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Opinión: Anacronismo ambiental que daña la salud

El Gobierno Nacional, al expedir una resolución con la que, guardadas las proporciones, pretende que Bogotá vuelva a ser el humedal que encontraron los españoles hace 500 años, cae en un anacronismo ambiental que afecta la salud y el bienestar de sus ciudadanos.

Luis Gonzalo Morales Sánchez
21 de marzo de 2025 - 12:26 a. m.
El 70 % de los humedales de la sabana han sufrido alguna especie de modificación o relleno como consecuencia de la expansión urbana. /
El 70 % de los humedales de la sabana han sufrido alguna especie de modificación o relleno como consecuencia de la expansión urbana. /
Foto: Terumoto Fukuda
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La decisión del Gobierno Nacional de expedir una norma que regula el uso del suelo en Bogotá, en la que se priorizan grandes extensiones para ser consideradas como humedales con el argumento de proteger el agua, es anacrónica y poco contribuye a ese objetivo. Está fuera de su tiempo al no encajar con el contexto actual de la humanidad, que habita mayoritariamente en grandes núcleos urbanos. Estos son ecosistemas establecidos por el hombre que indefectiblemente terminaron afectando los que existían antes de su creación, por ello sería ingenuo y descabellado pensar que se pueden volver a restaurar.

En contexto: La sabana de Bogotá en disputa: entre la protección ambiental y el desarrollo

Esta disposición nos retrotrae a la época del cacique Bacatá y a los pocos miles de indígenas que habitaban la sabana de Bogotá cuando esta era un gran humedal, como lo fueron igualmente varias de las grandes ciudades a nivel mundial, caso de ciudad de México construida sobre lo que fue el antiguo lago Texcoco.

Además de obsoletas, estas proposiciones amenazan con deteriorar la salud y el bienestar de sus habitantes por varios motivos. Al limitarse los lugares para satisfacer la creciente demanda de viviendas, los ciudadanos, en especial los de menores ingresos, se verán obligados a vivir cada vez más lejos en los municipios vecinos, lo que aumenta los tiempos de desplazamiento, sacrificando su tiempo libre.

Las mayores distancias para llegar a sus viviendas hacen que se aumente el consumo de energía, dificultando el uso de medios de movilidad sostenible como la bicicleta o el caminar. También, restringir el uso de los suelos para la construcción de vías de movilidad tiene un doble efecto, al enlentecer la velocidad de los vehículos, generando los monumentales trancones que se viven a diario, que igualmente le restan tiempo a las personas y deterioran el medio ambiente.

Según la misma narrativa mitológica dentro de la cosmovisión de los Muiscas, el pueblo indígena que habitaba esta región antes de la llegada de los españoles, su deidad Bochica, considerado un dios civilizador, les enseñó a vivir en armonía con la naturaleza. Este concepto significa que, si bien hay que proteger la naturaleza, también hay que hacerlo con los seres humanos que hoy la habitan.

Pero esto no puede significar caer en posiciones radicales que desconocen precisamente lo que significa vivir en armonía, que no es otra cosa que encontrar el equilibrio en todos los aspectos de la vida para alcanzar la mayor felicidad y bienestar posible, sin afectar negativamente a los demás ni al mundo que nos rodea.

Es errado creer que es posible salvar al medio ambiente pretendiendo que la ciudad vuelva a ser el humedal que fue hace siglos, en especial si ello implica sacrificar la calidad de vida de los seres humanos que la habitan. Se trata de encontrar un balance que reconozca la realidad de los grandes centros en los que hoy habita el 75% de la población mundial, en el que se respeten las necesidades de sus residentes y se minimice la afectación del entorno.

Conoce más

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DIEGO ARMANDO CRUZ CORTES(25270)24 de marzo de 2025 - 04:49 p. m.
Valida opinion donde se debe buscar un equilibrio entre desarrollo y protección del medio ambiente. El tráfico de Bogotá es insoportable, afecta la salud mental y fisica de los habitantes, baja la productividad, incrementa la ansiedad y el estrés reflejado en la agresividad al volante, contamina el aire con tanto carro a baja velocidad. Se puede hacer ingenieria civil ayudando a que se recuperen los ecosistemas, pero parar u obstaculizar cualquier solución no tiene ningún sentido.
Watasabi(56195)21 de marzo de 2025 - 07:16 p. m.
Le recomiendo que lea los artículos que ha hecho este mismo periódico, incluso hoy uno en el Blog del Río, que realmente analizan la resolución a profundidad. O si tiene tiempo, busque el foro que también hizo este periódico hace unos días y debe estar por ahí el archivo. Sumamente interesante y me hizo pensar de otra manera el escandalete que hizo el alcalde con sus constructores financiadores
  • Watasabi(56195)21 de marzo de 2025 - 07:24 p. m.
    Y este el artículo del Blog del Río: https://www.elespectador.com/ambiente/blog-el-rio/lo-que-debe-saber-para-desenredar-el-debate-por-la-sabana-de-bogota/
  • Watasabi(56195)21 de marzo de 2025 - 07:22 p. m.
    Este es el foro: https://www.youtube.com/watch?v=RqZQrfacenY}
Watasabi(56195)21 de marzo de 2025 - 07:16 p. m.
Le recomiendo que lea los artículos que ha hecho este mismo periódico, incluso hoy uno en el Blog del Río, que realmente analizan la resolución a profundidad. O si tiene tiempo, busque el foro que también hizo este periódico hace unos días y debe estar por ahí el archivo. Sumamente interesante y me hizo pensar de otra manera el escandalete que hizo el alcalde con sus constructores financiadores
Eduardo Montalvo(52171)21 de marzo de 2025 - 06:07 p. m.
Ligero e inútil escrito.
Lucila Reyes Sarmiento(21444)21 de marzo de 2025 - 05:30 p. m.
No ridiculice, señor. Nadie quiere que Bogotá vuelva a ser un humedal. El que queda mal es usted. Los humedales que existen están protegidos por normas, además están inscritos en RAMSAR. Usted defiende los intereses de constructores y está en su derecho, pero a ustedes no les importa el futuro de la ciudad y la gente que la habita.
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