Los retos de financiar los sueños de Peñalosa
Estructurar bien y rápido las alianzas con privados y crear mayor cultura de pago de impuestos (incluso subirlos) son algunas de las opciones.
Redacción Bogotá
Si en estos cuatro años el alcalde Enrique Peñalosa quiere echar a andar los sueños que plasmó en el Plan de Desarrollo, su administración debe tener en cuenta, al menos, tres aspectos para hacer viable la financiación de los $96,1 billones que cuesta concretarlos: mejorar el recaudo de impuestos; estructurar de forma sólida los proyectos para construir obras con participación de privados y pensar si puede contar con un apoyo de la Nación en estos tiempos de vacas flacas.
Sobre esos puntos giró, ayer, la discusión en el segundo debate sobre el Plan de Desarrollo, que organizaron la Veeduría y El Espectador. El veedor, Jaime Torres, habló de la necesidad de fortalecer la cultura de pago de impuestos. En su concepto, por más que la reciente reforma del predial y del impuesto de industria y comercio (ICA) haga más sencillos y justos esos pagos, quien se acostumbró a evadirlos seguirá haciéndolo, si no se genera conciencia sobre la necesidad cumplir con esa obligación. A eso hay que sumarle sistemas eficientes para el recaudo, que no dificulten el trámite.
Isidro Hernández, profesor de economía de la U. Externado, se refirió al ICA: la cultura de pago se debe trabajar, sobre todo, con los pequeños comerciantes. Aunque la administración calcula que, en ese grupo, la evasión rodea el 20 %, el docente citó un estudio que indica el 70 %, algo a todas luces preocupante. Advirtió, de todos modos, que se ha hablado de reducir o eliminar ese impuesto en la próxima reforma tributaria nacional, lo que afectaría a Bogotá.
Al decano de Economía del Externado, Mauricio Páez, por otra parte, le llamó la atención que, aparentemente, la Alcaldía no piense en cobrar más impuestos, “porque es ineludible pensar que, si queremos más del Distrito, debemos hacerlo”.
Las alianzas público privadas (APP), con las cuales Peñalosa pretende costear $13 billones de su Plan de Desarrollo, fueron otro foco de discusión. Es un esquema en el que los privados costean la construcción de una obra pública y su sostenimiento por un tiempo determinado, mientras recuperan la inversión. Como no son recursos fijos hasta que se firmen los contratos, el Distrito no puede dar por hecho que cuenta con esa plata, razón por la cual los críticos dicen que el Plan está desfinanciado. Los retos son, entonces, acelerar para concretar los proyectos y, sobre todo, estructurarlos bien para que los particulares garanticen que tienen capacidad y luego no terminen pidiendo el auxilio de la administración.
El asesor del alcalde en esa materia, Jean Philippe Pening, explicó que los privados les han presentado ocho propuestas viales y 23 de otros tipos. Comenzar a construir las primeras demora, después del proceso de planeación, 30 meses, pero, ante la premura, pretenden que ese tiempo baje a 24. Las obras empezarían en mayo de 2018 y, hacia 2020, se pondrían en servicio. Es decir, en el próximo gobierno.
El tercer punto, sobre el apoyo de la Nación en la financiación del Plan, fue puesto sobre la mesa por el profesor Isidro Hernández. Para él, la Alcaldía no está contando con la difícil situación económica del país, ya evidenciada en la reducción del gasto que trae el proyecto de presupuesto nacional, que tramita el Congreso. “Eso terminará afectando las transferencias a ciudades como Bogotá y lo peor es que no hay garantía de que se salga pronto de la recesión”, advirtió. La Secretaría de Hacienda advirtió, incluso, que lo que gira la Nación para costear gastos de salud y educación es insuficiente para cumplir con las demandas.
La voz más disonante del encuentro fue la del exconcejal Carlos Vicente de Roux, para quien Peñalosa, con su estrategia de financiación del Plan, “está hipotecando el margen de maniobra del próximo gobierno: la capacidad de endeudamiento quedará al tope y una empresa como la ETB ya no generará excedentes, pues habrá sido vendida”. También pidió planear muy bien en qué sectores se recortará en caso de que la plata no alcance para cumplir con todo lo prometido. A su juicio, el metro no puede cargar los platos rotos, y teme que así sea, con los más recientes anuncios que plantean uno más corto del planeado inicialmente.
