicen que nos van a reubicar en Viotá, que hay un proyecto de vivienda. En mayo se hizo un paro y todo. Es algo muy duro. Uno no lo asimila y se extraña la casa. Mis hijos me dicen que perdimos nuestro lote”, expone Lucía.
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Suelos saturados y pérdidas económicas
“Estamos convocando a un paro cívico porque no aguantamos más. Duramos cinco meses incomunicados, las rutas hacen maniobras para transportarnos y toda la cosecha se nos está perdiendo por la lluvia o porque no vienen a recogerla debido a las vías”, dice Fernando Rodríguez, líder social de Viotá (Cundinamarca).
Como él, son más los campesinos que le piden a la Gobernación una intervención y ayuda, ante las grandes pérdidas económicas que dejó la primera ola invernal. “El invierno dejó tantas secuelas que aún no las hemos superado y no estamos preparados para otro. Una vez bajé 35 canastillas de naranja y no llegaron a recogerlas”, expone el líder campesino Querubín Pabón.
Un hecho es que la segunda temporadas de lluvias será difícil, “teniendo en cuenta que la primera estuvo fuerte, que los suelos están saturados y posiblemente generará eventos para los cuales deberíamos estar preparados”, dice Eliana Mendoza, profesional de dirección de cambio climático del Minambiente.
Qué dice la Gobernación
Ante las quejas de los damnificados por la primera ola invernal, la Gobernación de Cundinamarca asegura que se les ha brindado una atención oportuna a los municipios afectados. Específicamente, sobre Viotá, Gina Herrera, directora de la Unidad Administrativa Especial para la Gestión del Riesgo de Cundinamarca, sostiene que en el municipio se hicieron los censos pertinentes, “para poder brindar las ayudas alimentarias y los kits en los albergues en los que se ubicaron los damnificados. Adicionalmente, la Unidad Nacional quedó con la tarea del pago de los subsidios de arrendamiento”.
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Según expone la directora, el pasado 1° de agosto se radicó de manera oficial la reserva de 40 subsidios de arrendamiento y se está a la espera de que se efectúen los pagos a aquellas familias que asumieron vivir de alquiler después del deslizamiento. “En paralelo se está formulando un proyecto de reubicación definitiva. Existen dos posibles predios para adelantar un proyecto de vivienda, que está en revisión por mesas técnicas, la Secretaría de Vivienda, la Gobernación y el municipio”, agrega.
Ahora bien, el departamento adelanta estrategias e invierte recursos en kits de aseo, de mercado y materiales de construcción, como tejas, y en adquirir equipos de emergencia, así como vehículos para la Cruz Roja y la Defensa Civil. Sin embargo, hay una pregunta latente: ¿será suficiente el esfuerzo de la Gobernación para garantizar el bienestar de los cundinamarqueses ahora que se viene de nuevo la lluvia?
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