Movilidad urbana y ODS: Más retos que aportes
Ricardo Montezuma*
Los retos de la movilidad urbana dentro de los ODS son claves para alcanzar el objetivo de once que busca, “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. Desde estas preocupaciones, la movilidad debería estar encaminada a impulsar el transporte seguro y mejorar la seguridad vial; reducir el impacto ambiental negativo; promover el acceso universal a zonas verdes y espacios públicos; aportar a la mitigación y la adaptación al cambio climático.
Lo primero a considerar en Colombia, son las limitaciones del diagnóstico general sobre el panorama del estado de la movilidad urbana, puesto que son pocos los datos disponibles anualmente. Se dispone esencialmente de registros de parque automotor y siniestros viales, los cuales permiten comprender algunos factores de tendencias en la movilidad, en lo relacionado al transporte individual y los posibles efectos en salud pública. Son casi inexistentes o muy parciales las fuentes para estimar el uso de transporte colectivo, alternativo, de vehículos limpios o las emisiones de contaminantes y mucho menos los inventarios de gases de efecto invernadero, pero aún son más difíciles de obtener los indicadores sociales de la movilidad con respecto a la inequidad social y ambiental, las condiciones de accesibilidad de los más pobres e incluso las brechas de género. Solo las grandes ciudades poseen algunos datos para abordar las problemáticas sociales asociadas a los desplazamientos.
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Los retos de la movilidad urbana dentro de los ODS son claves para alcanzar el objetivo de once que busca, “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. Desde estas preocupaciones, la movilidad debería estar encaminada a impulsar el transporte seguro y mejorar la seguridad vial; reducir el impacto ambiental negativo; promover el acceso universal a zonas verdes y espacios públicos; aportar a la mitigación y la adaptación al cambio climático.
Lo primero a considerar en Colombia, son las limitaciones del diagnóstico general sobre el panorama del estado de la movilidad urbana, puesto que son pocos los datos disponibles anualmente. Se dispone esencialmente de registros de parque automotor y siniestros viales, los cuales permiten comprender algunos factores de tendencias en la movilidad, en lo relacionado al transporte individual y los posibles efectos en salud pública. Son casi inexistentes o muy parciales las fuentes para estimar el uso de transporte colectivo, alternativo, de vehículos limpios o las emisiones de contaminantes y mucho menos los inventarios de gases de efecto invernadero, pero aún son más difíciles de obtener los indicadores sociales de la movilidad con respecto a la inequidad social y ambiental, las condiciones de accesibilidad de los más pobres e incluso las brechas de género. Solo las grandes ciudades poseen algunos datos para abordar las problemáticas sociales asociadas a los desplazamientos.
No obstante las falencias de indicadores, en las urbes colombianas se puede constatar avances en el impulso al transporte público y al fomento de la bicicleta. Al respecto, en la última década se ha tratado de mejorar los sistemas de transporte público urbano en varias ciudades, por medio de la creación de sistemas masivos y estratégicos en casi veinte urbes. No obstante, el uso de estos servicios parece estar disminuyendo por múltiples factores como la oferta creciente de servicios informales, el incremento del número de autos y sobre todo de motocicleta, el uso de la bicicleta se ha incrementado en ciudades como Bogotá, alcanzando casi un 6 % en 2019, pero no se logra equiparar al de las motocicletas, las cuales dominan el panorama de la mayor parte de municipios en todo el país.
La posesión y el uso de vehículos particulares motorizados, tanto autos y motocicletas de combustibles convencionales, se siguen incrementando de forma considerable. En este sentido es muy alto el crecimiento de las motocicletas, estas han alcanzado 10 millones de unidades, las cuales representan casi el 60% del total del parque automotor nacional, según RUNT en 2021. En todo el territorio nacional están presentes en todo el territorio nacional, si bien generan beneficios a sus compradores y usuarios, también están relacionadas con graves externalidades como muertes y lesionados. Tan solo en el 2021, 4.312 motociclistas fallecieron y 38.995 perdieron la vida en los últimos 10 años, de acuerdo con los registros de la ANSV.
La reciente pandemia de Covid 19 ha modificado coyuntural, permanente y considerablemente la movilidad en las ciudades. De una parte, se han acelerado y consolidado la virtualidad en algunas actividades laborales y educativas, así como el uso de bicicletas y patinetas incluso con asistencia eléctrica. De otra parte, las exigencias de distanciamiento físico en los servicios colectivos parece haber alejado algunos usuarios de estos, quienes es muy probable que regresen.
Las grandes transformaciones de la movilidad dependen en gran medida de acciones de orden nacional, en este sentido las políticas públicas son aún muy limitadas para fomentar el transporte sustentable, sobre todo en lo que concierne al necesario impulso a los vehículos eléctricos, la reposición y posterior desintegración del parque automotor a combustión interna. Si bien el país cuenta con una matriz energética favorable por la generación mayoritaria en hidroeléctricas, en la actualidad el número de vehículos eléctricos es aún muy limitado, y sobre todo con el marco legal e institucional actual, son muy pocas las posibilidades de una introducción masiva de vehículos limpios y sobre todo la necesaria destrucción de las unidades obsoletas.
En conclusión, son muy pocos los avances y aportes desde la movilidad urbana a los ODS, si bien ha habido esfuerzos del gobierno nacional y de algunos municipios para la realización de proyectos de sistemas de autobuses, de espacio público y de ciclo-infraestructura, siguen siendo muy altos los niveles de inequidad, congestión, contaminación y siniestralidad vial. Se ha consolidado como principal modo de desplazamiento el transporte individual motorizado de combustible fósil, sobre todo la motocicleta, la cual está asociada con niveles muy altos de siniestralidad vial. Para aportar desde la movilidad al mejoramiento de las ciudades y sobre todo al objetivo once de las ODS los próximos gobiernos nacionales y municipales deberá enfrentar retos descomunales para impulsar la movilidad limpia; la transición energética y la equidad social y ambiental.
*Profesor de Arquitectura y Urbanismo en la Universidad Nacional de Colombia