Si en estos cuatro años el alcalde Enrique Peñalosa quiere echar a andar los sueños que plasmó en el Plan de Desarrollo, su administración debe tener en cuenta, al menos, tres aspectos para hacer viable la financiación de los $96,1 billones que cuesta concretarlos: mejorar el recaudo de impuestos; estructurar de forma sólida los proyectos para construir obras con participación de privados y pensar si puede contar con un apoyo de la Nación en estos tiempos de vacas flacas.
Sobre esos puntos giró, ayer, la discusión en el segundo debate sobre el Plan de Desarrollo, que organizaron la Veeduría y El Espectador. El veedor, Jaime Torres, habló de la necesidad de fortalecer la cultura de pago de impuestos. En su concepto, por más que la reciente reforma del predial y del impuesto de industria y comercio (ICA) haga más sencillos y justos esos pagos, quien se acostumbró a evadirlos seguirá haciéndolo, si no se genera conciencia sobre la necesidad cumplir con esa obligación. A eso hay que sumarle sistemas eficientes para el recaudo, que no dificulten el trámite.
Isidro Hernández, profesor de economía de la U. Externado, se refirió al ICA: la cultura de pago se debe trabajar, sobre todo, con los pequeños comerciantes. Aunque la administración calcula que, en ese grupo, la evasión rodea el 20 %, el docente citó un estudio que indica el 70 %, algo a todas luces preocupante. Advirtió, de todos modos, que se ha hablado de reducir o eliminar ese impuesto en la próxima reforma tributaria nacional, lo que afectaría a Bogotá.
Al decano de Economía del Externado, Mauricio Páez, por otra parte, le llamó la atención que, aparentemente, la Alcaldía no piense en cobrar más impuestos, “porque es ineludible pensar que, si queremos más del Distrito, debemos hacerlo”.
Las alianzas público privadas (APP), con las cuales Peñalosa pretende costear $13 billones de su Plan de Desarrollo, fueron otro foco de discusión. Es un esquema en el que los privados costean la construcción de una obra pública y su sostenimiento por un tiempo determinado, mientras recuperan la inversión. Como no son recursos fijos hasta que se firmen los contratos, el Distrito no puede dar por hecho que cuenta con esa plata, razón por la cual los críticos dicen que el Plan está desfinanciado. Los retos son, entonces, acelerar para concretar los proyectos y, sobre todo, estructurarlos bien para que los particulares garanticen que tienen capacidad y luego no terminen pidiendo el auxilio de la administración.
El asesor del alcalde en esa materia, Jean Philippe Pening, explicó que los privados les han presentado ocho propuestas viales y 23 de otros tipos. Comenzar a construir las primeras demora, después del proceso de planeación, 30 meses, pero, ante la premura, pretenden que ese tiempo baje a 24. Las obras empezarían en mayo de 2018 y, hacia 2020, se pondrían en servicio. Es decir, en el próximo gobierno.
El tercer punto, sobre el apoyo de la Nación en la financiación del Plan, fue puesto sobre la mesa por el profesor Isidro Hernández. Para él, la Alcaldía no está contando con la difícil situación económica del país, ya evidenciada en la reducción del gasto que trae el proyecto de presupuesto nacional, que tramita el Congreso. “Eso terminará afectando las transferencias a ciudades como Bogotá y lo peor es que no hay garantía de que se salga pronto de la recesión”, advirtió. La Secretaría de Hacienda advirtió, incluso, que lo que gira la Nación para costear gastos de salud y educación es insuficiente para cumplir con las demandas.
La voz más disonante del encuentro fue la del exconcejal Carlos Vicente de Roux, para quien Peñalosa, con su estrategia de financiación del Plan, “está hipotecando el margen de maniobra del próximo gobierno: la capacidad de endeudamiento quedará al tope y una empresa como la ETB ya no generará excedentes, pues habrá sido vendida”. También pidió planear muy bien en qué sectores se recortará en caso de que la plata no alcance para cumplir con todo lo prometido. A su juicio, el metro no puede cargar los platos rotos, y teme que así sea, con los más recientes anuncios que plantean uno más corto del planeado inicialmente.