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Ciclovía: utilidad social, cultural, económica, política y espacial

La ciclovía es una experiencia colectiva única, reconocida internacionalmente, tanto por su longevidad, como por su manera de articular e incluso de catalizar diversas facetas sociales, culturales, económicas, políticas y espaciales de la capital colombiana.

Ricardo Montezuma
16 de diciembre de 2024 - 03:00 p. m.
La Ciclovía es producto de una construcción colectiva lograda a través de múltiples aportes técnicos, ciudadanos, académicos e institucionales.
La Ciclovía es producto de una construcción colectiva lograda a través de múltiples aportes técnicos, ciudadanos, académicos e institucionales.
Foto: Archivo El Espectador
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Si bien, existen destacadas investigaciones y publicaciones desde la salud pública, la sociología y su réplica global, estas son insuficientes si consideramos la trayectoria y el valor estratégico, desde varias áreas del conocimiento, de la ciclovía bogotana.

En lo social, la Ciclovía es producto de una construcción colectiva lograda a través de múltiples aportes técnicos, ciudadanos, académicos e institucionales, pero sobre todo de la participación de usuarios asiduos y esporádicos, quienes semanalmente protagonizan y constituyen el corazón de esta, pero sobre todo han consolidado formas de convivencia poco frecuentes en el espacio público de esta ciudad.

En efecto, las practicas dominicales bogotanas se hacen en un contexto antagónico de flujo masivo y rara armonía en las calles, donde dominicalmente desaparecen algunos de los negativos comportamientos del caótico tráfico bogotano. Ha sido tan efectivo su proceso de construcción colectiva, que parece haberse transmitido entre generaciones, hasta constituirse en parte de la identidad y del sentido de pertenencia a esta ciudad.

En lo cultural, es un espacio de creación y recreación colectiva donde se han conjugado en diferentes momentos, aficiones deportivas -especialmente ciclísticas-, actividades físicas y; expresiones artísticas, musicales, vestimentas y estilos de vida, que se han transformado, a lo largo del tiempo, en la misma pasarela dominical. Sobre la cual, han desfilado variadas formas y estilos para caminar, correr, patinar o pedalear como por ejemplo coloridos modelos de sudaderas, tenis, patines o ciclas como monaretas, bicis de cross o montaña, que han sido claves para el desarrollo y auge de la actividad dominical en diversos momentos. Los mismos grupos juveniles que se enfrentan entre seguidores de emblemas y colores disímiles, en la ciclovía parecen vivir un espacio de tregua callejera sobre cualquier tipo de vehículos y prácticas de fin de semana.

En lo económico, la actividad recreativa dominical es muy amplia y diversa, se relaciona con movimientos comerciales a varias escalas, entre todos los estratos socioeconómicos, para por ejemplo vender o adquirir implementos y accesorios deportivos; intercambios directos entre usuarios y vendedores en mínimos y básicos puestos callejeros que ofrecen alimentos, refrescos y servicios.

Afortunadamente, varios de los impactos positivos de la Ciclovía han sido calculados por prestigiosas universidades y centros de investigación internacional quienes, hace algunos años, han establecido su rentabilidad social, ambiental, económica y de salud pública, los resultados y estimaciones sorprenden por sus altas tasas de retorno de esta inversión pública.

En lo político, la administración de la Ciclovía ha conocido un atípico proceso de continuidad, entre casi todas las corrientes ideológicas existentes. Si bien, se podría subrayar algunos alcaldes y funcionarios, particularmente comprometidos o desinteresados en ella, es sorprendente la continuidad política de más de cuatro décadas.

Periodo durante el cual, la han mantenido y orientado gobiernos de derecha, centro e izquierda incluyendo varias gamas de rojos, azules, blancos, verdes y segmentos de todas las facciones conservadoras, liberales, galanistas, anapistas, mockusistas, peñalosistas y progresistas, entre otras.

En lo urbanístico se ha conectado, alargado y encogido de acuerdo con los cambiantes contextos bogotanos, varias de las fortalezas de la Ciclovía se han generado a partir de falencias locales, como la precariedad de sus parques, sus vías, sus espacios públicos e incluso la falta de oportunidades para la convivencia ciudadana. Ella ha evolucionado entre los procesos de extensión periférica de los años setenta u ochenta y los actuales de compactación y densificación, convirtiéndola en un espacio vital estratégico e indispensable para la actual metrópoli densa y compacta.

En conclusión, la Ciclovía bogotana es una actividad única globalmente reconocida, producto de un proceso de convergencia afortunada de diferentes hechos, actores e instituciones, de los cuales aún podemos desconocer buena parte. Si bien, ha inspirado a muchas ciudades, ninguna la ha igualado, de allí que uno de los más grandes retos es investigarla desde más disciplinas como de las ciencias sociales y de la salud, los estudios políticos, urbanos, culturales y económicos; para poder generar conocimiento sobre sus factores de éxito y arraigo, pero, sobre todo, diagnosticar sus debilidades para poder protegerla y proyectarla con base en los aprendizajes de una vasta y rica historia.

* Director de la Fundación Ciudad Humana

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Por Ricardo Montezuma

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