No guarde la sombrilla: ¿por qué llueve tanto en esta época del año?
Un balance de lo que ha sido la primera semana de noviembre con sus inundaciones y deslizamientos, son parte de la cuesta arriba que tienen las autoridades, con un fenómeno de La Niña que respira en el cuello.
María Angélica García Puerto
Los días grises, bajas temperaturas, fuertes lluvias e inundaciones que se registran con tanta intensidad por estos días en Bogotá y Cundinamarca tienen explicación. Según el IDIGER, la Región Andina tiene una condición típica que es el ciclo bimodal. Es decir, que, por lo general, al año existen dos temporadas de lluvias: una entre mediados de marzo y mediados de junio, y entre septiembre y diciembre.
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Los días grises, bajas temperaturas, fuertes lluvias e inundaciones que se registran con tanta intensidad por estos días en Bogotá y Cundinamarca tienen explicación. Según el IDIGER, la Región Andina tiene una condición típica que es el ciclo bimodal. Es decir, que, por lo general, al año existen dos temporadas de lluvias: una entre mediados de marzo y mediados de junio, y entre septiembre y diciembre.
Un ejemplo de ello son las anómalas precipitaciones que se registraron durante octubre en la capital, pues alcanzaron niveles entre 40 % y 80 % por encima de lo normal, siendo los días 5, 9, 21, 22 y 31 los días de mayores lluvias, según monitoreo del IDIGER.
Asimismo, los mayores acumulados se registraron en el sector centro oriental de la ciudad, en las localidades de Chapinero, Santa Fe, Candelaria, Los Mártires, Teusaquillo y Barrios Unidos. Ya en la parte alta de Chapinero se superaron los 160 mm, mientras que, en las demás localidades mencionadas, se registraron precipitaciones entre 140 y 160 mm.
Las lluvias continuarán
Por tal razón, como mencionamos al principio, este fenómeno climático no cambiará en las próximas semanas en la región Andina. Pero hay otro factor clave, que agravaría los parámetros normales de lluvias en esta temporada: el fenómeno de La Niña (incrementos de éstas), el cual se estaba esperando desde mediados de año. La directora del Ideam, Ghisliane Echeverry, mencionó el 18 de julio, que la probabilidad de que se desarrollara este fenómeno, entre agosto y septiembre, era del 70 %, según los modelos internacionales.
Sin embargo, no ocurrió. Pero el 10 de octubre, el CPC- Centro de Predicción Climática de la NOAA, indicó que las probabilidades (70 %) pasarían para el trimestre octubre-noviembre-diciembre y podría persistir durante el primer trimestre de 2025 (enero-marzo). “Las condiciones climatológicas del país en lo que resta del 2024, no solo dependerán del ciclo estacional propio y las fluctuaciones asociadas a la oscilación Madden & Julian y otras ondas ecuatoriales, sino también de la evolución de los fenómenos de variabilidad interanual asociados al ENSO (La Niña)”, analizó el Ideam.
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Tan solo para este puente festivo -Día de la independencia de Cartagena- la entidad nacional pronostica para el sábado y domingo 10 de noviembre, continúen las lluvias sobre amplios sectores del territorio nacional, especialmente en las regiones Andina, Pacífica y Amazonia. Específicamente en Bogotá, detallaron, prevén cielo mayormente nublado con probabilidad de lluvias intensas, especialmente en horas de la tarde.
De igual manera, hay alerta roja de deslizamientos en varios municipios del país y 150 alertas (probabilidad de que ocurra) hidrológicas, que tienen que ver con el aumento de inundaciones y crecientes súbitas, de las cuáles 11 son rojas en el Magdalena-Cauca hacia la región Caribe. Naranjas, en el Pacífico y Orinoco. Y amarillas, en la cuenca del Magdalena-Cauca, Caribe, Orinoco, Amazonas y Pacífico.
Los impactos por los aguaceros
El miércoles 6 de noviembre, 8.000 niños, niñas y jóvenes resultaron afectados al quedar atascados en sus rutas escolares y en sus colegios, por cuenta de las inundaciones en la autopista Norte, entre calles 191 y 245, a causa del desbordamiento del Río Torca.
Según las autoridades, 1.500 personas y 30 vehículos fueron rescatados de las inundaciones durante un día en el que, según el Idiger, las lluvias al nororiente de la ciudad fueron insólitas. Esa fecha, registraron 95 litros por m2, cuando en promedio, cada mes del 2023, cayeron 23,3 litros por m2.
En un recién informe consolidado, la entidad distrital reportó entre la semana del 1 al 5 de noviembre, 95 eventos asociados a las lluvias, en diferentes localidades. La mayoría (44) fueron por encharcamientos e insuficiencia de alcantarillado; (46) por caída o riesgo de colapso de árboles; (4) deslizamientos menores, y (1) caída de rayos.
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Si bien señalaron que “ninguna de las situaciones comprometió la vida de la ciudadanía”, sí caracterizaron 13 familias afectadas, “las cuales recibieron las ayudas humanitarias correspondientes”, agregó el Idiger. Por otro lado, detallaron que las localidades con más afectaciones son Usaquén (34), Suba (16), Kennedy (12), Chapinero (9) y Ciudad Bolívar (5). Y dentro de los barrios con más eventos asociados a las lluvias están Santa Cecilia (6) Chico (3), La Carolina (2), Cedro Salazar (2), Santa Viviana (2).
Mientras tanto, en Cundinamarca, se reportaron inundaciones, granizadas y crecientes súbitas en al menos 12 municipios, con distintas afectaciones, pero sin reporte, desde la Gobernación, de vidas comprometidas:
- Tocancipá: Inundaciones en el casco urbano.
