“No creo que mi vida vuelva a ser la misma”, señalado de crimen del capitán Solano
En entrevista con El Espectador, el joven Maicol Steven Vélez Mesa habló sobre el caso por el que estuvo dos meses detenido en prisión junto a su hermano. La Fiscalía General de la Nación los señala de ser los responsables del asesinato del jefe de la Sijín de Soacha, el pasado 28 de abril, durante el paro nacional.
Con su hermano menor aún preso y el estigma de haber pisado una cárcel, pero con la tranquilidad de quien se sabe inocente, Maicol Steven Vélez Mesa, el mayor de los hijos de don Héctor Vélez, habla del cambio que dio su vida cuando altos mandos del Estado —como Francisco Barbosa, fiscal general, y Diego Molano, ministro de Defensa— lo señalaron como uno de los asesinos del capitán Jesús Alberto Solano, quien falleció en medio de hechos que aún no han sido aclarados, en Soacha, durante el paro nacional. Aunque lleva más de un mes libre por orden de un juez, el proceso en su contra por homicidio agravado, hurto calificado y porte ilegal de armas continúa. Está a la espera de que la Fiscalía radique el escrito de acusación y empiece el juicio en el que se intentará esclarecer qué tan determinante fue la participación de los hermanos Vélez Mesa en el deceso del oficial de la Sijín.
¿Qué recuerda esa noche del 28 abril?
Estaba al frente de la casa, luego pasó un señor corriendo y la gente detrás gritando: “¡Cójanlo, es un ladrón!”. Procuré abalanzarme sobre él y me mostró una pistola. Me eché para atrás y vi que la gente siguió corriendo. Mi hermano estaba a quince metros delante mío y alguien dice que se había quedado sin balas. Entonces, mi hermano Juan Sebastián salió a perseguirlo y a mí me dicen: ‘Maicol, corra, que su hermano se fue detrás de ese man”. Me fui corriendo y el tipo hizo un par de disparos más, que impactaron a Sebastián. Los dos terminaron en el piso y cuando llegué a coger a mi hermano, unas veinte o treinta personas estaban encima del hombre.
¿Cuándo se enteró de que Solano era oficial de la Policía?
Cuando auxilié a mi hermano. Ahí me pasaron una billetera y cuando la abrí, decía: “Policía Nacional, capitán”. Se me enfrió hasta la conciencia. Después, en el hospital, entregamos los documentos y quedé en shock, porque había muchos policías acusándonos. Pasamos los documentos del capitán, porque queríamos colaborar, pero ellos no lo tomaron de esa manera.
¿Quién le pasó la billetera?
Una amiga de mi hermano, porque se los habían pasado, pero no sé cómo. Cuando la revisé deduje que estábamos metidos en problemas.
¿Que pensó al ver los documentos ?
Que el problema más grande de mi vida lo acababa de encontrar. Uno no quiere estar metido en líos y tener una vida sencilla, pero cuando vi esos documentos sentí un gran peso en la espalda y pensé: “Los problemas que siempre quise evitar, aquí me llegaron”.
¿Cómo cambió su vida cuando la Fiscalía lo señaló de ser uno de los responsables de asesinar a un policía?
El pensamiento cambia. Te das cuenta de que la gente te mira con desconfianza de que uno pudo o no haber cometido ese delito. Son muchas cosas las que cambian. En ocasiones la gente te está hablando y está pensando: “¡Uy, ese man es un asesino!”. En otras no sientes esa misma energía. Son muchas cosas que uno no sabe cómo decirles que tú no has hecho nada.
La Fiscalía dijo que había hallado los documentos y el revólver del capitán en su casa, ¿qué opina?
Que es un falso (positivo) judicial. Solo tuvimos la billetera en el momento que me la pasaron, pero la entregamos. Luego dicen que eso lo encontraron en mi casa. Es como querer incriminar a unos muchachos que no habían hecho nada, por mostrar resultados rápido. Créame que a la Policía le conviene más decir que en seis días cogieron a los responsables en lugar de hacer una buena investigación. Se supone que ellos deben velar por las leyes, pero van incriminando al primero que cogen. Creo que es un muy mal trabajo policial y de investigación. Lo mismo sobre el Ministro de Defensa (Diego Molano), que salió a decir que éramos asesinos y hacernos ver como la peor calaña. Muy mal hecho de las autoridades que no hicieron bien su trabajo, en vez de incriminar a cualquier persona, porque sí.
