Mujeres al deporte: la carrera por los entornos seguros
La violencia sexual y la discriminación las alejan de los entornos deportivos, pero hay otras barreras que también las marginan del alto rendimiento. El IDRD busca recuperar la confianza.
Alexánder Marín Correa
Cada vez son más las actividades y los espacios que cargan una etiqueta de “inseguro” para las mujeres: ir a un parque, viajar en transporte público, ir al trabajo, a estudiar e incluso a hacer deporte. El reciente caso de un entrenador (contratista) del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), procesado por abusar de una niña de siete años en un colegio distrital, aumenta el miedo. Su caso se suma a una larga lista: desde 2021 a la fecha, el IDRD ha recibido 25 denuncias, y 23 víctimas son mujeres; cuatro, menores de edad; tres, personas en condición de discapacidad, y cinco, deportistas de alto rendimiento.
Esas situaciones no solo ponen en entredicho la seguridad en espacios que por naturaleza deberían ser seguros, sino que tienen un efecto adicional: muchas, en especial las mujeres, se están alejando del deporte, al considerar su práctica algo que genera riesgo. Y la percepción la confirman las cifras: según la encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana, el 30,3 % de las mujeres y niñas en Colombia se sienten inseguras en parques, así como en espacios recreativos o deportivos, dato que podría complementarse con uno adicional, y es que, según la OMS, en América Latina, el 48,9 % de las mujeres no hacían deporte, frente al 38,8% de los hombres.
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No obstante, ese distanciamiento no solo se debe a la violencia sexual, sino que también hay otras barreras económicas y culturales que limitan con la discriminación. Por ejemplo, hoy en Bogotá el 15,9 % de las presidencias de las ligas las ocupan mujeres, así como apenas el 28,1 % de los cargos en comités directivos, lo que evidencia una brecha de género.
Ante este panorama, el IDRD adelanta una carrera de obstáculos por generar entornos seguros e igualitarios, con enfoque de género en todos los ámbitos de su competencia: en lo administrativo, en lo deportivo y en lo recreativo. Por ese motivo crearon un protocolo para la prevención, detección y atención y seguimiento de violencia basada en género, que aplica para todos los vinculados a la entidad, y “busca proteger a las mujeres dentro y fuera de las instalaciones de la institución y en actividades vinculadas con el deporte en Bogotá”. De los casos de violencia sexual, y de la tarea por volver a conquistar la confianza de niñas y mujeres, habló Blanca Durán, directora del IDRD, con El Espectador.
¿Cuál es el diagnóstico de la violencia sexual alrededor del deporte?
En este momento tenemos más denuncias y visibilidad, porque le estamos dando más importancia al tema. El hecho de haber denunciado rápido y que la Fiscalía haya actuado es porque hay más personas trabajando en la protección de niñas y mujeres, en diferentes ámbitos, y en este caso en el deporte.
¿Qué ha pasado con el caso de abuso sexual en el colegio Juan Lozano?
Enviamos los informes de supervisión del eventual abusador, para que la justicia tome las decisiones pertinentes. Su contrato fue suspendido. Desafortunadamente, la ley no considera esta situación como causal para liquidar unilateralmente. Esto nos lleva a pedir a las autoridades a que actúen, para que más mujeres, niñas y adolescentes puedan hacer deporte sin miedo.
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¿Cómo contrataron a esta persona?
En el caso del involucrado, al comienzo hicimos todas las verificaciones. Donde trabajó, nunca tuvo una queja por mal comportamiento. Es difícil tener información previa, pero a raíz de esta situación estamos solicitando información adicional a los nuevos contratistas. Hemos hecho todo lo posible para tener la información de las personas que van a trabajar con nuestros niños.
Pero no es el único caso, ¿cuántas denuncias han conocido?
