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En octubre del año pasado el país se sorprendió por la historia de Ángela Ferro, una mujer de 30 años que recibió siete hachazos en la cabeza por parte de su exnovio, Miguel Parra. Seis meses después de la agresión, la mujer habló con el programa Séptimo Día y contó cómo conoció a Parra y qué pasó el día de la agresión.
Ángela Ferro contó que su historia con Miguel Parra inició a inicios de 2020, en Tinder, una aplicación de citas. “Yo le di like a la foto de él. Tenía fotos muy chéveres en cuanto a su estética. Miguel es agradable. Es alto, tenía el pelo largo y a mí me gustaba, su barba, la forma en cómo se vestía, en como hablaba…”.
Como Parra también le dio ´me gusta´ a su foto, comenzaron a hablar. “Él me dijo que lo siguiera por Instagram. Me contó que tenía una tienda de mascotas y eso me llamó mucho la atención porque a mí me gustan mucho los animales”, explicó Ferro, quien también le contó sobre su vida: lo que estudiaba, el proyecto que tenía y sobre su hijo de 12 años. “Nos contábamos básicamente como me había ido con las ventas, que proyectos tenía, él me mandaba fotos de tatuajes, de los diseños que estaba haciendo. Me hablaba casi todos los días, me escribía muy temprano”.
Tras varios días hablando virtualmente, Ferro y Parra decidieron conocerse en persona. “Empezamos a salir, fuimos a cine. Como Miguel es cristiano no hacíamos planes de ir a tomar ni nada de esto, veíamos películas o íbamos a comer. Él después empezó a ir a mi casa. Yo vivía con una amiga. El primer día que fue a la casa yo le dije a mi amiga, preparé la cena, se lo presenté a ella. O sea, estábamos haciendo las cosas muy bien y en orden”, contó.
Desde ese momento ambos comenzaron a tener más confianza por lo que Parra empezó a quedarse en su casa durante algunos días. “Él comenzó a quedarse en mi casa al mismo tiempo en el que inicio la pandemia (…) fue más o menos como a los 15 días de conocernos”, dijo Ferro, quien aseguró que permitió que eso sucediera porque él era muy atento.
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“Lo que pasa es que él era una persona demasiado buena gente. Era respetuoso, super caballeroso, muy atento. Yo le decía que parecía el ´chico diez´ porque tenía todo lo que a mí me gustaba. Le gustaba la música, los animales, los programas. Fue básicamente un idilio porque todos los días hacíamos comidas especiales, veíamos películas. Era muy chévere”, relató.
Parra alternaba entre la casa de Ángela Ferro y la casa en la que vivía con su mamá y su tía, sin embargo, para mayo de ese año, ambos decidieron buscar un nuevo lugar para irse a vivir juntos. El lugar escogido fue una casa de un conjunto en el norte de Bogotá, a la que se fueron a vivir con el hijo de Ferro, de 12 años.
Los primeros días de convivencia estuvieron en orden, pues Ferro asegura que Parra intentaba hacerla feliz. “Él era una persona muy dedicada a mí. Siempre se esforzaba mucho por hacerme feliz, era tierno, amoroso, atento, me acompañó a hacer las entregas de mis ventas. Me apoyaba mucho”, indicó.
Cuando se mudaron, Ferro supo que Parra contaba con un juego de hachas. “Él tenía varias hachas porque a él siempre le gustaba el tema del leñador. Él me dijo que las utilizaba para tomarse fotos. No me pareció peligroso porque teníamos las hachas en un closet guardadas”, explicó.
Así pasaron los meses restantes de la cuarentena obligatoria. Cuando se empezaron a levantar las restricciones, Ángela fue a visitar a sus amigos. “En una ocasión yo me fui con mi hijo a la casa de mis amigos, estábamos allá y Miguel me empezó a llamar furioso porque yo no llegaba a la casa. Yo creo que me llamó unas 70 veces esa noche”, relató Ferro.
Y fue a partir de ese momento que los episodios de celos de Miguel Parra se hicieron más evidentes para ella. “Ya había desconfianza cada vez que me iba a ir a ver con mis amigos. Siempre discutíamos por ese tema. A él le parecía increíble que yo saliera un fin de semana, que me vistiera de cierta forma o que maquillara de una manera particular”.