¿Cómo está su hermano Juan Sebastián, que sigue detenido?
Bien, pero del brazo (en donde recibió un disparo del capitán Solano) no podemos decir lo mismo. Hay tres dedos que dice que no los siente. Él procura girar la mano completa, pero se le nota en la cara el dolor y el esfuerzo que tiene que hacer para poder mover el brazo. Gracias a Dios, él dice que se encuentra en un patio con buena convivencia, pero allá uno no puede confiar mucho en las personas.
¿Cómo fueron los dos meses en los que estuvo recluido en La Picota?
Gracias a Dios, por mi parte, pude llegar a un patio en el que la convivencia era buena. Obviamente, como en toda parte, hay que seguir ciertas normas para no llegar a tener inconvenientes. Por ejemplo, si uno se quiere ganar la vida puede recoger almuerzos, lavar ropa y varias cosas. Así como en la vida afuera de la cárcel.
¿Cuál es su situación actual?
Difícil, pues lo que se vive y se ve allá (en la cárcel) es diferente a lo que se vive afuera. También darse cuenta de que la vida puede cambiar en un segundo.
¿Su vida volverá a ser la misma?
No creo que mi vida vuelva a ser la misma. Quisiera, pero ahora que estoy afuera, siento que hay gente que me mira con desconfianza.
¿Qué llamado le hace a la Fiscalía?
Que haga bien su trabajo, que no inculpe a cualquiera por hacer un trabajo rápido. Si ellos hicieran bien su trabajo, se podría empezar a tener un mejor país.
¿Cree que su hermano debió haber sido más prudente ?
Fíjese que yo salí a correr detrás de mi hermano para que no cometiera una estupidez. En ocasiones me da rabia no haber sido más rápido para detener a mi hermano, pero viendo cómo transcurrieron las cosas creo que tienen que pasar por algo. Creo que un ser humano no debería morir cómo murió el capitán Solano. Ahora, luego de la decisión del juez, hay que esperar cómo avanza el proceso.
Con su hermano menor aún preso y el estigma de haber pisado una cárcel, pero con la tranquilidad de quien se sabe inocente, Maicol Steven Vélez Mesa, el mayor de los hijos de don Héctor Vélez, habla del cambio que dio su vida cuando altos mandos del Estado —como Francisco Barbosa, fiscal general, y Diego Molano, ministro de Defensa— lo señalaron como uno de los asesinos del capitán Jesús Alberto Solano, quien falleció en medio de hechos que aún no han sido aclarados, en Soacha, durante el paro nacional. Aunque lleva más de un mes libre por orden de un juez, el proceso en su contra por homicidio agravado, hurto calificado y porte ilegal de armas continúa. Está a la espera de que la Fiscalía radique el escrito de acusación y empiece el juicio en el que se intentará esclarecer qué tan determinante fue la participación de los hermanos Vélez Mesa en el deceso del oficial de la Sijín.
¿Qué recuerda esa noche del 28 abril?
Estaba al frente de la casa, luego pasó un señor corriendo y la gente detrás gritando: “¡Cójanlo, es un ladrón!”. Procuré abalanzarme sobre él y me mostró una pistola. Me eché para atrás y vi que la gente siguió corriendo. Mi hermano estaba a quince metros delante mío y alguien dice que se había quedado sin balas. Entonces, mi hermano Juan Sebastián salió a perseguirlo y a mí me dicen: ‘Maicol, corra, que su hermano se fue detrás de ese man”. Me fui corriendo y el tipo hizo un par de disparos más, que impactaron a Sebastián. Los dos terminaron en el piso y cuando llegué a coger a mi hermano, unas veinte o treinta personas estaban encima del hombre.
¿Cuándo se enteró de que Solano era oficial de la Policía?
