La Comisaría de Familia 1 de Usaquén es una de las que más tienen quejas.
Foto: Jose Vargas Esguerra
Estar de pie frente al edificio amarillo opaco, donde funciona la Comisaría de Familia 1 de Usaquén, le produce a Laura A.* “un estrés postraumático”. Para ella, la estructura es el vivo reflejo de la revictimización y del doloroso recuerdo de los cientos de días que lleva sin ver a su niña, de dos años, tras una decisión que considera producto de presuntas negligencias y hechos de corrupción, que por años han ensombrecido la labor de las comisarías en todo el país. La última vez que tuvo a su hija en brazos fue la noche del 8 de abril de...
Por Juan Camilo Parra
Periodista egresado de la Universidad Externado de colombia con experiencia en cubrimiento de orden público en Bogotá.jparra@elespectador.com