Los hallazgos arqueológicos que emergen en las obras de revitalización del Bronx
En medio de las obras de revitalización que se realizan donde quedaba la antigua calle del Bronx y hoy se erige el proyecto Bronx Distrito Creativo, se realizaron valiosos hallazgos arqueológicos, que dan cuenta de la transformación del sector desde la época prehispánica hasta la actualidad.

La ciudad muta. Cambia al ritmo de los pueblos y sus costumbres, y como un organismo vivo, está en continuo proceso de metamorfosis, dejando un testimonio que construye la identidad y la memoria del territorio. En Bogotá, basta con caminar y permanecer atento a las señales que se encuentran en las calles, las edificaciones, las nomenclaturas, las esquinas e, incluso, de elementos que pasan inadvertidos, como los árboles, para tener pistas de las transformaciones de una zona.
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La ciudad muta. Cambia al ritmo de los pueblos y sus costumbres, y como un organismo vivo, está en continuo proceso de metamorfosis, dejando un testimonio que construye la identidad y la memoria del territorio. En Bogotá, basta con caminar y permanecer atento a las señales que se encuentran en las calles, las edificaciones, las nomenclaturas, las esquinas e, incluso, de elementos que pasan inadvertidos, como los árboles, para tener pistas de las transformaciones de una zona.
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Sin embargo, cuando hablamos de la riqueza arqueológica de un territorio, tan profuso en su sentido, lo primordial suele estar oculto, generalmente, bajo tierra. Es por esto que, cada cierto tiempo, en medio de los procesos de excavación, para realizar obras de infraestructura, suelen aparecer elementos que dan cuenta de un pasado, remoto o cercano, cuya lectura resulta relevante para los planes a futuro.
Esto fue lo que ocurrió recientemente en la zona donde otrora funcionaba la temida Calle del Bronx, en el barrio Voto Nacional y en pleno corazón de la localidad de Los Mártires. Durante las obras de restauración urbanística, que se llevan a cabo hace varios años, se hallaron casi 51.000 piezas de interés arqueológico que, si bien aún están en proceso de estudio, podrían convertirse en una de las colecciones más grandes y variadas, halladas en el subsuelo urbano de la capital.
El Bronx Distrito Creativo
Tras la intervención que ordenó el 28 de mayo de 2016, el entonces alcalde Enrique Peñalosa, se le puso fin a la temida la Calle del Bronx o ‘La L’, uno de los mayores centros del crimen del país, que operaba en pleno corazón de Bogotá. Luego, el Distrito anunció la transformación del sector, a través de un plan de renovación urbana, que apunta a revitalizar los barrios Voto Nacional y La Estanzuela.
Y, como parte de este cambio, se anunció la construcción el proyecto Bronx Distrito Creativo (BDC), iniciativa que vendieron como la futura casa de las industrias culturales y creativas en la ciudad. Para sacarlo adelante, se destinaron recursos por $176.000 millones, con los que intervienen 34.884 metros cuadrados, entre la Av. Caracas y las calles 10 y 9, justo donde operaba “La L”. El proyecto integrará espacios emblemáticos como la antigua Facultad de Medicina, de la U. Nacional, y el edificio La Flauta, que son bienes de interés cultural, con más de 100 años de antigüedad.
También incluye La Milla, que será el primer tramo peatonal cubierto y adaptable de la capital, con capacidad para 4.000 espectadores. Estos espacios se articulan con La Esquina Redonda, único predio que quedó de lo que fue la Calle del Bronx, el cual funciona como espacio de memoria, y el Co-Laboratorio de Creación y Memoria, que forman un conjunto que combina patrimonio, innovación y trabajo comunitario.
“Este proyecto no solo fortalece el arte, la cultura y el trabajo comunitario, sino que también salvaguarda la historia de este territorio, honrando los oficios tradicionales y a quienes han tejido su legado. Construimos el futuro con la fuerza de la memoria colectiva, con respeto por el pasado y compromiso con las nuevas generaciones”, destaca Blanca Andrea Sánchez, directora de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, entidad que lidera el BDC junto a Renobo.
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Ventana al pasado para ver el presente
Lo primero que hay que decir es que los hallazgos se realizaron de manera fortuita, pues la zona, aun con la riqueza histórica que la caracteriza, durante décadas se entendió como un espacio con bajas expectativas de hallazgos arqueológicos. Dicho esto, durante el inicio de las obras, lo primero que se halló fue un colector de agua, cuya estructura circular de ladrillo continúa activa. Esta estructura, ubicada debajo del edificio de la Facultad de Medicina de la U. Nacional, derivó en la autorización de intervención arqueológica, otorgada por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia ICANH.