Cuando auxilié a mi hermano. Ahí me pasaron una billetera y cuando la abrí, decía: “Policía Nacional, capitán”. Se me enfrió hasta la conciencia. Después, en el hospital, entregamos los documentos y quedé en shock, porque había muchos policías acusándonos. Pasamos los documentos del capitán, porque queríamos colaborar, pero ellos no lo tomaron de esa manera.
¿Quién le pasó la billetera?
Una amiga de mi hermano, porque se los habían pasado, pero no sé cómo. Cuando la revisé deduje que estábamos metidos en problemas.
¿Que pensó al ver los documentos ?
Que el problema más grande de mi vida lo acababa de encontrar. Uno no quiere estar metido en líos y tener una vida sencilla, pero cuando vi esos documentos sentí un gran peso en la espalda y pensé: “Los problemas que siempre quise evitar, aquí me llegaron”.
¿Cómo cambió su vida cuando la Fiscalía lo señaló de ser uno de los responsables de asesinar a un policía?
El pensamiento cambia. Te das cuenta de que la gente te mira con desconfianza de que uno pudo o no haber cometido ese delito. Son muchas cosas las que cambian. En ocasiones la gente te está hablando y está pensando: “¡Uy, ese man es un asesino!”. En otras no sientes esa misma energía. Son muchas cosas que uno no sabe cómo decirles que tú no has hecho nada.
La Fiscalía dijo que había hallado los documentos y el revólver del capitán en su casa, ¿qué opina?
Que es un falso (positivo) judicial. Solo tuvimos la billetera en el momento que me la pasaron, pero la entregamos. Luego dicen que eso lo encontraron en mi casa. Es como querer incriminar a unos muchachos que no habían hecho nada, por mostrar resultados rápido. Créame que a la Policía le conviene más decir que en seis días cogieron a los responsables en lugar de hacer una buena investigación. Se supone que ellos deben velar por las leyes, pero van incriminando al primero que cogen. Creo que es un muy mal trabajo policial y de investigación. Lo mismo sobre el Ministro de Defensa (Diego Molano), que salió a decir que éramos asesinos y hacernos ver como la peor calaña. Muy mal hecho de las autoridades que no hicieron bien su trabajo, en vez de incriminar a cualquier persona, porque sí.
¿Cómo está su hermano Juan Sebastián, que sigue detenido?
Bien, pero del brazo (en donde recibió un disparo del capitán Solano) no podemos decir lo mismo. Hay tres dedos que dice que no los siente. Él procura girar la mano completa, pero se le nota en la cara el dolor y el esfuerzo que tiene que hacer para poder mover el brazo. Gracias a Dios, él dice que se encuentra en un patio con buena convivencia, pero allá uno no puede confiar mucho en las personas.
¿Cómo fueron los dos meses en los que estuvo recluido en La Picota?
Gracias a Dios, por mi parte, pude llegar a un patio en el que la convivencia era buena. Obviamente, como en toda parte, hay que seguir ciertas normas para no llegar a tener inconvenientes. Por ejemplo, si uno se quiere ganar la vida puede recoger almuerzos, lavar ropa y varias cosas. Así como en la vida afuera de la cárcel.
¿Cuál es su situación actual?
Difícil, pues lo que se vive y se ve allá (en la cárcel) es diferente a lo que se vive afuera. También darse cuenta de que la vida puede cambiar en un segundo.
¿Su vida volverá a ser la misma?
No creo que mi vida vuelva a ser la misma. Quisiera, pero ahora que estoy afuera, siento que hay gente que me mira con desconfianza.
¿Qué llamado le hace a la Fiscalía?
Que haga bien su trabajo, que no inculpe a cualquiera por hacer un trabajo rápido. Si ellos hicieran bien su trabajo, se podría empezar a tener un mejor país.
¿Cree que su hermano debió haber sido más prudente ?
Fíjese que yo salí a correr detrás de mi hermano para que no cometiera una estupidez. En ocasiones me da rabia no haber sido más rápido para detener a mi hermano, pero viendo cómo transcurrieron las cosas creo que tienen que pasar por algo. Creo que un ser humano no debería morir cómo murió el capitán Solano. Ahora, luego de la decisión del juez, hay que esperar cómo avanza el proceso.