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En desarrollo de una visita al humedal Juan Amarillo, ubicado entre las localidades de Suba y Engativá, la Personería de Bogotá alertó este martes que las obras que adelanta la administración en el ecosistema –sumado a la tala de árboles, vertimientos de aguas negras y falta de control– tienen “en grave peligro” al ecosistema protegido.
El ente de control llamó la atención por dos obras que adelantan la Empresa de Acueducto de Bogotá (EAB) y el Instituto de Recreación y Deporte (IDRD), por valor de $50.000 millones y $30.000 millones, respectivamente, las cuales están ideadas para preservar la zona de manejo ambiental y áreas aledañas. Sin embargo, para el organismo, los trabajos “no contemplan recuperar el humedal, dar cumplimiento al plan de manejo ambiental, ni enfrentar sus graves problemas de contaminación”.
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A ello se suma que, advierte la Personería, las obras no cumplen con el Plan de Acción de la Política Distrital de Humedales, con todo y que el año pasado el Distrito presentó la solicitud de declarar RAMSAR este ecosistema.
“Solo se contrató la construcción de dos umbrales; dos puentes; tres miradores; una pasarela elevada; una calzada dura de tres metros de ancho para peatones y ciclistas; canchas sintéticas; aula ambiental; baños; zonas de juegos, administrativas y comerciales concesionables; casetas de vigilancia; pérgolas; paisajismo; zonas duras; redes hidrosanitarias, eléctricas y postes de iluminación”, declaró el ente de control.
Además de advertir que no se conoce si hay participación ciudadana alrededor de las obras, la Personería denunció que hubo tala de árboles y vertimientos de aguas negras en grandes volúmenes, así como perros ferales (salvajes), basuras (entre ella, material de construcción) y ocupaciones ilegales en la ronda del parque, “impactando con residuos sólidos y líquidos el ecosistema, ahuyentando y poniendo en riesgo la fauna silvestre”.
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En conclusión, dice la Personería, “las obras implican riesgo al ecosistema”, dado que cortarían la franja terrestre, “impidiendo la infiltración y escorrentía de aguas lluvias”, alterando la morfología del terreno y generando retención de aguas o encharcamientos.
“Pese a toda la inversión en infraestructura civil, las obras no recuperan el humedal sino lo dejan en mayor riesgo. Habrá más talas de árboles para las diversas construcciones. Solo la calzada de tres metros (ciclovía y peatonal) implica la apertura de una zanja que se llenará con materia de cantera y concreto", precisó el ente.
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