“Como arqueólogos, lo que hacemos es acompañar el proceso de remoción de suelos e ir verificando si se encuentra algún artefacto, estructura o vestigio que nos dé pistas del pasado del lugar. En este caso, los hallazgos los catalogamos entre materiales constructivos, como estructuras para manejo de agua; cerámicas, según su procedencia, y manufactura, lozas industriales y huesos de distintos animales, que dan cuenta de las costumbres rurales de la ciudad de la época y de la dieta, que se llevaba. También se hallaron semillas, que dan cuenta de la flora de la época, hasta elementos más modernos que nos hablan de los distintos usos que se le ha dado a este lugar”, resalta Stefany Vélez, directora del componente arqueológico del BDC.
Así las cosas, entre los hallazgos se destacan: Infraestructura hídrica colonial y republicana, con sistemas de canalización de aguas, construidos con lajas de piedras labradas y ladrillos, que documentan los sistemas de abastecimiento y drenaje a lo largo de los siglos. Además, estructuras arquitectónicas de distintas épocas, como muros, cimientos, pisos y canales, que narran la evolución urbana y constructiva de esta zona del centro de la ciudad, punto neurálgico de su posterior expansión.
Entre los objetos cerámicos hay evidencia de fragmentos de piezas muiscas, cerámicas coloniales, porcelanas chinas e incluso loza industrial inglesa y bogotana que dan cuenta de los intercambios culturales y de transformación de la zona.
A estos se suman objetos de vidrio, metálicos y textiles, como botellas de uso farmacéutico, herraduras de caballo, y suelas de zapatos de cuero, que dan pistas de los distintos usos que se le ha dado a esta zona, desde un punto rural para siembra y pastoreo, pasando por un lugar dedicado a la educación con la Facultad de Medicina, hasta los usos militares.
Más allá de documentar los hallazgos, tanto el equipo de arqueología como el de renovación urbana, buscan integrar estos elementos en el proceso de restauración y rehabilitación de los edificios patrimoniales, exponiendo los más relevantes tras el arduo proceso de clasificación, que se estima en 5.000 elementos mensuales.
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Una ciudad en ciernes
Los hallazgos, además, dan cuenta de los cambios históricos y la expansión urbanística de la zona, un punto clave en las primeras etapas del crecimiento de Bogotá. Los primeros registros históricos señalan que en 1.730 era un sector destinado a la agricultura, conocido como la Huerta de Jaime, por el apellido de un español que adquirió el predio y lo usó para la siembra de hortalizas y flores.
Posteriormente, en tiempos de revolución e insurrección, España destinó la zona como sitio de ejecución, razón por la cual se bautizó como Plaza de Los Mártires, en honor a los fusilados, entre los que se cuentan Francisco José de Caldas y José María Carbonell. A finales del Siglo XIX se fomentaron espacios destinados al ocio popular. Uno de ellos fue el primer circo de toros de la ciudad, estructura de madera con tarimas, en donde se realizaban las primeras corridas y pelas de gallos, que se ubicó en la intersección de la calle 10 con carrera 15.
A inicios del siglo XX, comenzó la construcción del edificio de la Facultad de Medicina, el cual fue parcialmente inaugurado en 1918, aunque no se completó hasta la década de 1930. En esa misma década, entre el 33 y el 34, se ejecutaron las obras que le dieron paso a la Av. Caracas, para luego, en 1953, con el traslado de la Universidad al campus de la calle 26, ocupar la edificación con los miembros de la Brigada de Institutos militares y, posteriormente, por el Batallón Guardia Presidencial, hasta la década de 1990.
Actualmente, luego de un proceso de decadencia social, urbana y arquitectónica, que dominó el sector durante años, la arqueología urbana y la renovación arquitectónica buscan una resignificación de un espacio que, durante mucho tiempo, fue zona prohibida para miles de bogotanos. Hoy, tomando como referencia los vestigios de siglos atrás, así como los elementos que dan cuenta de una modernidad estrepitosa, marcada por la desigualdad y la ausencia de un Estado, se espera que con esta inversión se den mejores condiciones para los residentes de la zona y en este caso, para el sector cultural.
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