Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En Cundinamarca, con su variedad de climas y topografías, cualquier temporada es sinónimo de riesgo. Si hay sequía, son incendios forestales. Si hay invierno, los desbordamientos y derrumbes. Y de eso conoce bien Álvaro Farfán, comandante de Bomberos del departamento, quien en sus años como socorrista se ha enfrentado a todo, en especial en los últimos años con el recrudecimiento de las lluvias.
Leer: Emergencia invernal podría dejar incomunicada a la comunidad rural de Viotá
En 2022 se vivió un fuerte invierno, ¿cuál es la situación actual?
Vivimos una situación compleja. El invierno dejó 23 fallecidos. El Gobierno nacional tuvo que declarar calamidad pública dos veces, y si bien se tomaron acciones preventivas y articulación en los 116 municipios, todos tuvieron algún daño: crecientes súbitas, deslizamientos y afectación vial. El invierno nos dio un pequeño descanso a comienzos de 2023, pero hubo una sequía que generó incendios forestales, que afectaron 600 hectáreas. Cambiamos de lluvias a calor, y así es como las emergencias nos hacen movilizar.
¿Cuál es la proyección para 2023?
El panorama no es alentador, ya que el cambio climático ha causado emergencias en 55 municipios. Hemos atendido un promedio de 115 llamados de emergencia, 61 deslizamientos, 27 inundaciones, cinco granizadas, siete vendavales y 15 crecientes súbitas. Ya contamos cinco víctimas fatales. Asimismo, tenemos 3.318 familias afectadas y alrededor de 107 vías con algún tipo de daño. Otras 207 han si han sido intervenidas por organismos de primera respuesta, alcaldías, organismos de infraestructura, el ICU y la Gobernación.
¿Cuál es la zona de mayor riesgo?
La alerta es general en los 116 municipios. Las lluvias se han concentrado en la Sabana Centro, porque tenemos la cuenca alta media del río Bogotá, lo que genera mayor atención. Allí hemos desempeñado acciones con la CAR, que ha instalado puntos de monitoreo, con cámaras y alarmas, para generar alertas tempranas.
¿Cada vez es más crudo el invierno?
La temporada de 2022 fue más cruel que la de 2011, cuando tuvimos una situación bien compleja. Afortunadamente, y gracias a las experiencias de ese año, el gobierno departamental nos permitió realizar un trabajo articulado con diferentes entidades para adelantar acciones como reforzar jarillones en el río Bogotá y distintas intervenciones en Chía, que fue la zona más afectada en 2011. Aunque en 2022 el invierno fue peor, eso evitó que fuera tan complejo.
Podría interesarle: Espacios limpios y seguros, el reto de los operativos en Cinco Huecos y San Bernardo
Ese fue el panorama del invierno, pero, ¿cuál es la situación de los bomberos de Cundinamarca?
En los 116 municipios tenemos 80 cuerpos de bomberos, tres de ellos de carácter oficial (Girardot, Soacha y Cajicá) y otros voluntarios, que son parte de asociaciones cívicas sin ánimo de lucro. En total tenemos 1.500 hombres y mujeres en Cundinamarca, ubicados de manera estratégica y prestan atención las 24 horas. Sin embargo, aquí se requiere un compromiso de las administraciones municipales, para mantener activos los convenios y contratos con los cuerpos de bomberos, por eso digo que esto es un trabajo articulado. Además, que los recursos sean aterrizados y lógicos, porque muchas veces quieren hacer contratos por cifras irrisorias y contratan a bomberos por solo dos o tres meses.
¿Y la Gobernación?
Con la Gobernación de Cundinamarca hemos hecho unas tareas complementarias a la prestación de este servicio, como proyectos con regalías y con la CAR. Por ejemplo, el último proyecto fue de casi $20.000 millones, el cual nos permitirá la entrega de vehículos y equipos a los bomberos. Por parte de la Dirección Nacional de Bomberos, con recursos del Fondo Nacional de Bomberos, nos han permitido entregar equipos de rescate vehicular, de atención de incendios forestales y otros elementos.
¿Cómo es un día de un bombero en medio de una temporada invernal?
No hay un solo día en que no tengamos una situación de emergencia. Duermo con mis dos celulares al lado. Ahí, las 24 horas me están informando: si la emergencia está controlada o si se salió de magnitud, para tomar la mejor decisión. También informo si se requiere apoyo departamental o regional. Además, si los equipos que se necesitan no los tenemos cerca, recurrimos a otra modalidad que es pedir apoyo a la capital. Afortunadamente, no hemos tenido que recurrir a una situación mayor. En el caso del incendio de Cota del pasado 4 de enero, se movilizaron todos los cuerpos de bomberos de la región, pero también se le pidió, por cercanía, apoyo a Bogotá. Aquí también entran Defensa Civil, Cruz Roja, Policía, centros hospitalarios y de urgencias de Cundinamarca.
