Joven fue abusada sexualmente dentro de un carro en Bogotá, este es su testimonio
Los hechos ocurrieron sobre la avenida Caracas con calle 45, cuando un hombre metió a una joven de 22 años en un carro blanco con vidrios polarizados. Entre ese sujeto y el conductor la abusaron sexualmente. Hoy, a pesar de que ha recibido acompañamiento de la Línea Púrpura, recalca que el proceso ha sido lento, que no hubo presencia de la Policía y que vive con miedo de salir de su casa.
Sara Caicedo
“Me siento nadando en contra de la corriente”, estas son las palabras que Luisa Fernanda, una joven de 22 años, repetía mientras contaba lo que le sucedió el pasado 10 de agosto, cuando fue víctima de abuso sexual dentro de un carro particular en Bogotá.
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“Me siento nadando en contra de la corriente”, estas son las palabras que Luisa Fernanda, una joven de 22 años, repetía mientras contaba lo que le sucedió el pasado 10 de agosto, cuando fue víctima de abuso sexual dentro de un carro particular en Bogotá.
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Los hechos ocurrieron cuando ella se dirigía a su universidad, ubicada en la localidad de Chapinero. Estando en la avenida Caracas, con calle 45, en la salida norte de la estación de Transmilenio, comenzó a caminar en dirección a la carrera 13, y aunque había bastantes carros y personas, mientras ella iba cruzando el semáforo, un sujeto la cogió por la espalda y la subió a un vehículo.
“Un hombre me agarró por detrás, yo creí que era un conocido, no reaccioné. Me quedé en shock, ni siquiera procese lo que me estaba pasando en ese momento. Me subió a un carro blanco de vidrios polarizados, no podía ver nada, no podía ubicarme ni nada”, contó.
De acuerdo con la joven, el vehículo comenzó a avanzar, y en este solo se encontraba el hombre que iba manejando y el sujeto que la subió al carro en contra de su voluntad. Esta persona, según Luisa, es un hombre alto, canoso, de aproximadamente 53 años y con gafas.
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“Yo empecé a llorar, a decirles que no me hicieran nada, les pasé mis cosas: mi maleta y mi celular, pero ellos solo dijeron “nosotros no somos ladrones”, y el sujeto que me subió al carro me bajó el pantalón y me metió su mano en mis partes íntimas”.
Después de esto, Luisa sintió que el carro paró, en lo que ella cree era un semáforo, y ahí el conductor se bajó del carro y se pasó a la parte de atrás, y el otro sujeto procedió a bajarse para manejar. El que era el conductor en un principio, la abusó de la misma manera que el otro sujeto, y aunque ella suplicaba para que pararan y expresaba que le dolía, que la estaban lastimando, estos hombres no dejaron de hacer lo mismo en cada semáforo.
“Así lo hicieron mucho tiempo y cuando decía que me dolía mucho, uno de ellos me dijo “tranquila mamita que yo le tengo algo para que no le duela” y me dio un polvo blanco y me decía “absorba” y me empecé a sentir mareada, pero siempre estuve consciente”.
En medio de la situación, Luisa nunca pudo ubicarse y el carro paró definitivamente cuando llegaron a la calle 85, entre las carreras 13 y 12. Allí, antes de bajarla, uno de los hombres le dijo “bájese, no grite y no diga nada”. En ese instante, ella se bajó como pudo, y en medio de la confusión y al tratar de ubicarse, el vehículo ya se había ido, no alcanzó ni siquiera a ver las placas.
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“Caminé al Carulla (de la carrera 15 con calle 85), ahí en esa esquina empecé a buscar ayuda, no había ningún policía, solo una patrulla, me acerqué a contarle lo sucedido a los uniformados que estaban allí dentro, pero me dijeron que ellos no podían hacer nada. Después de eso me comuniqué con mi familia y llegaron, después tomé un servicio de ambulancia que me trasladó al Hospital San Ignacio”.
Estando en el hospital, Luisa ingreso a ginecología, allí le hicieron los respectivos exámenes, cuyos resultados demostraron el maltrato que sufrió la joven en sus partes íntimas. “Incluso la médica me dijo que entrara al baño, pero yo no podía, me dolía. Y aunque esperé un tiempo, la policía nunca llegó, y en el hospital me hicieron firmar un formato de la Alcaldía, en el que estaba la hora de llegada y lo sucedido”.
En medio de la impotencia, la familia de la joven recurrió a la Línea Púrpura del Distrito, en donde contaron lo sucedido. “Ellas me hacen un acompañamiento, me enviaron un correo para enviar los videos de las cámaras de los sitios en los que pasó eso para tener una prueba, pero es frustrante porque hasta dentro de 8 días tengo la cita en la Fiscalía de Palo Quemado para denunciar”.
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Es decir, el abuso sexual ocurrió el 10 de agosto y hasta el próximo 25 del mismo mes es que la van a atender para hacer la respectiva denuncia. “Es como si uno nadara contra la corriente porque uno quisiera encontrar la solución y la calma lo más pronto posible, me da miedo no tener las placas de ese carro, no saber quién está detrás de mí y todo”.
Este caso, Luisa también lo hizo público a través de su cuenta en Instagram. Y después de un tiempo de publicarlo, la contacto otra joven, quien le comentó que a una amiga de ella le intentaron hacer lo mismo, solo que esta vez habría sucedido en frente de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, en la calle 28 #5B-02, en la localidad de Santa Fe.
“No sé si alguien más conozca o haya vivido un caso similar, cuando me sucedió a mí, mientras el señor me iba metiendo al carro, nadie hizo nada, la gente no tiene empatía”, agregó Luisa.
Y aunque, según ella, “las chicas de la Línea Púrpura me dicen que no me preocupe, van pasando los días, es más tiempo de espera, vuelvo y repito, es como nadar contra la corriente, es como si uno nunca pudiera llegar a lo que realmente necesita, y el medio de salir a la calle sigue latente”.
Después de lo sucedido, Luisa comenzó a ver un psicólogo particular, ya que en su EPS le dieron cita hasta finales de septiembre. Este profesional de la salud le diagnosticó estrés postraumático. “De tan solo pensar que uno tiene que volver a la realidad es difícil, es difícil volver a salir y que te vuelvan a quitar la calma, es un proceso muy difícil”.
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La joven recalca que ella no tiene enemigos, ni una expareja que quiera hacerle daño, y aunque así fuera, nada justifica el abuso del que fue víctima. “Salgo y no me logro ubicar, estoy pendiente todo el tiempo de la cara de todos, me da miedo en ellas ver la cara de esos hombres”.
Y aunque su familia ha sido un gran apoyo, desde que vivió el abuso su vida quedó marcada. “Tengo miedo de salir y siento una impotencia grandísima, con mi familia hemos tratado de enviar correos a la Alcaldía para que nos ayuden a conseguir los videos de las cámaras de seguridad, y aunque no sé si en la Fiscalía vaya a pasar algo, quiero tener la tranquilidad de saber las placas de ese carro para estar pendiente”.
Finalmente, Luisa recalca que esto que vivió también la obligó a enfrentarse a un desconocimiento de los debidos procesos que tienen que cumplir las víctimas de este tipo de abusos. “En medio de la ignorancia no sabíamos que el hospital tenía que llamar a la Policía ni a dónde acudir. Mi familia fue la que hizo la denuncia ese mismo día, nosotros no sabíamos que los uniformados tenían que llegar al hospital y eso no sucedió, siento que es un derecho que te están quitando”.
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