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Cada año trae consigo nuevos retos y proyectos. Bogotá, con el optimismo del ritmo de vacunación, los resultados positivos en la reactivación económica y el progresivo movimiento hacia una lenta normalización de la vida económica y social, se enfrenta en 2022 a importantes e históricos retos, que repercutirán en la vida de los bogotanos y la economía nacional.
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Uno de los principales desafíos es continuar la reactivación de la economía, golpeada por dos años de pandemia y los ceses y disrupciones de las actividades productivas en los años anteriores. Pero entre los retos también está la creación de más y mejores empleos, la financiación y el manejo de los programas sociales, y la consolidación de acuerdos sociales frente a la insatisfacción profunda, que ha estallado sobre las maneras de vida y condiciones de trabajo en la ciudad.
Todos estos elementos, y muchos más, estarán respaldados por la torta presupuestal más grande en la historia de la ciudad, con un monto de $28 billones que el Distrito deberá repartir y ejecutar de manera efectiva. Así, en el 2022 se deben seguir cerrando las heridas sociales y económicas que ha dejado la pandemia.
Crear más y mejores empleos
La capital sigue siendo uno de los bastiones de la economía nacional, al representar cerca de un tercio del PIB en el país. En los peores momentos de la crisis, Bogotá jalonó hacia abajo las tasas de desempleo, con la pérdida de empleo que se vivió en la ciudad.
Sin embargo, aunque la recuperación ha mostrado indicadores favorables, las cifras de empleo de los últimos años han generado cierta preocupación entre algunos expertos. A pesar de que en 2021 el desempleo descendió cerca de siete puntos porcentuales, la tasa de la informalidad del empleo ronda cerca del 42 %. Esto significa que se recuperó el empleo, pero no su calidad.
“Así, las decisiones que se tomaron a final de año sobre el salario mínimo, a pesar de que parece que benefician a la mayoría, no lo hacen. Un porcentaje bastante bajo de trabajadores ganan el salario mínimo y eso lleva a una reducción de puestos de trabajos formales”, aseguró Carlos Sepúlveda, decano de la Facultad de Economía de la U. del Rosario.
Con el aumento de las personas que viven con salarios de subsistencia, ganan menos del mínimo y no tienen ningún tipo de seguridad social, viene el reto de evitar el deterioro del bienestar de los trabajadores capitalinos y la reducción de los hogares que contribuyen con impuestos a las finanzas de la ciudad.
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Reducir la exclusión social
Uno de los legados de la crisis para la capital ha sido una difícil herencia de exclusión social, desigualdad y pobreza. De esta manera, frente al aumento de la brecha de género, las desigualdades de ingreso y el acceso a tecnologías, entre otros factores, varios sectores sociales han realizado llamados para buscar políticas públicas que enfrenten esta realidad. Y Bogotá, en gran medida, ha cumplido.
Con la creación de programas de inversión complementarios a los subsidios del ámbito nacional, el Distrito ha invertido en programas como el Ingreso Mínimo Garantizado (IMG), con el que benefició a 853.827 hogares pobres y vulnerables en 2021, y cubrió más del 30 % de la brecha de pobreza que tienen las familias más vulnerables.
No obstante, para los expertos, estos canales del gasto continúan siendo ineficientes. En ese sentido, los programas sociales tienen poca visibilidad y transparencia, lo que impide la focalización de los programas de inversión social, para asegurar que los recursos lleguen a aquellos que realmente lo necesitan y de manera eficiente.
Un reto para el 2022, ante el aumento del gasto público social, será la depuración y clasificación de los beneficiarios de estos sistemas, para fortalecer los canales del Distrito y responder a los problemas sociales, aunque para Andrés Giraldo, director del Departamento de Economía de la U. Javeriana, estas medidas, por sí solas, no son suficientes.
“Tiene que haber una combinación de programas con alto impacto económico, como es la infraestructura, junto con programas de alto impacto social. Estos dos generan réditos que producen mayores ingresos en el futuro, mejoras en el desempleo y la inclusión de un número importante de personas que, por su condición económica, están excluidas del sistema económico”, indicó Giraldo.
Aunque Bogotá continúa, en gran medida, siendo una ciudad de pymes, donde cerca del 90 % de las actividades económicas en Bogotá las realizan pequeñas y medianas empresas, expertos señalan que han sido los grandes actores los que más se han beneficiado de los subsidios de la crisis, dejando rezagados a los pequeños empresarios.
“Tenemos que darle un ritmo de reactivación importante a la panadería, la peluquería, a esa economía que se va a creando alrededor de la vida del barrio”, detalló Carlos Sepúlveda, decano de la U. del Rosario. Esto implica una mayor labor de entes como las alcaldías locales, para aumentar la reactivación económica en los pequeños sectores.
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Finalmente, frente a estos retos, los expertos aseguran que se hace necesario establecer acuerdos y reformas sociales, que permitan mejorar la calidad del empleo, agilizar la recuperación económica y la destinación de un repotencializado gasto público. De esta manera, el 2022 puede ser el año de completar la recuperación económica de la ciudad y emprender el camino para mejorar su realidad económica y social.
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