Los peros en el Concejo a la Ciudad Región
El cabildo decidirá sobre su implementación, que sin Bogotá sería inútil. ¿El plan tiene varios vacíos?
Fernan Fortich
La Comisión de Gobierno del Concejo de Bogotá debate si Bogotá entra o no a la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca, clave para convertir en realidad un proyecto destinado a once millones de personas. Pese a que el Distrito da por sentada su aprobación, hay voces en contra que, en caso de imponerse, sepultarían la iniciativa, pues sin la capital sería inútil.
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La Comisión de Gobierno del Concejo de Bogotá debate si Bogotá entra o no a la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca, clave para convertir en realidad un proyecto destinado a once millones de personas. Pese a que el Distrito da por sentada su aprobación, hay voces en contra que, en caso de imponerse, sepultarían la iniciativa, pues sin la capital sería inútil.
La idea de la integración lleva décadas como alternativa para solucionar en conjunto problemas comunes. Sin embargo, desde 1973 solo se han coleccionado fracasos. Y en todos, el centro de la controversia no ha sido si se debe crear, sino cómo se debe organizar.
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Hoy, con el crecimiento de la sabana, Bogotá se extiende, de facto, fuera de sus límites. A la ciudad vienen miles de personas a trabajar, pero viven por fuera; se reciben toneladas de alimentos de poblaciones cercanas, y comparten recursos naturales, como el agua, de la cual el 80 % que consume la región brota en Cundinamarca (del páramo de Chingaza, en Fómeque), pero la trata y la comercializa Bogotá.
“Hay problemas de transporte público entre Bogotá y Cundinamarca; falta un sistema de seguridad que permita disminuir el crimen en los límites con los municipios, y una deuda con los campesinos”, señala Felipe Jiménez, secretario de Gobierno de Bogotá. Hay, pues, que encontrar una forma de asociación que sirva a todos los integrantes y potencie el futuro de la región del país, donde se producen uno de cada tres pesos que se generan en Colombia.
Y nunca antes la ciudad región había estado tan cerca de ser realidad, prometiendo, a través de autoridades y un Consejo Regional, armonizar soluciones y políticas a problemáticas comunes como movilidad, seguridad, servicios públicos y protección ambiental. Sin embargo, como todo proyecto, no es ajeno a las críticas, en especial al modelo de asociación. Mientras el Distrito lo califica como el “mejor del país”, algunos concejales lo consideran una “chambonada”.
Una nueva criatura
La Región Metropolitana, si es aprobada por el Concejo de Bogotá y la Asamblea de Cundinamarca, será única en el país. El modo de asociación se aleja del estándar de otras áreas metropolitanas que solo reúnen centros urbanos. El de la capital integra zonas rurales, por lo que su ambición es mayor. Y en esta oportunidad lo refleja. Contrario a lo que ocurrió en el pasado, que fracasó por animadversiones políticas, esta vez la bancada de Bogotá en el Congreso se unió y en dos años tramitó el proyecto de ley, la reforma a la Constitución y la ley orgánica que la reglamenta.
Críticas
Entre las mayores promesas está la de tener una autoridad de transporte regional, para integrar tarifas, coordinar el transporte masivo y aumentar la productividad, pero, según dicen, quedaría fragmentada. “El 80 % de los viajes no quedará bajo su autoridad, ni el metro, ni el Regiotram”, dice la concejal Susana Muhamad (Colombiana Humana). En el trasfondo hay una crítica a la conformación de estructuras burocráticas, sin el poder suficiente para enfrentar de fondo todas las problemáticas.
Otro cuestionamiento es a la integración del Consejo Regional, que recibirá $75.000 millones al año de la nación para funcionamiento y planes. Este lo conformarían el alcalde de Bogotá, el gobernador de Cundinamarca, los alcaldes de municipios que decidan unirse, un delegado del Gobierno (con voz, pero sin voto) y un representante del Comité Intergremial Bogotá-Cundinamarca. Sin embargo, a concejales de oposición no les cuadra la presencia del gobernador en una asociación municipal.
“No es solo meterlo, sino ponerlo a la cabeza. Él tendría derecho a veto en el Consejo Regional y sus otras instancias”, dijo el concejal Carlos Carrillo (Polo). Ante esto, el Distrito explicó que la idea es eliminar el temor de que Bogotá, al ser la más grande, absorba a los otros municipios.
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Otro motivo de críticas es la falta de representación de la sociedad civil en el consejo. No obstante, el Distrito explica que “no estarán, porque habrá una instancia llamada Ágora Metropolitana. Allí se escuchará a la comunidad, para tener claro qué quieren y definir su rol en los proyectos”, dijo el secretario de Gobierno de Bogotá. Sin embargo, aún no está definido cómo funcionará y captará las preocupaciones de la gente. Solo lo reglamentarán las directivas, cuando la ciudad región empiece a operar.
El futuro de la región metropolitana está en manos de quince concejales de Bogotá, algo que cabildantes como Carrillo consideran mal hecho. “Quince concejales de la comisión de gobierno decidirán por más de diez millones de personas”, asegura, ante la votación que se dará en las próximas semanas.
Para que Bogotá se sume a la Región Metropolitana (único punto a discutir en el Concejo) se necesitará que al menos ocho concejales de la comisión de gobierno den el sí. Aunque el Distrito se muestra optimista, algunos concejales buscan adeptos para inclinar la balanza. En ese sentido, cabe señalar que es posible que el Distrito use la ley de bancada para asegurar el proyecto que, sin Bogotá, sería prácticamente inútil. El Concejo tendrá hasta el 30 de abril para iniciar los debates sobre esta deuda histórica con la región.