Mural homenajea a Gabriel García Márquez y da vida a Macondo en San Victorino
Roger Abril, conocido como Rytmo, y Néstor Arteaga, son los artistas que, con su colectivo ‘Fuego en el 23′, dieron vida al universo macondiano en las entrañas de San Victorino.
“Macondo: un estado de ánimo” es el mural que llegó a darle color y un toque de realismo mágico al centro de Bogotá desde este 8 de noviembre. La obra ya puede ser apreciada en su totalidad por habitantes de la capital y turistas, al costado norte del edificio de la Carrera 10 #12 - 53. Roger Abril, conocido como Rytmo, y Néstor Arteaga, son los artistas que, con su colectivo ‘Fuego en el 23′, dieron vida al universo macondiano en las entrañas de San Victorino, uno de los barrios más emblemáticos del centro de la ciudad.
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En la inauguración del mural, este viernes la secretaría de Cultura detalló su proceso de realización, el cual se enmarca en la estrategia de espacio público de la subsecretaría de Cultura Ciudadana. La idea es transformar el “relato y la manera en la que los habitantes se relacionan con la ciudad”, dijo la cartera de cultura. Con esa perspectiva la entidad lanzó la convocatoria ‘10 años de Macondo’ y que entregó un estímulo de $50 millones al colectivo ganador para la realización la intervención artística.
Rytmo y Néstor Arteaga, artistas especializados en muralismo en el espacio público e integrantes del colectivo ‘Fuego en el 23′, ganaron la convocatoria y durante cerca de 20 días, pintaron la obra a gran formato, en una pared de 18 metros de ancho por 21 metros de alto.
“Esta iniciativa buscaba retratar la profundidad de los personajes icónicos de las novelas de Gabriel García Márquez, que sirven de inspiración y dan pie a expresiones artísticas en calle; así como democratizar la cultura, fomentar la apropiación de los espacios públicos, fortalecer el tejido cultural y promover la reflexión sobre temas universales como el amor, la soledad, el poder y la vida”, señaló Santiago Trujillo, secretario de Cultura, Recreación y Deporte.
La destaca que la propuesta creativa de los artistas reunió elementos de la cultura contemporánea que hacen alusión a Macondo y a realidades del país que aún se mantienen vivas. “Es muy interesante ver las diferentes interpretaciones que la gente le da a esta obra que nació de un boceto a lápiz. Hay una escena particular de Macondo que quisimos recrear, pero sin necesidad de ser evidente, para permitirle a las personas llevarse diferentes puntos de vista de manera libre”.
La herramienta permanente del colectivo que hizo esto realidad fue un andamio colgante. Para Arteaga, quien enfrentó su miedo a las alturas en el proceso, esta obra es el resultado de la motivación y del compromiso con su ciudad, en especial con este sector de San Victorino, que se constituye como “una metáfora de Colombia en el que confluyen el caos, la diversidad y la historia”.
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Rytmo y Néstor Arteaga, artistas especializados en muralismo en el espacio público e integrantes del colectivo ‘Fuego en el 23′, ganaron la convocatoria y durante cerca de 20 días, pintaron la obra a gran formato, en una pared de 18 metros de ancho por 21 metros de alto.
“Esta iniciativa buscaba retratar la profundidad de los personajes icónicos de las novelas de Gabriel García Márquez, que sirven de inspiración y dan pie a expresiones artísticas en calle; así como democratizar la cultura, fomentar la apropiación de los espacios públicos, fortalecer el tejido cultural y promover la reflexión sobre temas universales como el amor, la soledad, el poder y la vida”, señaló Santiago Trujillo, secretario de Cultura, Recreación y Deporte.
La destaca que la propuesta creativa de los artistas reunió elementos de la cultura contemporánea que hacen alusión a Macondo y a realidades del país que aún se mantienen vivas. “Es muy interesante ver las diferentes interpretaciones que la gente le da a esta obra que nació de un boceto a lápiz. Hay una escena particular de Macondo que quisimos recrear, pero sin necesidad de ser evidente, para permitirle a las personas llevarse diferentes puntos de vista de manera libre”.
La herramienta permanente del colectivo que hizo esto realidad fue un andamio colgante. Para Arteaga, quien enfrentó su miedo a las alturas en el proceso, esta obra es el resultado de la motivación y del compromiso con su ciudad, en especial con este sector de San Victorino, que se constituye como “una metáfora de Colombia en el que confluyen el caos, la diversidad y la historia”.
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