Desde 2021, cuando activamos la ruta de atención, hemos recibido 25 denuncias. De las víctimas, 23 son mujeres; cuatro, menores de edad; tres, en condición de discapacidad, y cinco, deportistas de alto rendimiento. ¿Qué hicimos? activamos el protocolo, con un comité y los subdirectores, para tomar acciones. De esos, 24 casos se han reportado a la Fiscalía. Solo en un caso la víctima no quiso denunciar. En algunos nos hemos constituido parte en el proceso, por la gravedad de la situación.
Está muy apersonada del caso
Soy una mujer de causas. Y la defensa de los derechos de las niñas, mujeres y adolescentes es una de ellas. He trabajado por Bogotá desde hace más de 20 años, por tener una ciudad con mejores condiciones de vida. Eso implica que las mujeres que viven la ciudad puedan sentirse en libertad. Mi causa ahora es contar con más mujeres empoderadas en la recreación, el deporte y la actividad física. Por eso lanzamos el protocolo de prevención de las violencias de género en el deporte.
¿Esto aleja a las mujeres del deporte?
Pero no solo la violencia sexual y el acoso. Hay barreras también por temas culturales. Trabajamos en reducirlas. Me gusta trabajar por las causas, y la causa en este caso son las mujeres en el deporte. Ver cómo tienen un espacio seguro. De los deportistas apoyados, antes solo el 23 % eran mujeres y ahora llegamos al 45 %. Eso nos permite ver que sí logramos trabajar en reducir estas barreras.
¿Cómo están haciendo seguros los escenarios alrededor del deporte?
Formando a las mujeres, para que identifiquen el acoso y no lo normalicen. La palmada en la cola para entrar a la cancha se ve normal, y no lo es. Les hemos dicho que pueden denunciar con nosotros y tenemos esta ruta de atención. Eso ayuda a que sepan cómo actuar y enfrentar esos episodios.
¿Y con los entrenadores?
Estamos trabajando con los entrenadores, metodólogos y técnicos para que identifiquen el acoso y cómo reaccionar, cuál es la ruta de atención y cómo acompañar a las mujeres deportistas. Además, para que sepan cuáles son las sanciones. Apuntamos a un tema de prevención fuerte, cambiando una lógica que normaliza el acoso.
¿Qué ha ido cambiando?
En el deporte no existía la costumbre de denunciar, porque implicaba que las sacaran de los equipos. Eso está cambiando. Ahora ven un apoyo en ese trabajo previo con entrenadores y escenarios.
¿Cómo acompañan a las víctimas?
Más allá de acompañar la denuncia, tenemos un equipo psicosocial que apoya a la víctima y a las familias. Además, buscamos apoyo en la Secretaría de la Mujer y el ICBF.
¿Qué están haciendo para que los escenarios sean espacios más seguros?
Estamos analizando los escenarios cerrados, como coliseos, para mejorar la seguridad, tener más acompañamiento y menos puntos ciegos. Eso ha servido para crear estrategias. Por ejemplo, en el Complejo Acuático tenemos una red con los padres, para que esté un papá en el vestier, mientras los deportistas se cambian. Lo ideal es que los sitios fueran seguros, pero por los casos que se han presentado hemos tomado medidas de todo tipo, desde cámaras hasta estrategias con las familias y los entrenadores.
¿Con esto buscan que las mujeres vuelvan al deporte?
Todo lo que hacemos es para fortalecer la participación de las mujeres en el deporte, porque no solo el acoso se convierte en una barrera. La económica también. Para tratar de contrarrestarla, creamos un programa que se llama Talento Reserva, con jóvenes entre 13 y 16 años, con perspectiva de alto rendimiento. Allí se apoya con transporte, alimentación, equipo médico, equipos profesiones y apoyo para implementos. Esto hace que las niñas no se retiren del deporte, por esta barrera económicas.
¿Y eso cómo puede contrarrestar la amenaza de la violencia sexual?
