Niños y niñas sin madre, lo que es enfrentar un feminicidio para los menores
En lo corrido de 2023, al menos 4 menores han quedado en situación de orfandad por este delito en Bogotá, hecho que los obliga a transitar por un escenario difícil y en el que no siempre encuentran el respaldo de sus familiares o del Estado.
Laura C. Peralta Giraldo
Muchas veces, detrás de un feminicidio hay un niño o una niña que crecerá sin su madre. Aunque también son víctimas de este delito, poco se habla de ellos y solo por corto tiempo se le hace seguimiento a lo que sienten, a sus miedos y sus traumas. Producto de los 13 feminicidios que han tenido lugar en Bogotá, al menos cuatro niños y niñas, entre las edades de 1 y 8 años, quedaron en situación de orfandad, bajo el cuidado de la familia materna o paterna o institucionalizados y a la espera de ser adoptados por un nuevo núcleo familiar.
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Muchas veces, detrás de un feminicidio hay un niño o una niña que crecerá sin su madre. Aunque también son víctimas de este delito, poco se habla de ellos y solo por corto tiempo se le hace seguimiento a lo que sienten, a sus miedos y sus traumas. Producto de los 13 feminicidios que han tenido lugar en Bogotá, al menos cuatro niños y niñas, entre las edades de 1 y 8 años, quedaron en situación de orfandad, bajo el cuidado de la familia materna o paterna o institucionalizados y a la espera de ser adoptados por un nuevo núcleo familiar.
Lea: La deuda de Colombia con los huérfanos por feminicidios.
Orfandad debido a feminicidio en Bogotá
Llevar el registro de feminicidios, al parecer, no es tarea fácil. Así lo corroboran las distintas cifras que otorgan las entidades nacionales, distritales, fundaciones y observatorios. Mucho más difícil es reconocer que estas mujeres que fueron asesinadas tenían nombre, edad, historia y en ocasiones, hijos e hijas que quedan sin su cuidado.
Érika Aponte
El pasado 14 de mayo, durante la celebración del Día de la Madre, Erika Aponte fue asesinada en Unicentro Bogotá por su expareja, Christian Camilo Rincón Díaz. Aunque la mujer contaba con medidas de protección luego de haber denunciado, por lo menos tres días antes, la violencia de la que venía siendo víctima, murió en su lugar de trabajo.
Su hijo, de 8 años, no solo quedó sin madre, sino también, sin padre, luego de que él, tras asesinar a Erika, también se disparara y muriera un día después en el centro médico al que fue trasladado. Los abuelos paternos, que se hacían cargo del pequeño, quedaron con su custodia.
Ana María Suárez Calderón
Al sur de Bogotá, un hombre, identificado como Aldemar Franco, atacó a Ana María Suárez Calderón, de 39 años de edad. No le importó la presencia de su hijo de 18 meses para matar con arma cortopunzante a la mujer. Así, las autoridades encontraron ese 29 de marzo el cuerpo de Ana María tendido sobre una cama.
Según la Fiscalía General de la Nación, el señalado feminicida venía agrediendo física, verbal y psicológicamente a la víctima desde hacía por lo menos 2 años, amenazándola de muerte si se atrevía a denunciar.
Yudy Paola Acero Zuluaga
Yudy Paola Acero Zuluaga, de 23 años de edad, fue asesinada el pasado 14 de febrero por su expareja, identificada como Kevin Hurtado, quien tras cometer el feminicidio, se suicidó en plena vía pública de la localidad de Suba.
La madre de una menor de 2 años, había decidido terminar la relación con Hurtado mientras se encontraba en embarazo, debido a maltrato y malos comportamientos de parte de su entonces pareja. Varias veces, tras la ruptura, fue víctima de agresiones físicas que fueron denunciadas ante las autoridades. El hombre asesinó a Yudy en su domicilio, frente a la menor.
