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Chester era un french poodle, de siete años, que vivía en la localidad de Suba. Aunque era un perro sano, que tenía todas sus vacunas al día, una tarde cualquiera comenzó con estornudos y a comportarse raro. “Tenía tos. Era como si estuviera ahogado. Luego comenzó a estrellarse contra las paredes y su parte trasera (al final de la columna) se iba hacia un lado. Las patas de atrás no le respondían”, recuerda con tristeza Camila Acuña, su dueña.
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De acuerdo con la familia de Chester, el perro estaba desganado, tenía fiebre y la nariz seca. Cuando lo llevaron al veterinario, entre los exámenes que se le realizaron, resultó positivo para distemper canino, la enfermedad que popularmente se conoce como moquillo.
“Es una enfermedad particular. Al ser un virus de los Morbillivirus, genera varios signos digestivos, neurológicos, respiratorios y, en una etapa terminal, hasta neuronales”, señala César Augusto Cabrejo, médico veterinario de la Universidad Nacional de Colombia.
Según el profesional, el distemper, como la gran mayoría de virus, no tienen cura ni existe un fármaco específico para tratarlo; se puede contraer a cualquier edad y no distingue de raza ni sexo.
“Es común en perros jóvenes. Ellos pueden ser más susceptibles a la enfermedad. Sin embargo, también se presenta en perros adultos”, compartió este médico, quien recordó cuando conoció un foco de contagio en Guainía (en la región de Amazonia), en una población grande de perros adultos, en donde todos murieron por moquillo.
El pico de contagios en Bogotá
El pasado 25 de julio, el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal llevó a cabo un estudio y una serie de medidas, para entender e identificar el brote de distemper, que desde ese mes está atravesando la ciudad. La Unidad de Cuidado Animal (UCA) registró que, a través de los programas de atención, se encontró que del 40 % al 42 % de pruebas realizadas a los perros que han ingresado allí dieron positivo.
Asimismo, las localidades con más casos registrados son: San Cristóbal (32,3 %), Suba (22,6 %), Kennedy (12,9 %), Ciudad Bolívar (6,5 %), Engativá (6,5 %), Bosa (3,2 %), Los Mártires (3,2 %), Santa Fe (3,2 %), Teusaquillo (3,2 %) y Tunjuelito (3,2 %). El instituto indica que los animales que han ingresado a urgencias, el 56 % no tenían dueño.
“El 44 % restante proviene de animales que, si bien podían tener un cuidador, fueron ingresados de manera preventiva. En la mayoría de los casos, no tenían condiciones de bienestar garantizadas. Cabe mencionar que estas cifras varían a medida que se presentan nuevos ingresos de forma diaria, pero se ha fortalecido la contención, teniendo en cuenta el muestreo y la búsqueda exhaustiva, entre otros”, complementó la entidad.
De acuerdo con las cifras más recientes del Distrito, en Bogotá, por el brote de moquillo, ya van 178 casos positivos. Y de acuerdo con el estimativo de la abundancia y densidad poblacional de caninos deambulantes en la capital, entre 2020 y 2021 se encontró que la localidad en la que hay más perros en las calles es Ciudad Bolívar, con 2.310; seguida de Usme, con 2.130, y Bosa con 1.333
Lo que debe saber del distemper
Cuando Chester fue diagnosticado con moquillo, le dio dermatitis en la nariz. “Le comenzaron a salir llagas, tenía toda esa zona raspada y le salía mucha sangre. Cuando él ya estaba muy enfermo, tuvimos que dejarlo hospitalizado en el veterinario. Lo más triste es que el perrito se murió allá, solo. Luego fuimos a recoger el cuerpo y lo enterramos en un potrero”, contó Camila, quien tenía diez años, cuando murió su perro. Sin embargo, hoy a sus 27 años, todavía lo recuerda, pues dos de los tres perros que ha tenido han muerto de distemper.
El veterinario Cabrejo explica que la enfermedad genera varios signos clínicos. “Pueden llegar pacientes con problemas dermatológicos (descamación o caspa), signos respiratorios frecuentes, secreción nasal u ocular. El paciente se deprime, presenta diarrea, vómito y, en la fase más compleja de la enfermedad, puede tener convulsiones y comorbilidad muscular”. La experiencia de este médico, como director de la Clínica Veterinaria Vetas en Chía (Cundinamarca), señala que a este virus sobrevive menos del 5 % de los contagiados.
Aunque los síntomas, al ser tan diversos, pueden ser engañosos al momento de diagnosticar, la mejor herramienta para combatir la enfermedad es la vacuna y el examen correspondiente. El biológico se les aplica a los perros desde que son cachorros y debe reforzarse cada año. Sin embargo, cuando hay epidemia, los médicos deciden el tiempo: “Por ejemplo, en este momento estamos atravesando un pico de contagios, por lo que podría hacerse cada seis meses”, anotó el veterinario.
Algo importante es que los perros que están vacunados sí se pueden contagiar. “Así como lo aprendimos con el coronavirus, la vacuna es una prevención, no un ente curativo. Entonces, lo que se pretende es conferir anticuerpos y defensas, para que el organismo sea capaz de llevar la enfermedad y sea suficientemente fuerte de controlarla”, señaló Cabrejo.
Otra medida que deben adoptar los peludos de cuatro patas, que también aprendimos los humanos con el coronavirus, es el aislamiento, ya que el distemper se contagia a través de fluidos como heces, orina, saliva, lágrimas, sangre y mocos, entre otros. Cualquiera de estas secreciones, puede infectar a otro perro.
Asimismo, la propagación es fácil, ya que el mismo ser humano puede ser transportador de la enfermedad. Por ejemplo, si una persona tuvo contacto con un animal infectado, puede llegar a casa y propagar el virus en sus mascotas. Por lo tanto, lo realmente importante es vacunar y, en lo posible, evitar que los perros tengan contacto en la calle con orina y heces de otros animales.
También se recomienda a los ciudadanos que tienen mascota limpiar las suelas de los zapatos y cambiarse de ropa al llegar de la calle. Además, limpiar las patas y el hocico de los perros al llegar del parque, con pañitos veterinarios o agua jabonosa.
La Secretaría de Gobierno informa que todas las localidades de Bogotá están llevando a cabo jornadas de vacunación, para evitar la propagación. Sin embargo, el Distrito contempla como opción la eutanasia en los perros contagiados. “Siendo la última medida establecida en nuestros protocolos, la eutanasia humanitaria se realiza para contener la propagación y evitar el sufrimiento, por las secuelas, tanto en residentes como a los demás animales de la ciudad. Del total de eutanasias humanitarias realizadas, esta medida ha venido disminuyendo significativamente a lo largo de julio”.
El distemper es un problema no solo de las mascotas, sino de todos los bogotanos, por salud pública y el compromiso que debemos adquirir con los animales que viven en las calles y no tienen atención médica.
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