Mapa del consumo de sustancias psicoactivas en Bogotá
¿Qué consumen, dónde y con qué frecuencia? Las cifras, de la Secretaría de Salud, reflejan los desafíos que hay en la capital, sobre todo con el cannabis.
Sara Caicedo
Mientras la decisión de hundir el proyecto que buscaba legalizar el uso adulto del cannabis en Colombia sigue generando controversia, en Bogotá hay quienes señalan que, más allá del problema de seguridad y salud pública, existe otra cara: la de los beneficios desde el punto de vista industrial, si hay educación. No obstante, han tenido que luchar contracorriente, en especial al conocer datos del consumo y la relación de los capitalinos con el cannabis y otras sustancias como alcohol, cigarrillo y algunas drogas ilícitas.
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Mientras la decisión de hundir el proyecto que buscaba legalizar el uso adulto del cannabis en Colombia sigue generando controversia, en Bogotá hay quienes señalan que, más allá del problema de seguridad y salud pública, existe otra cara: la de los beneficios desde el punto de vista industrial, si hay educación. No obstante, han tenido que luchar contracorriente, en especial al conocer datos del consumo y la relación de los capitalinos con el cannabis y otras sustancias como alcohol, cigarrillo y algunas drogas ilícitas.
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El mapa del consumo de sustancias psicoactivas de Bogotá (ver gráfico al final), elaborado por la Secretaría de Salud y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Undoc), no solo da pistas de las zonas y poblaciones, sino que lleva a pensar en cómo enfrentar el reto de evitar que el consumo recreativo se vuelva abusivo.
El estudio que a partir de una muestra calculó y perfiló a los consumidores en la ciudad, indica que la marihuana, por ejemplo, fue la sustancia ilícita con mayor consumo en la ciudad.
Resalta que el 14,95 % de los bogotanos (casi 971.000) han consumido cannabis al menos una vez en la vida, que 371.086 personas (5,71 %) la consumieron en el último año y que la mayoría de los consumidores son de estratos 4, 5 y 6. Dos datos más: gran parte empezó a consumir cuando cumplieron 17 años y actualmente 148.804 tienen abuso o dependencia. Estas cifras, en resumen, señalan que dos de cada 100 bogotanos hoy tienen problemas con la marihuana.
Las cifras ayudan a entender el asunto desde la salud pública, pero para Alberto Sánchez, investigador en asuntos de defensa, esto no se puede desligar de la seguridad. Desde la intervención del Bronx, en Bogotá, el tráfico se fragmentó. Asimismo, evolucionó, sobre todo, en sustancias sintéticas. Sin embargo, el problema central es la oferta en espacios públicos, algo ligado a la violencia.
“Cuando esa distribución alcanza el nivel de comisión de homicidios, de intimidación, porque las personas que distribuyen las drogas no lo permiten y de violencia armada por la distribución, se tiene la parte más compleja de la dinámica del narcotráfico”, agregó.
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Otra de las dificultades del consumo en la seguridad de la ciudad está relacionado con la oferta. “Tiene que ver con la conflictividad social. Hay tantos tabús sobre el consumo de drogas, que su distribución se vuelve un factor de conflictividad. Eso sí, no todas las veces pasa a la dimensión criminal, o sea, a ejercer violencia”, agrega.
Además, recalca que la dependencia de estas sustancias une directamente el problema de inseguridad con el de salud pública, teniendo en cuenta la evidente falta de educación frente a las sustancias. “El ejemplo son los jóvenes que empiezan a consumir sin saber cómo pueden terminar en patrones de agresión contra otros. Entonces, puede terminar siendo un problema de salud que se expresa en el espacio público, y que va desde la violencia interpersonal hasta poner en peligro su integridad e incluso su vida”.
Asimismo, con las cifras publicadas por la cartera de Salud se evidencia que hay otra demanda también compleja, que es la del alcohol y cigarrillo, la cual tiene que ver con los patrones culturales sobre el consumo que hay en la capital.
Para Angélica María Castellanos, integrante de la Red de Mujeres Cannábicas Colombia y lideresa de la Mesa Distrital Cannábica de Bogotá (organización que busca ser reconocida a través de una política pública por la Secretaría de Salud), los problemas con el consumo, sobre todo del cannabis, sí son alarmantes. “No hay una buena regulación. El ciudadano está vulnerable a cualquier tipo de violencia generada en torno a la inseguridad social, la pobreza y el tema ambiental”.
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Y agrega: “Aunque el actual Gobierno le está poniendo atención a la problemática, lo está haciendo desde una base social. Para nosotros ha sido un éxito el que acojan nuestros programas y podamos hacer pedagogía con los jóvenes frente al consumo. Cerrar esas puertas al diálogo comunitario puede ser gravísimo”.
La otra cara del cannabis
Aunque el diagnóstico de consumo plantea desafíos, también da luces sobre las oportunidades. Si bien sirve para focalizar estrategias de salud, igual deja ver que hay una población que parece preparada para vivir en un mundo con cannabis legal, en el que se pueden aprovechar los subproductos de la planta.
Ese es básicamente el mensaje de la Mesa Distrital Cannábica, reconocida por el mismo secretario de Salud, Alejandro Gómez, quien la ve como una comunidad “interesante, alrededor de lo que es el uso del cannabis, pero también de los derivados de la marihuana, que pueden tener usos desde lo terapéutico, gastronómico e industrial, más allá de lo recreativo”.
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Hoy esta Mesa adelanta acercamientos con el Distrito para buscar su institucionalización. Pero esta organización no es la única que refleja la atención que se le debe dar a este gremio, también las 120 empresas dedicadas a la industria del cannabis en Bogotá, que quiere impulsar el Distrito desde la Secretaría de Desarrollo Económico.
No obstante, son conscientes de los desafíos regulatorios y que el proyecto que se hundió, sin duda, hubiera ayudado con el marco legal. Para Alfredo Bateman, secretario de Desarrollo Económico, la decisión del Congreso afecta, sobre todo, el fortalecimiento de un mercado interno, que quiere explorar mercados internacionales.
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Ahora, con la caída del proyecto, no solo se mantiene la ilegalidad sobre la sustancia, sino que se les quita a los emprendedores la posibilidad de visibilizar su producto. “Aunque fortalezcamos mercados internos e incluso algunos productos con regularización, con la decisión la cadena se ve afectada”.
Si bien el tema de salud y seguridad es clave y prioritario, Bateman dice que esta industria también es la posibilidad para crear nuevos sectores económicos en Bogotá. “Pero debemos trabajar en hacerle mucha pedagogía al consumidor, que sepan para qué sirve cada producto”, concluyó.
Las discusiones alrededor del cannabis y sus derivados sigue abierta y seguro se mantendrá hasta tanto se llegue a un camino que logre conciliar los retos en salud, seguridad y desarrollo.
Consumo de sustancias psicoactivas de Bogotá:
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