Pues a mayor cantidad de mujeres empoderadas en el deporte, habrá menos casos de abuso. Y para eso hay que mejorar la participación de las mujeres en el deporte porque, por ejemplo, solo 5 de las 57 federaciones afiliadas al Comité Olímpico Colombiano son lideradas por mujeres; en las federaciones de deporte paralímpico, el 57 % de las presidentes son mujeres; el 22 % de los directores o gerentes de los institutos departamentales de deporte son mujeres, y 22 de cada 100 personas que se gradúan de pregrados de educación superior del sector deporte son mujeres.
¿Cuáles son los filtros para contratar a los entrenadores?
Tenemos en jornada escolar complementaria con 680 entrenadores y entrenadoras, y 400 en alto rendimiento. Son casi 1.000 personas trabajando con niños, niñas adolescentes y adultos. Nosotros hacemos las convocatorias, hacemos las pruebas técnicas y solicitamos documentos sobre antecedentes disciplinarios y los que se piden por ley. Pero, adicionalmente, estamos verificando con las autoridades si tienen investigaciones por violencia intrafamiliar, procesos por alimentos, que si bien, no los exige la norma, nosotros sí los estamos pidiendo.
¿Qué viene?
Lo que viene es un proceso de fortalecimiento de las mujeres deportistas y entrenadoras. Hemos incrementado el número de entrenadoras. En fútbol tenemos 10 mujeres que entrenan a niñas entre 7 y 12 años, en boxeo contratamos a la primera entrenadora y estamos haciendo un convenio con Cuba para enviar a mujeres a capacitarse en metodología y entrenamiento. Antes, a las mujeres no se les permitía ser entrenadoras, y eso cerraba las puertas a las mujeres que quisieran ser deportistas.
¿Cómo anticiparse a estos casos?
Hoy solo se actúa cuando los casos van a la Fiscalía, dejando de lado todo lo que se puede hacer antes, con los comités de ética en las ligas, los clubes, los institutos. Podríamos tener herramientas para sancionar a entrenadores e incluso a los deportistas. Eso nos permitiría evitar el problema desde el comienzo y no esperar el delito. Eso es fundamental, y ojalá la Ley del Deporte, que se discutirá en el Congreso, la aprueben, porque tendrá un capítulo de género, que nos dará más herramientas.
Cada vez son más las actividades y los espacios que cargan una etiqueta de “inseguro” para las mujeres: ir a un parque, viajar en transporte público, ir al trabajo, a estudiar e incluso a hacer deporte. El reciente caso de un entrenador (contratista) del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD), procesado por abusar de una niña de siete años en un colegio distrital, aumenta el miedo. Su caso se suma a una larga lista: desde 2021 a la fecha, el IDRD ha recibido 25 denuncias, y 23 víctimas son mujeres; cuatro, menores de edad; tres, personas en condición de discapacidad, y cinco, deportistas de alto rendimiento.
Esas situaciones no solo ponen en entredicho la seguridad en espacios que por naturaleza deberían ser seguros, sino que tienen un efecto adicional: muchas, en especial las mujeres, se están alejando del deporte, al considerar su práctica algo que genera riesgo. Y la percepción la confirman las cifras: según la encuesta de Convivencia y Seguridad Ciudadana, el 30,3 % de las mujeres y niñas en Colombia se sienten inseguras en parques, así como en espacios recreativos o deportivos, dato que podría complementarse con uno adicional, y es que, según la OMS, en América Latina, el 48,9 % de las mujeres no hacían deporte, frente al 38,8% de los hombres.
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No obstante, ese distanciamiento no solo se debe a la violencia sexual, sino que también hay otras barreras económicas y culturales que limitan con la discriminación. Por ejemplo, hoy en Bogotá el 15,9 % de las presidencias de las ligas las ocupan mujeres, así como apenas el 28,1 % de los cargos en comités directivos, lo que evidencia una brecha de género.
