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Algo poco sabido es que la llegada de 1.485 buses eléctricos a Bogotá y las nuevas políticas de electrificación del transporte público nacional han abierto la posibilidad de empleo para las mujeres en este sector, donde el 90 % de la fuerza laboral ha estado concentrada en los hombres.
En Colombia, las mujeres afrontan brechas y condiciones de desventaja en el ámbito laboral: 72 % hombres frente al 49,7 % ocupado por las mujeres. En particular, en el sector del transporte sólo el 9 % son mujeres. Sin embargo, ellas dedican más del doble de tiempo a las labores de cuidado no remunerado y gran parte de los viajes que realizan en el transporte público se relacionan con actividades de cuidado, según fuentes del DANE 2021. (Más: En Usme está el patio de buses eléctricos más grande de la capital colombiana).
Aunque las mujeres representan el 50 % de la fuerza laboral en Latinoamérica, apenas cubren el 15 % de los puestos del sector del transporte en puestos relacionados con señalización y limpieza, donde los salarios son una tercera parte de los puestos tradicionalmente ocupados por hombres.
El proyecto de diagnóstico de capacidades del diseño de un programa de formación de talento humano para la masificación de sistemas de transporte masivos basados en buses eléctricos, financiado por la Agencia de Cooperación Alemana en Colombia (GIZ) y realizado por Despacio y KAPTA, concluyó que, si las condiciones se daban, muchos de los empleos generados por el ascenso hacia la tecnología de buses eléctricos serían femeninos.
La perspectiva de género en la movilidad urbana es una demanda solicitada y una deuda pendiente de las autoridades locales en muchas ciudades. Por eso, la Iniciativa de Movilidad Urbana Transformadora (TUMI por sus siglas en inglés), programa global financiado por el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de la República Federal de Alemania (BMZ), que acompaña a las ciudades que utilizan vehículos con combustibles altamente contaminantes para su transporte público a transitar hacia la utilización de vehículos eléctricos para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, se ha enfocado en promover el enfoque de género en el transporte.
El proceso de implementación de autobuses eléctricos en Bogotá se ha dado a la tarea de incluir a las mujeres como fuerza laboral en el transporte público. En 2021 se llevó a cabo la convocatoria ¡Más mujeres en el sector transporte!, realizada por Transmilenio y la Secretaría de Movilidad de Bogotá, para capacitar y formar a 300 mujeres en ecoconducción; es decir, en la conducción de vehículos eléctricos del Sistema Integrado de Transporte Público de Bogotá. Este proceso no solo permitió que hoy haya 260 mujeres conductoras, sino que ha abierto la posibilidad de que aliados en la implementación de autobuses eléctricos en otras ciudades se sumen a esta iniciativa con enfoque de género.
La Rolita nació como la primera operadora distrital de transporte público de Bogotá, después de declarar desierto un proceso de licitación para la operación de 11 rutas que benefician a 35.000 usuarios en el sur de Bogotá. Esta era una área de influencia que no hacía parte de la red del SITP y donde solo operaba el transporte pirata. Por las condiciones topográficas y la geometría de las calles, esta es un área de operación que requiere destrezas especiales en términos de conducción y donde además hay que enfrentar los retos de convivir con el transporte informal.
La Rolita decidió asumir los retos de operación y ha sido pionera en Colombia en proponer un equipo laboral compuesto en su mayoría por mujeres, con el fin de proponer nuevas prácticas laborales en un espacio dominado por los hombres. Esta ha sido la posibilidad de acceder, por primera vez, a un trabajo formal para muchas mujeres que hoy hacen parte de la empresa.
Según Diana Parra, subsecretaria de Cuidado y Políticas de la Igualdad de Bogotá, el proceso ha dependido de muchos esfuerzos, pues no solo se requiere la voluntad política, sino que se necesitan mecanismos de colaboración entre los sectores público y privado para que se den cambios de este tipo. La Rolita es un modelo de negocio que involucra a los sectores público y privado, y ha tenido el apoyo de la cooperación internacional.
“Durante el proceso de la convocatoria se buscaron mujeres que tuvieran licencia C3 y quisieran manejar, pero nadie cumplía con los requerimientos. Entonces, buscamos recursos tanto públicos como de cooperación internacional para financiar esas licencias, que oscilan alrededor de $2,5 millones, y optamos por elegir a mujeres que ya supieran conducir para hacer el proceso de relicenciamiento. Hicimos formación en vehículos eléctricos grandes e incorporamos dos cursos en habilidades socioemocionales y en violencia de género, para que ellas pudieran reconocer cuando estaban recibiendo algún tipo de violencia tanto de parte de la empresa como de los usuarios”, cuenta Parra.
Así fue como se capacitó a las 260 mujeres que hoy están manejando la flota pública de transporte de Bogotá. En el proceso ha habido varias deserciones, pues no hay una cultura ciudadana que reconozca a las mujeres en un trabajo hasta el momento masculinizado, por eso la presión puede ser abrumadora en la calle y en el hogar. Y en el ámbito privado, la carga de las labores del cuidado, las exigencias de su pareja, los roles y estereotipos de género y el maltrato por parte de usuarios, transeúntes y conductores de vehículos particulares les han impedido seguir en el trabajo a varias.
Para Carolina Martínez, gerente de La Rolita, feminizar el transporte no solo implica abrir más vacantes para las mujeres, sino también proporcionar condiciones laborales con enfoque diferencial. Por eso se propone abrir salas de lactancia para las conductoras en el taller y garantías para que las madres cabeza de familia tengan un lugar seguro donde dejar a sus hijos antes de trabajar. Esta es una oportunidad para acabar con los estereotipos de género sobre lo que puede hacer una mujer o una madre cabeza de familia.
El pasado viernes 24 de febrero, un grupo de expertos en movilidad sostenible, en el marco de Conversápolis, visitó los patios de La Rolita para compartir su proceso de electrificación incluyente. Conversápolis es un evento organizado anualmente por GIZ - Agencia de cooperación Alemana que se ha comprometido a impulsar el desarrollo sostenible.
Se compartieron experiencias de ciudades que como Barranquilla y Valledupar ya hacen parte de la Misión TUMI, que permitió que Bogotá ya cuente con la flota eléctrica más grande de América Latina para inspirar a otras ciudades, incluso internacionales, como Guadalajara, Ciudad de México, Monterrey, Río de Janeiro y Sao Paulo.