¿Qué pasa cuando se acaba la temporada invernal?
Eso depende, aquí nos movemos por todo. Tenemos temporada de lluvias, de incendios forestales, de vacaciones —donde manejamos un alto riesgo de accidentalidad— y temas preventivos para eventos masivos. Los 365 días del año, los bomberos están atendiendo diferentes situaciones que se pueden presentar.
También hacemos unas labores preventivas importantes dentro de los concejos municipales. Y desafortunadamente en Colombia nos falta mucho esa cultura de la prevención, que es fundamental y minimiza al máximo los riesgos en todas las situaciones y escenarios.
Asimismo, los bomberos estamos brindando asesoría a las administraciones municipales. También vamos a los establecimientos públicos y comerciales, y de acuerdo con lo que establece el artículo 42 de la Ley 1575, nosotros revisamos esos sitios para minimizar al máximo los riesgos y evidenciar algunas situaciones que puedan generar una posible afectación-
¿Cómo es la preparación del cuerpo de bomberos?
Tenemos algo que se llama Consejos Departamentales de Gestión de Riesgo y Consejos Municipales, en los que, según cada panorama de riesgo y los pronósticos del clima, podemos iniciar una fase previa de preparación. A veces, en nuestro sistema de creencias, asociamos a los bomberos con incendios, pero no es solo así, nosotros trabajamos en todo lo que tiene que ver con temas preventivos, de mitigación de riesgo, incendios, rescates con materiales peligrosos y calamidades, como caídas de árboles y de postes, inundaciones por colapso del alcantarillado, desbordamiento de ríos, granizadas y desplome de techos.
¿Cómo es puntualmente esa preparación previa?
Revisamos el personal con el que contamos, qué equipos tenemos para determinada situación y realizamos mantenimientos. También nos cercioramos del estado de los picos, palas, asadones, mangueras, machetes, motosierras y plantas eléctricas, entre otros.
Lea también: El 81% de las riñas en Bogotá ocurren en espacios públicos, este es el panorama
¿Cómo es la articulación con las otras unidades de riesgo?
Nos comunicamos por radio y teléfono. Quien hace directamente la coordinación con otras instituciones es la Unidad Departamental de Gestión de Riesgo. Una emergencia requiere una evaluación, ahí revisamos qué recursos se necesitan. Y aunque necesitemos el apoyo del cuerpo de bomberos vecino, hay que especificar qué tipo de apoyo requiero: en vehículo, maquinaria o con elementos especializados, y eso es lo se necesita para un adecuado comando de incidente como tal.
Pero entre ustedes también hay emergencias.
Es irónico que a veces uno tiene que salir a atender afectaciones que ocurren con los cuerpos de bomberos del mismo municipio. Algunos también tienen que atender emergencias en sus mismas comunidades, con familiares, amigos o personas cercanas. Eso es algo común, pero ahí cumple un papel importante el profesionalismo de ellos para poder afrontar de manera adecuada las situaciones. Por eso se preparan no solo en temas operativos, sino de atención en psicología de la emergencia, en primeros auxilios, administración de la emergencia y en otro tipo de actividades que son complementarias a las labores de los bomberos.
¿Cuáles son sus necesidades?
Más que Cundinamarca, podemos hacer una panorámica general. En Colombia tenemos un promedio de 1.122 municipios, de los cuales aproximadamente solo 900 tienen bomberos, hay oficiales y voluntarios, pero hay unos que no cuentan con la capacidad técnica operativa, y otros que ni siquiera tienen procesos contractuales con sus alcaldías, y las contrataciones son irrisorias. Hay municipios donde ni siquiera tienen una estación de bomberos, sino que funcionan en sitios que no son aptos, como un local comercial. No tienen dónde guardar sus equipos ni el vehículo de bomberos, que deben guardar en otro sitio, y cuando hay emergencias toca esperar a que la persona encargada venga y les abra, eso también genera situaciones de emergencia.
¿Cómo corregir ese panorama?
Aquí se requieren trabajos fundamentales: que los procesos de formación no sean un privilegio, sino una responsabilidad de todos, para que nuestros bomberos tengan esa idoneidad que exige la prestación de este servicio. En eso la ley se queda corta. Que tengamos los equipos adecuados para los escenarios de riesgo, y que los contratos con las alcaldías sean acordes y coherentes, que no sean imposiciones caprichosas de ninguna de las partes. Adicional, que se tengan estaciones de bomberos adecuadas.
Por ejemplo, hay que ver lo que pasa en algunos municipios cuando se inunda el municipio y el primer inundado es el cuerpo de bomberos o los primeros a los que se les desploma el techo. Por eso necesitamos tener sedes aptas, que cumplan normas técnicas de sismorresistencia, en sitios estratégicos. Finalmente, que podamos comprender que el servicio de bomberos es tan fundamental e importante como el de la Policía, el hospitalario y otros que prestan instituciones que son de primera respuesta.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.