Ante este panorama, el IDRD adelanta una carrera de obstáculos por generar entornos seguros e igualitarios, con enfoque de género en todos los ámbitos de su competencia: en lo administrativo, en lo deportivo y en lo recreativo. Por ese motivo crearon un protocolo para la prevención, detección y atención y seguimiento de violencia basada en género, que aplica para todos los vinculados a la entidad, y “busca proteger a las mujeres dentro y fuera de las instalaciones de la institución y en actividades vinculadas con el deporte en Bogotá”. De los casos de violencia sexual, y de la tarea por volver a conquistar la confianza de niñas y mujeres, habló Blanca Durán, directora del IDRD, con El Espectador.
¿Cuál es el diagnóstico de la violencia sexual alrededor del deporte?
En este momento tenemos más denuncias y visibilidad, porque le estamos dando más importancia al tema. El hecho de haber denunciado rápido y que la Fiscalía haya actuado es porque hay más personas trabajando en la protección de niñas y mujeres, en diferentes ámbitos, y en este caso en el deporte.
¿Qué ha pasado con el caso de abuso sexual en el colegio Juan Lozano?
Enviamos los informes de supervisión del eventual abusador, para que la justicia tome las decisiones pertinentes. Su contrato fue suspendido. Desafortunadamente, la ley no considera esta situación como causal para liquidar unilateralmente. Esto nos lleva a pedir a las autoridades a que actúen, para que más mujeres, niñas y adolescentes puedan hacer deporte sin miedo.
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¿Cómo contrataron a esta persona?
En el caso del involucrado, al comienzo hicimos todas las verificaciones. Donde trabajó, nunca tuvo una queja por mal comportamiento. Es difícil tener información previa, pero a raíz de esta situación estamos solicitando información adicional a los nuevos contratistas. Hemos hecho todo lo posible para tener la información de las personas que van a trabajar con nuestros niños.
Pero no es el único caso, ¿cuántas denuncias han conocido?
Desde 2021, cuando activamos la ruta de atención, hemos recibido 25 denuncias. De las víctimas, 23 son mujeres; cuatro, menores de edad; tres, en condición de discapacidad, y cinco, deportistas de alto rendimiento. ¿Qué hicimos? activamos el protocolo, con un comité y los subdirectores, para tomar acciones. De esos, 24 casos se han reportado a la Fiscalía. Solo en un caso la víctima no quiso denunciar. En algunos nos hemos constituido parte en el proceso, por la gravedad de la situación.
Está muy apersonada del caso
Soy una mujer de causas. Y la defensa de los derechos de las niñas, mujeres y adolescentes es una de ellas. He trabajado por Bogotá desde hace más de 20 años, por tener una ciudad con mejores condiciones de vida. Eso implica que las mujeres que viven la ciudad puedan sentirse en libertad. Mi causa ahora es contar con más mujeres empoderadas en la recreación, el deporte y la actividad física. Por eso lanzamos el protocolo de prevención de las violencias de género en el deporte.
¿Esto aleja a las mujeres del deporte?
Pero no solo la violencia sexual y el acoso. Hay barreras también por temas culturales. Trabajamos en reducirlas. Me gusta trabajar por las causas, y la causa en este caso son las mujeres en el deporte. Ver cómo tienen un espacio seguro. De los deportistas apoyados, antes solo el 23 % eran mujeres y ahora llegamos al 45 %. Eso nos permite ver que sí logramos trabajar en reducir estas barreras.
¿Cómo están haciendo seguros los escenarios alrededor del deporte?
Formando a las mujeres, para que identifiquen el acoso y no lo normalicen. La palmada en la cola para entrar a la cancha se ve normal, y no lo es. Les hemos dicho que pueden denunciar con nosotros y tenemos esta ruta de atención. Eso ayuda a que sepan cómo actuar y enfrentar esos episodios.
¿Y con los entrenadores?
Estamos trabajando con los entrenadores, metodólogos y técnicos para que identifiquen el acoso y cómo reaccionar, cuál es la ruta de atención y cómo acompañar a las mujeres deportistas. Además, para que sepan cuáles son las sanciones. Apuntamos a un tema de prevención fuerte, cambiando una lógica que normaliza el acoso.
