Los tropiezos para el perdón y la reconciliación
La Alcaldía y la Policía, cada una por su lado, llevaron a cabo actos para expresar sus condolencias a los allegados de los fallecidos en las noches de disturbios. Aunque el fin era trazar un camino hacia la reconciliación, la situación terminó mostrando las diferencias entre ambas instituciones. ¿Cómo acercar las partes en un momento tan determinante?
Un acto público, que se preveía solemne y apaciguador, se convirtió en una nueva controversia entre el gobierno distrital y el nacional, que mantienen sus distancias en medio de una de las peores crisis institucionales de la Policía. Ayer, la Alcaldía llevó a cabo tres actividades en las que ofreció perdón a los familiares de las víctimas por los desmanes de la semana pasada, pero la jornada empezó con polémica y terminó en desmanes .
Por un lado, la Policía programó para las 10:00 de la mañana (misma hora de la ceremonia del Distrito) una misa por los uniformados que fallecieron por el COVID-19. Por el otro, a pesar de que la alcaldesa, Claudia López, invitó públicamente al presidente, Iván Duque, al evento, él envió a dos delegados: Miguel Ceballos, comisionado de Paz, y Nancy Patricia Gutiérrez, consejera presidencial para Derechos Humanos.
La silla destinada al primer mandatario quedó vacía. Eso sí, en una acción que ha generado controversia, un posible funcionario distrital puso la etiqueta con el nombre de Iván Duque cuando el evento ya había comenzado... como para la foto. Por más que se quiso mostrar unidad, lo que sucedió hizo más evidente la ruptura entre el Distrito, la nación y la Policía. Una ruptura que se debe empezar a reparar para garantizar verdad y reparación sobre los hechos del 9 y el 10 de septiembre.
En esas dos noches, en la ciudad hubo verdaderas batallas campales que derivaron en la muerte de diez personas en Bogotá y tres en Soacha. Y todo se desató por otra muerte: la de Javier Ordóñez bajo custodia policial, hecho que causó indignación ciudadana. En esas noches también hubo 300 ciudadanos y 165 policías heridos.
En los actos de perdón, la alcaldesa calificó esas jornadas como las más fatídicas en 35 años, desde la toma del Palacio de Justicia, y en reiteró su malestar con la Policía, no solo por los posibles abusos, sino por haber ignorado sus órdenes de no usar armas de fuego contra los manifestantes. Sin embargo, el hecho que en realidad indignó a los contradictores políticos de la alcaldesa fue la forma cómo se comunicó la ausencia del presidente Iván Duque al acto público.
Entonces, una vez más la coyuntura tomó más tintes políticos que de reconciliación, así que en la tarde y noche de ayer, luego de las palabras de perdón, de nuevo se registraron protestas, choques, vandalismo. Por más protocolos planteados, quedó en evidencia que no se están cumpliendo y que ni la Policía ni los manifestantes atendieron el llamado a la calma.
Todo parece ser el resultado del manejo que se le ha dado a la crisis desde el primer día. Basta con recordar que en la primera noche de protestas, el miércoles 9 de septiembre, alcaldesa y presidente vigilaron y analizaron la situación desde sitios diferentes y fue en la madrugada del jueves 10 dieron un balance oficial. También fue evidente la división cuando, mientras desde la Alcaldía se hablaba, incluso, de “asesinatos a manos de policías” y de “disparos indiscriminados contra la ciudadanía”, el Gobierno nacional y la Policía hablaban de procedimientos y de cumplir su labor de resguardar el orden público.
Y luego vinieron los actos de perdón simultáneos, que no fueron solo ayer. El sábado, por ejemplo, hubo una velatón en el Monumento a los Héroes Caídos, en el que policías retirados y familiares de uniformados heridos en las protestas enviaron un fuerte mensaje a la Alcaldía: “No nos arrodillaremos a ningún civil y no hay por qué agacharse a pedir perdón por un acto de dos policías”. Ese mismo día, en el Concejo se adelantó otra actividad en la que la corporación rechazó lo ocurrido, pero, de nuevo, no hubo representación de la Policía ni del Gobierno.
La silla de la discordia
La alcaldesa nombró una a una las trece víctimas de los disturbios y dio a cada familia las condolencias. “Reconocer la gravedad, admitir que esto no debía ocurrir, honrar la memoria de las víctimas es el primer paso para construir un proceso de verdad y justicia, que facilite uno de reconciliación”, dijo López. Mientras pronunciaba su discurso, la cámara enfocó varias veces la silla vacía dispuesta para el presidente.
La controversia explotó y lo que era un acto de unión se convirtió en otra diferencia. Los primeros en rechazar la ausencia de Duque fueron los miembros de la oposición al Distrito, quienes coincidieron en calificar el acto como un “show mediático”. El concejal Yefer Vega (Cambio Radical) afirmó que “está muy mal que un mandatario deslegitime la institucionalidad. Lo de ayer fue un mensaje que ha caído mal y se leyó no como un acto de reconciliación, sino para señalar”.
