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Es un error limitar el término de “ciudad inteligente” al masivo despliegue de tecnologías, como cámaras de seguridad y sensores de tráfico. Para los expertos, el concepto va más allá, al integrar prácticas que incluso nada tienen que ver con tecnología como, por ejemplo, la inteligencia ciudadana, para impactar en temas como la movilidad y el medio ambiente, entre otros.
Para el vicepresidente ejecutivo de ciudades globales de Mastercard, Miguel Gamiño, quien participó en desarrollos tecnológicos en Nueva York, en vez de smart cities el término más adecuado sería “urbanización inclusiva”. Argumenta que desde su experiencia ha visto cómo la conversación ha girado menos alrededor de las herramientas y ha evolucionado más hacia los resultados; es decir, a cómo mejorar la calidad de vida. Por ejemplo, a Bogotá no la hace más inteligente integrar sensores en los semáforos si la gente no respeta las normas de tránsito.
Otra de las razones por las que no le gusta el término de “ciudad inteligente” es que suena como a destino. “De hecho es un recorrido que lleva cientos de años y que seguirá por muchos más”, menciona al ejemplificar que hoy se ven como herramientas de progreso el internet de las cosas, la captura de datos y las tecnologías de la información, mientras que en el pasado la construcción de carreteras y acueductos era considerada un instrumento de desarrollo.
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“Cuando se empezaron a usar los acueductos, menos gente moría de enfermedades. Si estuviéramos en esa época, diríamos: la ciudad es más inteligente, porque usamos tecnología para limpiar el agua. Hoy la aplicamos para mejorar el acceso al trabajo, a los recursos financieros e influenciar, a través de los datos, políticas públicas que mejoren la vida de las personas”, explica Gamiño.
Con potencial
Para el CEO de Tigo, Marcelo Cataldo, una ciudad inteligente es aquella que es sostenible, incluyente, equitativa, participativa, segura, competitiva y con enfoque en innovación y ciencia. Teniendo esto en cuenta, asegura que Bogotá tiene el potencial para consolidarse como una de las principales ciudades “inteligentes” en América Latina. Hoy la capital es la primera en Colombia y sexta de la región.Su afirmación la respalda en el “IESE Cities in Motion Index 2019”, estudio de la Business School University of Navarra, que evalúa a 174 ciudades en economía, movilidad, planeación urbana y tecnología, entre otros aspectos. El puntaje de Bogotá fue 46,01 (sobre 100), ubicándose en el puesto 117, superada por ciudades latinas como Santiago de Chile (66), Buenos Aires (77) y Montevideo (92). No obstante, está mejor posicionada que Rosario (125), Río de Janeiro (128), Brasilia (130) y São Paulo (132).
Según el estudio, los aspectos más débiles de la capital son movilidad y transporte, capital humano y medio ambiente. A pesar de su baja calificación, considera que tiene grandes potenciales, al estar evolucionando a gran velocidad. En movilidad y transporte, por ejemplo, evaluó sus tiempos de tráfico, longitud de sus líneas de metro (que no tiene), bicicletas por hogar y disponibilidad de vuelos. En esto se espera que mejore el transporte en grandes distancias y que evolucione en infraestructura y rutas.
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En cuanto a capital humano, dice que Bogotá debe proyectarse a mejorar su talento y retenerlo, además de crear planes que impacten positivamente la educación, la promoción de la creatividad y la investigación. Aquí se analizaron aspectos como educación superior, disponibilidad de museos, teatros y gasto en ocio y recreación. Por último, en medio ambiente, señala que la ciudad debe desarrollar esquemas que le permitan satisfacer sus necesidades energéticas sin comprometer los recursos de las generaciones futuras, gestionar planes antipolución, apoyar la consolidación de edificios ecológicos y combatir la crisis climática. A Bogotá se le midió en emisiones de CO2, metano, acceso a suministro de agua y gestión de residuos sólidos, entre otros indicadores.
Principiante
Otro estudio es el de “Ciudades más inteligentes 2025: Construyendo un plan de negocios y financiamiento sostenible”, desarrollado por la firma de investigación ESI ThoughtLab. Aquí se clasificaron las ciudades en “principiante”, “transición” y “líder”. Las mejores de la región fueron Buenos Aires, Lima y Río de Janeiro, clasificadas “en transición”. Bogotá encajó en “principiante”, al igual que Ciudad de México y Panamá. Esto significa que ha comenzado a planificar iniciativas de ciudades inteligentes.Una proyección de este estudio es que en 2025 la capital se consolidará como líder en uso de tecnología de punta y ejecución de inversiones inteligentes. En este sentido, para el presidente de Probogotá, Juan Carlos Pinzón, es clave que el Gobierno invierta esfuerzos en regulación de nuevas tecnologías. Explicó que este punto representa un tema complicado, no solo por la rapidez con la que la tecnología evoluciona, sino porque se necesita un adecuado equilibrio: ni tanto como para ahogar la innovación, ni muy escaso como para no mitigar los eventuales peligros.
Un ejemplo es la aparición de las patinetas y bicicletas eléctricas, que dieron sus primeros pasos en octubre de 2018. El no regularlas podría significar peligros, como ciudadanos conduciendo sin casco; pero apretarla demasiado podría significar la desaparición de la micromovilidad en la ciudad. Por eso, para Pinzón, sería bueno que Bogotá tuviera una Secretaría de Tecnología que aborde estos temas de manera oportuna.
Finalmente, para el CEO de Tigo es importante que Colombia avance en materia de 5G, tecnología que espera arrancar en el país en 2022. “Para mí, la ventaja del 5G no es la velocidad, sino la hiperconectividad. Hoy una persona en promedio tiene cinco dispositivos conectados a internet. Se espera que para 2050 sean 5.000 objetos, claro, porque hasta la ropa estará conectada”, menciona el directivo, quien agrega que los beneficios se verán reflejados en que un médico especialista en Bogotá pueda atender a un paciente en el Chocó; a esto se le conoce como telemedicina. También está la conducción autónoma, tecnología que podría mejorar la movilidad en el futuro. Según Cataldo, con 4G, una orden que se le dé a un vehículo que va a sesenta kilómetros por hora será ejecutada en 25 metros, con 5G la distancia se reduce a dos centímetros.
El panorama entonces parece mostrar a una Bogotá con todo el potencial para consolidarse como una de las principales ciudades inteligentes. Para alcanzar ese destino necesitará gobernantes que entiendan cómo funciona la adopción de nuevas tecnologías para mejorar la calidad de vida de las personas, y ciudadanos inteligentes que refuercen las iniciativas que se adelanten desde lo público y lo privado. Esto sin contar con el reto que significa mantener la privacidad en medio de un mundo donde todo estará conectado.