¿Qué ha ido cambiando?
En el deporte no existía la costumbre de denunciar, porque implicaba que las sacaran de los equipos. Eso está cambiando. Ahora ven un apoyo en ese trabajo previo con entrenadores y escenarios.
¿Cómo acompañan a las víctimas?
Más allá de acompañar la denuncia, tenemos un equipo psicosocial que apoya a la víctima y a las familias. Además, buscamos apoyo en la Secretaría de la Mujer y el ICBF.
¿Qué están haciendo para que los escenarios sean espacios más seguros?
Estamos analizando los escenarios cerrados, como coliseos, para mejorar la seguridad, tener más acompañamiento y menos puntos ciegos. Eso ha servido para crear estrategias. Por ejemplo, en el Complejo Acuático tenemos una red con los padres, para que esté un papá en el vestier, mientras los deportistas se cambian. Lo ideal es que los sitios fueran seguros, pero por los casos que se han presentado hemos tomado medidas de todo tipo, desde cámaras hasta estrategias con las familias y los entrenadores.
¿Con esto buscan que las mujeres vuelvan al deporte?
Todo lo que hacemos es para fortalecer la participación de las mujeres en el deporte, porque no solo el acoso se convierte en una barrera. La económica también. Para tratar de contrarrestarla, creamos un programa que se llama Talento Reserva, con jóvenes entre 13 y 16 años, con perspectiva de alto rendimiento. Allí se apoya con transporte, alimentación, equipo médico, equipos profesiones y apoyo para implementos. Esto hace que las niñas no se retiren del deporte, por esta barrera económicas.
¿Y eso cómo puede contrarrestar la amenaza de la violencia sexual?
Pues a mayor cantidad de mujeres empoderadas en el deporte, habrá menos casos de abuso. Y para eso hay que mejorar la participación de las mujeres en el deporte porque, por ejemplo, solo 5 de las 57 federaciones afiliadas al Comité Olímpico Colombiano son lideradas por mujeres; en las federaciones de deporte paralímpico, el 57 % de las presidentes son mujeres; el 22 % de los directores o gerentes de los institutos departamentales de deporte son mujeres, y 22 de cada 100 personas que se gradúan de pregrados de educación superior del sector deporte son mujeres.
¿Cuáles son los filtros para contratar a los entrenadores?
Tenemos en jornada escolar complementaria con 680 entrenadores y entrenadoras, y 400 en alto rendimiento. Son casi 1.000 personas trabajando con niños, niñas adolescentes y adultos. Nosotros hacemos las convocatorias, hacemos las pruebas técnicas y solicitamos documentos sobre antecedentes disciplinarios y los que se piden por ley. Pero, adicionalmente, estamos verificando con las autoridades si tienen investigaciones por violencia intrafamiliar, procesos por alimentos, que si bien, no los exige la norma, nosotros sí los estamos pidiendo.
¿Qué viene?
Lo que viene es un proceso de fortalecimiento de las mujeres deportistas y entrenadoras. Hemos incrementado el número de entrenadoras. En fútbol tenemos 10 mujeres que entrenan a niñas entre 7 y 12 años, en boxeo contratamos a la primera entrenadora y estamos haciendo un convenio con Cuba para enviar a mujeres a capacitarse en metodología y entrenamiento. Antes, a las mujeres no se les permitía ser entrenadoras, y eso cerraba las puertas a las mujeres que quisieran ser deportistas.
¿Cómo anticiparse a estos casos?
Hoy solo se actúa cuando los casos van a la Fiscalía, dejando de lado todo lo que se puede hacer antes, con los comités de ética en las ligas, los clubes, los institutos. Podríamos tener herramientas para sancionar a entrenadores e incluso a los deportistas. Eso nos permitiría evitar el problema desde el comienzo y no esperar el delito. Eso es fundamental, y ojalá la Ley del Deporte, que se discutirá en el Congreso, la aprueben, porque tendrá un capítulo de género, que nos dará más herramientas.