Más allá fueron dos de los cabildantes del Centro Democrático, partido del presidente, quienes creen que lo que se hizo fue “usar a las víctimas”. Humberto Amín expresó que “el acto fue un show bochornoso y que usó la palabra ‘reconciliación’, pero lo único que hizo fue polarizar y jugar con el dolor de las víctimas”. Jorge Colmenares, por su parte, dijo que “cuando se piense en soluciones para los afectados se pueden empezar a tejer lazos entre Distrito y nación. Hay que empezar desde nuestros propios partidos, pero fue una canallada intentar mostrar que el Gobierno estuvo ausente”.
Sobre esa tarea que viene de acercar ambos gobiernos, por lo menos en lo que respecta al tema de la crisis en la Policía, otra visión tiene la bancada de Gobierno y es que se necesita estar a la altura y reconocer los errores. Diego Cancino (Alianza Verde) aseguró que “la Policía cometió asesinatos. Y los gobiernos distrital y nacional, lo mínimo que pueden hacer es unirse por la vida”. Para Celio Nieves (Polo), el Gobierno debe tomar la iniciativa sobre las reformas a la Policía, “pero ya la alcaldesa evidenció que el presidente se resistió a aceptar que la institución necesita una reestructuración”.
Lejos de unir, lo ocurrido este fin de semana solo evidenció más las grietas entre Alcaldía y Presidencia. Se pudo haber dado un paso para acercarse a la ciudadanía, pero no. Por eso el llamado es claro: ambas instituciones deben empezar a trabajar de la mano, en torno a la búsqueda de la verdad y de soluciones para que las atrocidades que enlutaron a la ciudad esta semana no se repitan.
“¿Por qué pusieron el nombre de Duque en la silla vacía?”: Ceballos
Tras las críticas contra el presidente Iván Duque por su ausencia durante el evento que se desarrolló en la Plaza de Bolívar, el alto comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, aseguró que se sintió “asaltado en su buena fe”. De acuerdo con Ceballos, desde la noche anterior al acto de perdón le habían anunciado al secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, que el presidente no iba a asistir a la ceremonia y que en su representación asistirían Ceballos y la consejera presidencial para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez.
“Sin embargo, cuando llegamos a la Plaza de Bolívar había una silla marcada con el nombre del presidente y manifesté que yo ocuparía esa silla, como lo hice, pero el nombre del presidente no fue removido y ahora veo, con sorpresa y tristeza, que se puso otra silla a la derecha del padre Francisco de Roux en la que también pusieron el nombre de Duque. Fue un asalto a mi buena fe”, aseguró Ceballos.
Desde Palacio de Nariño además se argumentó que Duque ya habló con las familias de las víctimas y visitó a los policías en el hospital.
Un acto público, que se preveía solemne y apaciguador, se convirtió en una nueva controversia entre el gobierno distrital y el nacional, que mantienen sus distancias en medio de una de las peores crisis institucionales de la Policía. Ayer, la Alcaldía llevó a cabo tres actividades en las que ofreció perdón a los familiares de las víctimas por los desmanes de la semana pasada, pero la jornada empezó con polémica y terminó en desmanes .
Por un lado, la Policía programó para las 10:00 de la mañana (misma hora de la ceremonia del Distrito) una misa por los uniformados que fallecieron por el COVID-19. Por el otro, a pesar de que la alcaldesa, Claudia López, invitó públicamente al presidente, Iván Duque, al evento, él envió a dos delegados: Miguel Ceballos, comisionado de Paz, y Nancy Patricia Gutiérrez, consejera presidencial para Derechos Humanos.
La silla destinada al primer mandatario quedó vacía. Eso sí, en una acción que ha generado controversia, un posible funcionario distrital puso la etiqueta con el nombre de Iván Duque cuando el evento ya había comenzado... como para la foto. Por más que se quiso mostrar unidad, lo que sucedió hizo más evidente la ruptura entre el Distrito, la nación y la Policía. Una ruptura que se debe empezar a reparar para garantizar verdad y reparación sobre los hechos del 9 y el 10 de septiembre.
En esas dos noches, en la ciudad hubo verdaderas batallas campales que derivaron en la muerte de diez personas en Bogotá y tres en Soacha. Y todo se desató por otra muerte: la de Javier Ordóñez bajo custodia policial, hecho que causó indignación ciudadana. En esas noches también hubo 300 ciudadanos y 165 policías heridos.
En los actos de perdón, la alcaldesa calificó esas jornadas como las más fatídicas en 35 años, desde la toma del Palacio de Justicia, y en reiteró su malestar con la Policía, no solo por los posibles abusos, sino por haber ignorado sus órdenes de no usar armas de fuego contra los manifestantes. Sin embargo, el hecho que en realidad indignó a los contradictores políticos de la alcaldesa fue la forma cómo se comunicó la ausencia del presidente Iván Duque al acto público.