- Cajicá: Inundaciones en seis sectores del área urbana.
- La Calera: Colapso de redes de alcantarillado.
- Ubaque: Granizada en zonas rurales y creciente súbita en el río Palmar.
- Fómeque: Creciente súbita en el río Unión.
- Villapinzón: Fuerte granizada sin reportes de afectaciones significativas.
- Guayabetal: Posible creciente súbita en el Rionegro.
- Guasca y Gachetá: Lluvias intensas en áreas críticas.
- Yacopí: Fuertes precipitaciones en la vereda Ventanas (inspección de Patevaca).
- Cabrera: Lloviznas, alta nubosidad y actividad eléctrica que podrían intensificar las lluvias.
- Cáqueza: fuertes lluvias
“Debido a las precipitaciones de los últimos días, se presenta saturación de humedad en los suelos, que dan origen a diferentes niveles de probabilidad para la ocurrencia de deslizamientos de tierra, en zonas de ladera y alta pendiente (que para Bogotá es moderada. En Cundinamarca hay alerta roja para Medina, amarilla para 42 municipios y naranja para 39”, destacó el boletín del 8 de noviembre del Ideam.
De igual manera, el Instituto calificó en nivel de alerta amarilla (para informarse) la cuenca alta, media y baja del río Bogotá, por probabilidad de crecientes súbitas y sus afluentes, con especial atención en los municipios de Villapinzón, Chocontá, Suesca, Sesquilé, Gachancipá, Zipaquirá y Tocancipá (Cundinamarca); posibles encharcamientos en Bogotá, y pide estar atentos a los niveles de los ríos Subachoque, Salitre, Córdoba, Tunjuelo y la quebrada Yomasa. Finalmente, atención en municipios de La Mesa, Anapoima, Apulo, Tocaima, Agua de Dios y Girardot, respectivamente.
Prevenir es la clave, ¿qué están haciendo?
Las Empresas de Acueducto, Alcantarillado y Aguas de Bogotá informaron que han hecho mantenimiento y limpieza en 95 canales, 88 quebradas y ríos, más otras 71 estructuras y más de 162.000 sumideros que unen todo el sistema.
Por año, indicaron, se logra la limpieza de 563.700 metros de canales, ríos y quebradas de la ciudad. Adicionalmente, la extracción de 111.700 metros cúbicos de residuos de 67.900 sumideros. La atención de estos cuerpos de agua se hace en cinco zonas de intervención: Torca, Salitre, Tunjuelo, Tintal y Fucha.
“Hacemos un llamado a la ciudadanía a que haga una correcta disposición de los residuos y no contamine los cuerpos de agua de la ciudad, especialmente ahora que nos encontramos en época de lluvias”, instó la gerente de Aguas de Bogotá, Yanlícer Pérez.
Sumado a esto, para Carlos Alvarado, especialista en Evaluación de Riesgos y Prevención de Desastres de la Universidad de los Andes y quien ha participado de Planes de Ordenamiento Territorial y gestión del riesgo de Bogotá, el Distrito debe también poner énfasis de atención en aquellos riesgos asociados a las mismas personas y el tipo de construcción de vivienda en el que viven.
“Las mayores vulnerabilidades existen en los estratos 1 y 2 que han venido construyendo en asentamientos informales y no tienen resistencia a esos eventos. Y para reducirlo, las personas de esas zonas de amenaza tiene que estar muy bien atentas y la obligación del distrito es capacitarlas en sistemas de alertas, de llevarlas a albergues en caso de tener evacuarlos en sitios que oficialmente la ciudad ha definido. Pero recordar que lo importante es la prevención”, sentenció.
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Por otro lado, en Cundinamarca, la Unidad Administrativa Especial para la Gestión del Riesgo de Desastres, respondió a El Espectador, que han socializado con todos los actores del sistema departamental unas acciones y actividades de preparación y el centro de Información y Telemática de la UAEGRD (CITEL) realiza recopilación de información de los diferentes sistemas de monitoreo meteorológico para prevenir eventos y emitir diariamente alertas tempranas.
Si bien, destacaron que los organismos de socorro están en conocimiento y alerta -Cruz Roja (22), Bomberos (3 cuerpos oficiales- 79 cuerpos voluntarios), Defensa Civil ( 50 Juntas y 38 Comites), fuerzas militares y de Policía- en abril de este año se denunció los problemas de operación de la Delegación Departamental de Bomberos, en cuanto a mandatarios locales que no cumplen su obligación de preservar convenios con la institución, contratos que se firman por cumplir, o municipios sin socorristas o con capacidades técnicas limitadas.
A siete meses y en plena temporada de lluvias, poco ha cambiado. Así lo señaló Álvaro Farfán, delegado de Bomberos de Cundinamarca. “Esta ha sido una dinámica disfuncional que se ha venido adelantando no solo en el departamento sino en el resto del país. Muchos mandatarios han asumido el discurso que no hay recursos y se escudan que existen bomberos voluntarios y debe prestarse de manera gratuita. No es así, requerimos de equipos, infraestructura, de seguridad social por ser catalogado como de alto riesgo”, reclamó.
La prevención articulada y fortalecida entre autoridades, organismos de socorro y ciudadanía, es clave no solo para evitar consecuencias irreversibles por una segunda temporada de lluvias que podría atenuarse si se consolida el Fenómeno de La Niña, sino para responder diligentemente ante una emergencia.
Los desastres (que no son naturales porque son siempre el resultado de las acciones y las decisiones humanas, como señala la UNDRR) como estas inundaciones o deslizamientos que estamos viviendo, son también el punto de reflexión de las discusiones sobre cómo seguir construyendo una ciudad respetando los entornos medioambientales.
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