Jessica Ocampo
Luego de ser citada por su expareja, para presuntamente discutir asuntos relacionados con la custodia de su hijo de 7 años, Jessica Paola Ocampo fue asesinada con arma blanca por Johan Velázquez en un establecimiento público de la localidad de Tunjuelito. El crimen tuvo lugar el pasado 3 de febrero.
De acuerdo con las autoridades distritales, el señalado tenía antecedentes tales como violencia intrafamiliar, daño al bien ajeno, violencia contra servidor público, entre otros.
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Como estos, son muchos más los niños y niñas que, tras el asesinato de su madre, deben transitar por un escenario difícil y en el que no siempre encuentran el respaldo de sus familiares o del Estado. De acuerdo con el Observatorio Colombiano de Feminicidios, el año pasado 215 menores quedaron huérfanos, debido a un feminicidio, y en lo corrido del año, 77 niños en promedio han perdido a su madre por este delito. No obstante, son cifras que fácilmente pueden variar de acuerdo con la entidad que otorgue la información.
Ante este panorama, en el que no hay datos oficiales o concisos del delito de feminicidio ni de los menores huérfanos, aún faltan condiciones para garantizar la protección de los niños y niñas, así como rutas y herramientas para brindarles un acompañamiento psicosocial óptimo.
Para Luz Alcira Granada Contreras, experta en derechos de infancia y directora País de Bethany Christian Services, las violaciones a los derechos de los niños inician previo al feminicidio: “En general, son niños y niñas que viven en un ambiente familiar disfuncional, donde existe violencia y muchas veces esta se ve dirigida hacia ellos y ellas. Al haber crecido en este tipo de hogar, tienen una multiplicidad de traumas y un sentimiento de miedo constante”.
Según cifras de la Secretaría Distrital de la Mujer, hasta el 31 de marzo del presente año se registraron 316 ingresos a las Casas Refugio, espacios de protección dispuestos para mujeres en riesgo de feminicidio en la capital. De estos, 170 son de niños, niñas y adolescentes, que acompañaron o siguen acompañando a sus madres.
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Aunque la medida se ejecuta en pro de la seguridad de la mujer y de sus familiares, que en ocasiones también se encuentran bajo amenazas o en riesgo, este cambio de espacio puede traer consigo tropiezos en la estabilidad del menor, así como en su desarrollo escolar y social.
Ahora bien, Granada explica que perder a una madre deja una serie de traumas y trazas de culpabilidad en los menores, situación que se recrudece cuando el infante estuvo presente en el momento en el que se ejecutó el delito. De acuerdo con la Fundación Feminicidios Colombia, la presencia de los niños en los feminicidios disminuyó entre 2022 y 2021 y el 90 % de los casos se trataron de feminicidio íntimo.
“Se pueden presentar situaciones de trauma, estrés postraumático, depresión, generación de autolesiones. Un caso que no esté bien manejado puede desembocar en problemas al relacionarse, de autoestima, de autoimagen, que a su vez puede perpetrarse en otros círculos de violencia en los que son víctimas o victimarios. La violencia lo que genera en estos niños y niñas es una dificultad de reconocerse como seres humanos válidos”, dice la experta.
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A esto, se le suma que, en ocasiones, las dos familias del menor entran en disputas jurídicas para obtener la custodia del menor, quien queda de por medio y ante un escenario de incertidumbre que bien puede tardar entre 3 meses y un año. Allí, será el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) el que tenga potestad de decidir quiénes son las personas idóneas para su cuidado y en caso de no presentarse esta condición, el niño será institucionalizado.
Es por esto, que Granada manifiesta que las entidades deben hacer esfuerzos mayores: “Se necesita mucho trabajo de sensibilidad con los defensores de familia para que puedan ir más allá de solo designar quién se va a quedar con el cuidado del niño, haciendo un acompañamiento a las familias y dando paso a un proceso de reconciliación entre ambas”.
Nada le devolverá a su madre, pero se le debe apostar a todas las herramientas para hacer de su crecimiento un período más estable: buscar su bienestar y la manera más asertiva para que pueda exteriorizar el cómo se siente y sanar los traumas y las heridas que supone ser víctima de un feminicidio.
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