Nueva Aranda: un primer hito para la Bogotá de los 30 minutos
En diciembre del 2024 se efectuó una mesa de comentarios y socialización del plan parcial Nueva Aranda. La etapa no estuvo ajena a los problemas que atraviesan la mayoría de los planes parciales. Su avance, en el marco del nuevo POT, parece ser esperanzador.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
Por más complicado que sea, tanto en su formulación como en su desarrollo, Bogotá no puede ni debe renunciar a la adopción de planes de renovación urbana. Es un instrumento que tiene a ciudad a la vanguardia del país respecto a acciones de densificación, pero que ha sido objeto de numerosas dificultades que han estropeado su potencial en la generación de nueva vivienda y reúso del suelo ya urbanizado.
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Por más complicado que sea, tanto en su formulación como en su desarrollo, Bogotá no puede ni debe renunciar a la adopción de planes de renovación urbana. Es un instrumento que tiene a ciudad a la vanguardia del país respecto a acciones de densificación, pero que ha sido objeto de numerosas dificultades que han estropeado su potencial en la generación de nueva vivienda y reúso del suelo ya urbanizado.
Desde la aprobación del POT 555 del 2021, la capital comenzó una nueva etapa de desarrollo en la cual se entendió que los límites de una ciudad, que parecía destinada a extenderse hacia sus periferias, deberían ser finitos. Solo para hacerse a una idea, el POT anterior (190 de 2004) habilitó 3.300 hectáreas (ha) para renovación. Ahora, buscando mejorar el panorama, el nuevo POT (555 de 2021) amplió a 6.000 las hectáreas disponibles y las acompañó de trámites más claros.
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Debido a la escasez de suelo urbanizable, esta parece ser, de cara al futuro, la apuesta principal. Según Yency Contreras Ortiz, profesora del Instituto de Estudios Urbanos de la U. Nacional, el reutilizar suelo ya edificado evita que la ciudad crezca hacia la sabana, pues la expansión “promueve usos de suelo con impactos en zonas importantes para la protección ambiental y la gestión del agua”, señaló Contreras.
No obstante, la renovación también implica un reto: minimizar los costos sociales y económicos relacionados con la segregación de poblaciones a la periferia.
Y pese a las ventajas, Bogotá no ha sabido aprovechar plenamente la herramienta. La tardía adopción de los planes parciales de renovación —figura que se remonta a 2012— y la lentitud con la que se han ido desarrollando lo impiden. En palabras del exsecretario de Planeación, Felipe Jiménez, la renovación urbana ha sido un fracaso. “En planes parciales como el de Fenicia, al lado de la U. de los Andes, aprobado hace más dos años y que es el de ‘mostrar’, no han construido el primer edificio. Luego están los planes de San Bernardo 1 y 2. En el caso del segundo, no alcanzamos a dejarlo negociado, y en el primero, después de seis años, apenas salió a ventas y no se ha puesto un ladrillo”, sentenció el exfuncionario.
Pese a este desafío, la gestión del operador urbano de Bogotá, RenoBo (Empresa de Renovación Urbana de Bogotá) y la secretaría de Planeación, parece estar encaminada a mejorar la situación.
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Nueva Aranda
En el marco de la acción estratégica Zona Industrial, RenoBo ha desplegado las respectivas acciones de diseño y socialización para llevar la documentación a planeación. El objetivo de esta acción estratégica, de las 28 con las cuales se pretende cambiarle la cara a la ciudad, es el de reorientar la vocación urbanística de zonas de Puente Aranda que, dado su uso histórico, siempre han estado destinadas a fines industriales y de bodegas. Ahora, se plantea habilitar nuevas unidades de vivienda en estas zonas a través de la reutilización de edificios y millares de hectáreas para equipamientos y espacio público.
Y no es aleatorio: Puente Aranda cuenta con una ubicación privilegiada gracias a los corredores viales que la rodean (Av. de las Américas y Calle 13). Además, sus coordenadas geográficas la acercan al centro y el corredor oriental de la ciudad, en donde transcurre una buena fracción de la vida económica de Bogotá, lo cual haría que, los potenciales y futuros residentes de la zona, se acercarán a sus puestos de trabajo.
En ese orden de ideas, el plan parcial de Nueva Aranda, el cual tuvo una etapa de socialización el pasado 12 diciembre, juega un rol fundamental. Formulado desde 2020 por la firma Proyectos Arquitectónicos PA, el plan parcial de renovación urbana busca cambiar ese potencial industrial.
Pese a algunas dificultades, habituales por demás en los planes de Renovación Urbana, el proyecto logró avanzar hacia una etapa de comentarios final que finalizará el próximo 25 de enero. Después de esta fecha, una vez el fichero del plan pase a las manos de la cartera de Planeación, los interesados en el proyecto esperan la adopción del plan para comenzar a ejecutar una serie de proyectos que le cambiarían la cara al sector.
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Particularidades
Articular aquella ciudad de las cercanías que plantea el POT, en donde todo quede a menos de 30 minutos de recorrido, requiere llevar vivienda a donde antes no lo había. Esta consigna fue precisamente la que motivó a la firma de arquitectos a formular el plan y a proyectar la construcción de más de 8.000 viviendas, en su mayoría VIS, en un sector en donde no hay más de 300.
Por tal motivo, dicha intervención, entre al Av. Batallón Caldas (Carrera 50) y la Av. Centenario (Calle 13) y entre la intersección de Puente Aranda y la Carrera 46 (en un área de 8,9 Ha, cinco manzanas y un total de 35 predios) contempla la construcción de este complejo de viviendas y un centro comercial. Asimismo, en el plan parcial se generan áreas de cesión pública obligatoria correspondientes al 20 %, 2,301 m² de espacio público, los cuales, sumados a la reserva vial de la Avenida Batallón Caldas, el control ambiental, la vía local y las adecuaciones de andenes, proporcionan un total de 4,571 m² de espacio público. Espacio Público por habitante de 1,05 m² aproximadamente.
Problemáticas
Al igual que otras problemáticas con los planes de renovación urbana, Nueva Aranda ha recibido peros de los propietarios de predios involucrados. Por ejemplo, durante el evento de socialización del plan parcial, El Espectador habló con algunos de los dueños, quienes manifestaron preocupación por el proceso en el cual se encontraban negociando sus predios con algunos de los desarrolladores involucrados.
“Nos ofrecen precios por debajo de hasta el 30 % de lo que valen, y eso sin contar con la plusvalía que obtendrán luego de que construyan los espacios y todo lo que quieran hacer”, le comentó uno de los dueños a este diario. Asimismo, casi que al unísono, los propietarios se mostraron inquietos por posibles maniobras de desvalorización con las cuales, presuntamente, se buscaría influir sobre el costo de sus predios e inclinar la negociación a favor de los desarrolladores. El Espectador consultó sobre este aspecto a la secretaría de Planeación, la cual reconoció el inconveniente, pero resaltó que durante la revisión de la documentación se tendrán en cuenta dichos comentarios y se abrirán nuevos espacios de diálogo. De igual forma, se intentó consultar con la firma desarrolladora del plan parcial, pero no se obtuvo respuesta.
El desarrollo de los problemas de este plan parcial y su resolución serán de vital importancia en el futuro de la renovación urbana en Bogotá. Si la cartera de Planeación, en compañía de los desarrolladores urbanos, logran dirimir las desavenencias, la capital conseguiría desbloquear un potencial oculto en la renovación urbana. Después de todo, la ciudad de los 30 minutos, en consecuencia con las tendencias urbanísticas actuales, podría hacer de Bogotá una urbe compacta y más amigable con sus habitantes.
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