Mi compromiso con Bogotá: carta a los bogotanos de Carlos Fernando Galán
Este es el mensaje del alcalde electo horas antes de asumir las riendas de la capital.
Carlos Fernando Galán
Desde muy joven entendí que es en la ciudad, en el ámbito local, donde más rápido se pueden lograr las grandes transformaciones que necesita una sociedad para progresar. Por razones desafortunadas que no vienen al caso, parte de mi adolescencia la viví fuera del país. Estudié el bachillerato en París, una ciudad que no era la mía, pero que funcionaba bastante bien para sus habitantes. Visitaba Bogotá frecuentemente y muy pronto el contraste entre ambas ciudades me llevó a entender que una ciudad puede marcar una enorme diferencia en la calidad de vida de sus habitantes.
LEA: Resistir, persistir y nunca desistir: la carta de despedida de Claudia López
Asumo como alcalde de Bogotá con la enorme responsabilidad de liderar esas transformaciones y hacer que los grandes proyectos de nuestra ciudad avancen y se hagan realidad. Pero también lo hago con una gran ilusión porque estoy convencido de que en los próximos cuatro años son muchas las vidas que vamos a mejorar y muchos los cambios que vamos a lograr en nuestra ciudad.
El histórico resultado del 29 de octubre muestra que las expectativas son altas. Cada voto es un mandato contundente: la gente quiere ver una Bogotá que avanza, en la que las obras se contratan, ejecutan y entregan con transparencia y eficiencia, los parques y las calles son lugares seguros para todos y el transporte público presta un servicio digno y de calidad.
Las grandes transformaciones, sin embargo, toman tiempo. Sé lo poco popular que puede ser pedir paciencia desde el principio de mi mandato, pero tenemos que ser conscientes de que la Bogotá que soñamos no se construye de la noche a la mañana. Necesitamos paciencia y, sobre todo, compromiso. Un compromiso con Bogotá, porque es entre todos, juntos, que vamos a lograr esos cambios.
Y este compromiso es todavía más necesario si tomamos en consideración la ciudad que hoy recibimos. Bogotá ha avanzado en temas importantes, como el sistema distrital de cuidado, que vamos a consolidar y ampliar, y la primera línea de metro, a la que vamos a darle continuidad y a revisar lo necesario para que las obras avancen con eficiencia y transparencia.
Sin embargo, reconocer los aciertos no puede llevarnos a dejar de ver con preocupación algunos aspectos de la situación actual de Bogotá. Primero: las finanzas públicas de Bogotá atraviesan una complicada realidad. Tenemos poco espacio para financiar nuevos proyectos que necesita la ciudad porque el nivel de endeudamiento llegó a niveles nunca antes vistos en Bogotá. Recibimos una ciudad muy cerca al límite legal de endeudamiento: mientras que en 2019 la deuda era de $3,3 billones, Claudia López deja al Distrito con una deuda superior a los $10 billones.
El sistema de transporte público de Bogotá está desfinanciado, lo que significa que el próximo año tendremos que destinar más de $3 billones del presupuesto para cubrir los costos de operación del sistema. En el presupuesto planteado por la alcaldía anterior para el 2024 se contempla un aumento de la tarifa del transporte público hasta llegar en el componente troncal y en el zonal a $3.100.
Algo parecido sucede con la tarifa del servicio de aseo, pues la administración saliente tomó decisiones frente al manejo de residuos en Bogotá que implican que desde enero la tarifa de aseo aumentará alrededor del 15%. Un golpe directo a las finanzas personales de los bogotanos.
Otros sectores como la salud tienen graves problemas financieros y proyectos exitosos, como Jóvenes a la U, no tienen garantizados recursos para abrir nuevas convocatorias que les permitan a muchos más jóvenes acceder a la universidad. Todo esto nos obliga a buscar soluciones innovadoras para sacar adelante los grandes proyectos de la ciudad y lograr que el bolsillo de los bogotanos sufra lo menos posible.
También recibimos una ciudad con una situación de inseguridad desbordada. La estrategia de seguridad de la administración saliente fracasó y es urgente recuperar la tranquilidad en Bogotá. Vamos a trabajar hombro a hombro con la Policía para que nuestra ciudad sea segura para todos y especialmente para mujeres y niños. Es claro que la frustración de ver el deterioro de la seguridad, así como el incumplimiento de algunas obras, ha aumentado. Recibimos una Bogotá desanimada y vamos a trabajar sin descanso para recuperar la confianza y el amor propio.
Como nuevo alcalde, me comprometo a trabajar con entrega total para que la ciudad vuelva a creer, el metro sea una realidad, podamos tener una ciudad segura, las obras avancen con eficiencia, las mujeres no sientan miedo en las calles ni en el transporte público y la administración distrital hable siempre con la verdad. Soy consciente de que la responsabilidad principal está sobre mis hombros. Le doy mi palabra a Bogotá y le hago un pedido expreso y contundente al gabinete distrital: esta será una alcaldía con presencia permanente en la calle, con comunicación constante con la gente. Vamos a usar el escritorio y la oficina cuando sea absolutamente necesario, pero nuestro despacho, a partir de hoy, será la calle.
Cierro con una invitación para la ciudadanía: volvamos a creer que una Bogotá distinta es posible, volvamos a ilusionarnos con la Bogotá que soñamos y volvamos a trabajar juntos para hacer de esa ciudad una realidad.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.
