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Desde hace un mes, los vecinos de un lote ubicado muy cerca del parque Jaime Duque empezaron a notar actividades por fuera de lo normal. En el terreno, tradicionalmente usado por la empresa de Acueducto de Bogotá para almacenar materiales y maquinaria, empezaron trabajos de nivelación del suelo. Luego ubicaron polisombras sobre el cercado exterior, para evitar que se viera lo que ocurría dentro del predio.
El lote, llamado La Dianita, de 31.000 m², está cerca de la glorieta que conduce al parque Jaime Duque y a Zipaquirá, una zona limítrofe entre Briceño, Tocancipá y Sopó. Este último municipio, donde queda parte del predio, le prohibió a la empresa adelantar obras hasta que aclarara qué iba hacer. La empresa cumplió la orden y paralizó los trabajos en el pedazo de terreno ubicado en jurisdicción de Sopó, pero los continuó en el área que corresponde a Tocancipá.
Finalmente se supo para qué habían acondicionado el terreno: en las noches llegaron 105 carros con los logos de Bogotá Cero y Aguas de Bogotá. De acuerdo con Angélica Arenas, gerente corporativa de residuos sólidos de la Empresa de Acueducto, el traslado comenzó hace 15 días, pero el proceso se adelanta desde mucho antes: “Hicimos un análisis para determinar cuál sería el mejor predio para dejar los vehículos de aseo mientras se conoce cuál será su futuro”.
Pero el traslado de los vehículos no fue bien recibido por la Alcaldía de Tocancipá. En una carta enviada a la empresa distrital, el municipio le solicita el retiro de los vehículos, dado que, de acuerdo con su Plan de Ordenamiento Territorial, la zona está destinada para ser corredor vial y prestar servicios rurales, no para usos comerciales. Incluso anunció sanciones contra la empresa por el uso indebido del suelo.
Una de las razones es que al lado del lote hay una clínica infantil que podría verse afectada por los problemas de sanidad que puede causar la permanencia de los vehículos en el lote. Además, dicen, tener los camiones allí va en contra de la normatividad de embellecimiento y ornato de la zona, ya que es un sector de alto impacto turístico por su cercanía con el Jaime Duque, el Museo Aeroespacial y el Museo de las Fuerzas Militares.
El Acueducto se defiende y señala que el terreno sí está habilitado para dejar los camiones. Señala que desde hace años lo usa para dejar maquinaria y otros vehículos. Por eso, a pesar de la molestia de la administración, anunció que en los próximos días llevará 95 camiones más, con lo que habrá 200 camiones compactadores parqueados en ese terreno. La idea es adelantar el proceso de peritaje y avalúo para conocer su estado y su precio actual, antes de proceder a su venta.
¿Qué pasará con los vehículos?
El Acueducto de Bogotá es propietario de 278 vehículos que compró la pasada administración para el servicio de aseo y recolección de basuras. Se trata de una flota integrada por 13 barredoras, 15 camiones, 204 camiones recolectores y 44 volquetas, en la que se invirtieron $76.388 millones. Fue la inversión que se hizo para poner en marcha el programa Basura Cero y los vehículos quedaron bajo el manejo de la empresa Aguas de Bogotá, que hasta el mes pasado tuvo a su cargo la recolección de residuos en 12 localidades (el 52 % de la ciudad).
Con la entrada en operación del nuevo esquema de aseo y la salida de la empresa distrital del servicio, los carros quedaron de nuevo en manos del Acueducto. No obstante, según un informe de la empresa, sólo 127 se encuentran en estado operativo, de los cuales 66 fueron alquilados a tres de los nuevos operadores: Área Limpia, Bogotá Limpia y Promoambiental Distrito, que pagan en promedio $20 millones mensuales por carro.
Sobre el futuro de estos vehículos se libra hoy un debate en el interior de la administración, pues, de acuerdo con el contrato interadministrativo 17 de 2012, que puso en marcha el esquema de aseo en esa oportunidad, los vehículos que se encuentran en estado operativo los debía comprar la Uaesp. No obstante, esta entidad ha tratado por todos los medios de zafarse de esa cláusula, pidiendo que el Acueducto los venda por otro lado.
Los 210 vehículos restantes, buenos y malos, están siendo trasladados al lote en Tocancipá, donde se realizarán el peritaje y el avalúo para determinar el precio mínimo de venta. “El proceso debe comenzar en un par de semanas, cuando terminemos todo el traspaso. Y con ese resultado podremos saber cuáles se pueden arreglar e iniciaremos el proceso público de venta”, dijo Arenas.
Esta no es la primera revisión que se realiza. Colserautos entregó el 5 de diciembre de 2017 un informe sobre la condición de los vehículos, en el que se determinó que 137 estaban inoperativos y 16 presentaban pérdida total. Además determinó que, de ser reparados, la flota valdría alrededor de $27.260 millones.
Si bien recomienda que el avalúo y el peritaje debe realizarlos una firma especializada, pone en evidencia que “el deterioro de los vehículos ha aumentado debido a las malas condiciones de custodia y almacenamiento”. Y agrega que “los vehículos presentan signos probables de desvalijamientos”.
Por ahora, la urgencia del Distrito es saber realmente cuál es el valor de la flota, dato que se debe conocer a finales de abril, para determinar el paso a seguir. Lo cierto es que, sea cual sea el futuro de estos camiones y cómo se resuelvan los pleitos que hoy le están generando al Distrito, con su venta o destrucción se pone punto final a la idea que tuvo la pasada administración de tener una empresa pública de aseo en la ciudad.