Entonces, una vez más la coyuntura tomó más tintes políticos que de reconciliación, así que en la tarde y noche de ayer, luego de las palabras de perdón, de nuevo se registraron protestas, choques, vandalismo. Por más protocolos planteados, quedó en evidencia que no se están cumpliendo y que ni la Policía ni los manifestantes atendieron el llamado a la calma.
Todo parece ser el resultado del manejo que se le ha dado a la crisis desde el primer día. Basta con recordar que en la primera noche de protestas, el miércoles 9 de septiembre, alcaldesa y presidente vigilaron y analizaron la situación desde sitios diferentes y fue en la madrugada del jueves 10 dieron un balance oficial. También fue evidente la división cuando, mientras desde la Alcaldía se hablaba, incluso, de “asesinatos a manos de policías” y de “disparos indiscriminados contra la ciudadanía”, el Gobierno nacional y la Policía hablaban de procedimientos y de cumplir su labor de resguardar el orden público.
Y luego vinieron los actos de perdón simultáneos, que no fueron solo ayer. El sábado, por ejemplo, hubo una velatón en el Monumento a los Héroes Caídos, en el que policías retirados y familiares de uniformados heridos en las protestas enviaron un fuerte mensaje a la Alcaldía: “No nos arrodillaremos a ningún civil y no hay por qué agacharse a pedir perdón por un acto de dos policías”. Ese mismo día, en el Concejo se adelantó otra actividad en la que la corporación rechazó lo ocurrido, pero, de nuevo, no hubo representación de la Policía ni del Gobierno.
La silla de la discordia
La alcaldesa nombró una a una las trece víctimas de los disturbios y dio a cada familia las condolencias. “Reconocer la gravedad, admitir que esto no debía ocurrir, honrar la memoria de las víctimas es el primer paso para construir un proceso de verdad y justicia, que facilite uno de reconciliación”, dijo López. Mientras pronunciaba su discurso, la cámara enfocó varias veces la silla vacía dispuesta para el presidente.
La controversia explotó y lo que era un acto de unión se convirtió en otra diferencia. Los primeros en rechazar la ausencia de Duque fueron los miembros de la oposición al Distrito, quienes coincidieron en calificar el acto como un “show mediático”. El concejal Yefer Vega (Cambio Radical) afirmó que “está muy mal que un mandatario deslegitime la institucionalidad. Lo de ayer fue un mensaje que ha caído mal y se leyó no como un acto de reconciliación, sino para señalar”.
Más allá fueron dos de los cabildantes del Centro Democrático, partido del presidente, quienes creen que lo que se hizo fue “usar a las víctimas”. Humberto Amín expresó que “el acto fue un show bochornoso y que usó la palabra ‘reconciliación’, pero lo único que hizo fue polarizar y jugar con el dolor de las víctimas”. Jorge Colmenares, por su parte, dijo que “cuando se piense en soluciones para los afectados se pueden empezar a tejer lazos entre Distrito y nación. Hay que empezar desde nuestros propios partidos, pero fue una canallada intentar mostrar que el Gobierno estuvo ausente”.
Sobre esa tarea que viene de acercar ambos gobiernos, por lo menos en lo que respecta al tema de la crisis en la Policía, otra visión tiene la bancada de Gobierno y es que se necesita estar a la altura y reconocer los errores. Diego Cancino (Alianza Verde) aseguró que “la Policía cometió asesinatos. Y los gobiernos distrital y nacional, lo mínimo que pueden hacer es unirse por la vida”. Para Celio Nieves (Polo), el Gobierno debe tomar la iniciativa sobre las reformas a la Policía, “pero ya la alcaldesa evidenció que el presidente se resistió a aceptar que la institución necesita una reestructuración”.
Lejos de unir, lo ocurrido este fin de semana solo evidenció más las grietas entre Alcaldía y Presidencia. Se pudo haber dado un paso para acercarse a la ciudadanía, pero no. Por eso el llamado es claro: ambas instituciones deben empezar a trabajar de la mano, en torno a la búsqueda de la verdad y de soluciones para que las atrocidades que enlutaron a la ciudad esta semana no se repitan.
“¿Por qué pusieron el nombre de Duque en la silla vacía?”: Ceballos
Tras las críticas contra el presidente Iván Duque por su ausencia durante el evento que se desarrolló en la Plaza de Bolívar, el alto comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, aseguró que se sintió “asaltado en su buena fe”. De acuerdo con Ceballos, desde la noche anterior al acto de perdón le habían anunciado al secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, que el presidente no iba a asistir a la ceremonia y que en su representación asistirían Ceballos y la consejera presidencial para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez.
“Sin embargo, cuando llegamos a la Plaza de Bolívar había una silla marcada con el nombre del presidente y manifesté que yo ocuparía esa silla, como lo hice, pero el nombre del presidente no fue removido y ahora veo, con sorpresa y tristeza, que se puso otra silla a la derecha del padre Francisco de Roux en la que también pusieron el nombre de Duque. Fue un asalto a mi buena fe”, aseguró Ceballos.
Desde Palacio de Nariño además se argumentó que Duque ya habló con las familias de las víctimas y visitó a los policías en el hospital.