Además, Parra comenzó a revisarle el celular, sus redes sociales y los amigos que tenía. Le cuestionaba por las personas que le daban ´me gusta´ o comentaban sus fotos, acciones que no pasaron desapercibidas para ella, pero la situación que la llevó a decidir dar por terminada la relación fue una semana antes del ataque.
Ferro y Parra iban en Transmilenio, cuando un ladrón le quitó el celular a ella. En ese momento, Parra corrió tras esta persona y logró atraparla. “Llegó la Policía, lo llevaron a una estación que tienen dentro del portal Norte, ahí estaban todos los detenidos. Miguel empezó a gritarle mucho a los ladrones, empezaron a pelear”, indicó Ferro.
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Esa situación enojó a Miguel Parra, tanto así que, por la noche, cuando ya estaban en la casa, salió solo. “Tiró la puerta super duro y mi hijo se despertó, me pidió que si se podía acostar conmigo y le dije que sí. Miguel llegó como a las dos horas y cuando vio que mi hijo estaba acostado en la cama se puso como loco. Ese día discutimos, yo le dije que me parecía increíble que no respetara que estuviera mi hijo. Le dije que hasta ahí íbamos, que la relación se acababa”, dijo.
Durante los días siguientes Ferro se preparó para irse de la casa y el 17 de octubre, el día en el que se iban a despedir, se sentaron a hablar en la sala. “Empezó a decirme que con cuántos hombres había estado yo, que porque él no había estado con muchas mujeres, que su religión lo prohibía, que si yo me estaba viendo con mi exnovio, que si yo le era infiel. Comenzamos a discutir, luego sentí un golpe y hasta ahí recuerdo”, contó.
Ángela Ferro se despertó en el hospital, desorientada. “Yo no sabía dónde estaba, porqué estaba ahí, qué me había pasado. Yo me vi la camisa llena de sangre y me dolía mucho la cabeza”, explicó Ferro. Fueron las enfermeras del lugar las que le dijeron que había sido agredida con un hacha, siete veces.
“Yo me tocaba la cabeza y todo tenía cortadas. La sangre me salía por montones, todos fueron en la cabeza (…) Mi doctor hace una semana que estuve en control me dijo: ´Tú estás viva de milagro. Me mostró los exámenes de mi cabeza, literal está como cuando tu dejas caer un plato que se fracciona en muchas partecitas. Uno de los golpes fue a milímetros de una vena principal”, explicó Ferro.
Séptimo Día también tuvo acceso a los documentos de la clínica que revelan que Ferro sufrió una fractura en la bóveda del cráneo, un traumatismo cerebral focal, una hemorragia epidural y dos traumatismos intracraneales. Las heridas fueron entre 4 y 12 centímetros. Por las heridas Ángela Ferro tuvo una incapacidad de 61 días, es decir, dos meses.
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En el hospital, Ángela Ferro pidió ver a su hijo, quien fue el que terminó contándole lo que sucedió. “Mi hijo me dijo: yo escuche que Miguel comenzó a gritarte groserías yo intente bajar a mirar que es lo que estaba pasando y cuando Miguel me vio me empezó a gritar que subiera. Entonces como yo no me quería subir, el subió conmigo y con el hacha me amenazó. Él me dijo que me quedara ahí y no le dijera a nadie o me pasaba lo mismo que a mi mamá”, relató el menor a su madre.
Aunque Parra lo encerró, el menor logó romper la puerta para llamar a su abuelo y a la Policía. Fue así como las autoridades llegaron y llevaron a Ángela Ferro hasta el hospital, pues para ese momento, Miguel Parra había huido, sin embargo, sus intentos por esconderse no dieron resultado, pues pese a que cambió su aspecto para evitar ser identificado, la Policía lo capturó nueve días después del ataque.
En la audiencia de imputación de cargos, la Fiscalía le imputó a Parra el delito de tentativa de feminicidio agravado, delito que este no aceptó, sin embargo, un juez de control de garantías decidió enviarlo a prisión mientras el juicio avanza.