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Después de que una pastilla de la droga “Z” ingresa por vía oral, tarda entre 10 a 15 minutos en hacer efecto. Primero adormece la boca y luego la persona entra en estado de inconsciencia, “como cuando uno se está quedando dormido”, dicen los expertos. Con la droga en el cuerpo, cuyo efecto dura alrededor de 12 horas, la víctima queda indefensa y vulnerable.
Esa sensación la experimentó Pawel Camilo Restrepo, el ingeniero que el 12 de mayo fue drogado en un bar, luego asaltado y, finalmente, cuando caminaba desorientado, murió arrollado por un vehículo, en el occidente de Bogotá. Algo similar vivieron un uniformado de la Policía y un comerciante, quienes fueron reportados como desaparecidos y después los encontraron en centros médicos, bajo los efectos de altas dosis de sedantes.
El agravante detrás de estos casos es la sustancia que usaron los delincuentes: una droga denominada “Z”, que se puede comprar, sin receta médica, casi en cualquier farmacia de la ciudad. Por lo menos en droguerías de tres localidades diferentes de Bogotá hay venta libre de estas pastillas, mientras que, en otras dos, de esos mismos sectores, exigieron fórmula médica. Pero así como se falsifican documentos de identidad, el mercado negro abre las puertas de acceso a esos perjudiciales fármacos.
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Estos hechos, dicen las autoridades, dejan en evidencia la transición que ha tenido la forma de operar de las organizaciones delincuenciales, quienes se han renovado para delinquir, pues lo que se llegó a conocer como escopolamina o burundanga está mandado a recoger, señalan. “Hemos conocido, por un grupo de expertos, que las organizaciones ya no usan esos elementos para operar. Hoy en día suministran medicamentos para adormecer a las personas y así ejecutan sus acciones delictivas”, indicó el general Eliécer Camacho, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá.
Pese a las advertencias de las instituciones, se siguen reportando víctimas, quienes caen en las redes de las estructuras criminales por desinformación o incredulidad. Es por esto que la Policía de Bogotá publicó el cartel de las 10 más buscadas, señaladas de drogar con este tipo de elementos a hombres incautos que se dejan seducir en bares. Por cualquier tipo de información, que permita dar con el paradero de alguna de ellas, se ofrece una recompensa de hasta $10 millones.
Droga “Z”, un efecto somnífero
En una droguería de barrio de la localidad de Kennedy, la droga “Z”, por 30 tabletas, vale entre $25.000 y $30.000. La caja por 20 pastillas vale casi la mitad. Cada tableta es de 7,5 miligramos y con una sola es suficiente para dormir profundamente unas 12 horas, aproximadamente. Suministrar más de una puede generar estado de inconsciencia por varios días, ya que el efecto se va acumulando.
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Según el personal médico, este fármaco se debe consumir solo bajo prescripción y por tratamientos para controlar el insomnio, los cuales no pueden exceder las dos semanas, pues su alto componente químico puede generar dependencia. Por su parte, los farmaceutas insisten en que la orientación de los especialistas en estos procesos es clave, pues cada paciente es un caso específico y automedicarse puede atentar contra la salud.
De la droga “Z” hay tres variedades, pero una de ellas es la de más fácil acceso. Sin duda, está en todas las farmacias y con seguridad se encuentra en cualquier droguería de barrio. Las otras dos variedades las suministran las EPS para tratamientos específicos, pero tienen un mismo fin, dormir a la gente. “Nosotros vendemos solo con fórmula y, a pesar de ser para tratar temas como el insomnio, no la recomendamos por su potencia”, explica Diego Triviño, farmaceuta.
Según el profesional, este medicamento genera un adormecimiento en la lengua y hace que la persona se sienta confundida. “Si usted se toma una sola, a las 10:00 p.m. y se levanta a las 8:00 a.m. amanece relativamente bien, depende de la persona. Pero si usted se toma (o le suministran) tres o cuatro pastillas (como ha ocurrido en los casos más recientes), al otro día se puede despertar, pero no es consciente. Estará adormecido por varios días”, cuenta.
Con las personas indefensas y vulnerables es que los delincuentes aprovechan para hurtarles sus pertenencias. En el peor de los casos, obligarlo a dar datos importantes, lo que harían del robo una verdadera pesadilla. “Como está confundido, cualquier pregunta que le hagan usted la puede responder a voluntad de otras personas, como la clave de la tarjeta o dónde vive. Así usted esté despierto, no es consciente de lo que está pasando”, agrega Diego.
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En algunos de los casos más extremos, de personas a las que se les suministran estos medicamentos, se han confirmado problemas para retomar el habla y la conciencia hasta por 15 días, debido a que las dosis son altas y generan, pese a estar despiertos, que el ser humano no coordine y no recuerde qué pasó durante ese período.
De acuerdo con la Policía, en lo corrido del año se han recibido 85 llamadas en Bogotá, de casos que relacionan a mujeres con la comisión de este delito. No obstante, al ser información de dudosa procedencia, son datos que deben ser sometidos a una verificación para establecer de forma precisa la modalidad.
El relato de algunas de las víctimas ha permitido establecer que la forma más común en la que les suministran el medicamento es por vía oral. Aparentemente la pastilla es triturada y disuelta en bebidas. Como el medicamento no genera un cambio en el color de los elementos con los que se mezcla y su sabor puede pasar inadvertido en líquidos como el licor, hace que la sensación no se perciba.
Los recientes casos reviven el debate de la regulación de ciertos medicamentos que están usando los delincuentes para cometer hurtos. Si bien en principio no son letales, de no controlar su libre comercialización no pasará mucho tiempo en que un caso como el del ingeniero Pawel Camilo se pueda repetir.