Desde muy joven entendí que es en la ciudad, en el ámbito local, donde más rápido se pueden lograr las grandes transformaciones que necesita una sociedad para progresar. Por razones desafortunadas que no vienen al caso, parte de mi adolescencia la viví fuera del país. Estudié el bachillerato en París, una ciudad que no era la mía, pero que funcionaba bastante bien para sus habitantes. Visitaba Bogotá frecuentemente y muy pronto el contraste entre ambas ciudades me llevó a entender que una ciudad puede marcar una enorme diferencia en la calidad de vida de sus habitantes.
LEA: Resistir, persistir y nunca desistir: la carta de despedida de Claudia López
Asumo como alcalde de Bogotá con la enorme responsabilidad de liderar esas transformaciones y hacer que los grandes proyectos de nuestra ciudad avancen y se hagan realidad. Pero también lo hago con una gran ilusión porque estoy convencido de que en los próximos cuatro años son muchas las vidas que vamos a mejorar y muchos los cambios que vamos a lograr en nuestra ciudad.
El histórico resultado del 29 de octubre muestra que las expectativas son altas. Cada voto es un mandato contundente: la gente quiere ver una Bogotá que avanza, en la que las obras se contratan, ejecutan y entregan con transparencia y eficiencia, los parques y las calles son lugares seguros para todos y el transporte público presta un servicio digno y de calidad.
Las grandes transformaciones, sin embargo, toman tiempo. Sé lo poco popular que puede ser pedir paciencia desde el principio de mi mandato, pero tenemos que ser conscientes de que la Bogotá que soñamos no se construye de la noche a la mañana. Necesitamos paciencia y, sobre todo, compromiso. Un compromiso con Bogotá, porque es entre todos, juntos, que vamos a lograr esos cambios.
Y este compromiso es todavía más necesario si tomamos en consideración la ciudad que hoy recibimos. Bogotá ha avanzado en temas importantes, como el sistema distrital de cuidado, que vamos a consolidar y ampliar, y la primera línea de metro, a la que vamos a darle continuidad y a revisar lo necesario para que las obras avancen con eficiencia y transparencia.
Sin embargo, reconocer los aciertos no puede llevarnos a dejar de ver con preocupación algunos aspectos de la situación actual de Bogotá. Primero: las finanzas públicas de Bogotá atraviesan una complicada realidad. Tenemos poco espacio para financiar nuevos proyectos que necesita la ciudad porque el nivel de endeudamiento llegó a niveles nunca antes vistos en Bogotá. Recibimos una ciudad muy cerca al límite legal de endeudamiento: mientras que en 2019 la deuda era de $3,3 billones, Claudia López deja al Distrito con una deuda superior a los $10 billones.
El sistema de transporte público de Bogotá está desfinanciado, lo que significa que el próximo año tendremos que destinar más de $3 billones del presupuesto para cubrir los costos de operación del sistema. En el presupuesto planteado por la alcaldía anterior para el 2024 se contempla un aumento de la tarifa del transporte público hasta llegar en el componente troncal y en el zonal a $3.100.
Algo parecido sucede con la tarifa del servicio de aseo, pues la administración saliente tomó decisiones frente al manejo de residuos en Bogotá que implican que desde enero la tarifa de aseo aumentará alrededor del 15%. Un golpe directo a las finanzas personales de los bogotanos.
Otros sectores como la salud tienen graves problemas financieros y proyectos exitosos, como Jóvenes a la U, no tienen garantizados recursos para abrir nuevas convocatorias que les permitan a muchos más jóvenes acceder a la universidad. Todo esto nos obliga a buscar soluciones innovadoras para sacar adelante los grandes proyectos de la ciudad y lograr que el bolsillo de los bogotanos sufra lo menos posible.
También recibimos una ciudad con una situación de inseguridad desbordada. La estrategia de seguridad de la administración saliente fracasó y es urgente recuperar la tranquilidad en Bogotá. Vamos a trabajar hombro a hombro con la Policía para que nuestra ciudad sea segura para todos y especialmente para mujeres y niños. Es claro que la frustración de ver el deterioro de la seguridad, así como el incumplimiento de algunas obras, ha aumentado. Recibimos una Bogotá desanimada y vamos a trabajar sin descanso para recuperar la confianza y el amor propio.
Como nuevo alcalde, me comprometo a trabajar con entrega total para que la ciudad vuelva a creer, el metro sea una realidad, podamos tener una ciudad segura, las obras avancen con eficiencia, las mujeres no sientan miedo en las calles ni en el transporte público y la administración distrital hable siempre con la verdad. Soy consciente de que la responsabilidad principal está sobre mis hombros. Le doy mi palabra a Bogotá y le hago un pedido expreso y contundente al gabinete distrital: esta será una alcaldía con presencia permanente en la calle, con comunicación constante con la gente. Vamos a usar el escritorio y la oficina cuando sea absolutamente necesario, pero nuestro despacho, a partir de hoy, será la calle.
Cierro con una invitación para la ciudadanía: volvamos a creer que una Bogotá distinta es posible, volvamos a ilusionarnos con la Bogotá que soñamos y volvamos a trabajar juntos para hacer de esa ciudad una realidad.
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