Hace ocho años, el 6 de abril de 2016 fue aprobado por el Concejo de Bogotá el Acuerdo 641 que dio comienzo a la reorganización del sector salud, uno de cuyos elementos esenciales fue la creación de las cuatro Subredes de Salud. Con esta decisión se pasó de tener 22 hospitales a solo cuatro entidades integradas jurídica, administrativa y financieramente con la finalidad de fortalecer su operación.
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Entre sus objetivos estaban en primer lugar, integrar la prestación de los servicios en una sola entidad para facilitar el acceso y la remisión de los pacientes, que anteriormente era necesario realizar entre 22 hospitales. Esto además permitiría compartir personal e instalaciones médicas especializadas ampliando las posibilidades de atención hacia los centros de menor complejidad contribuyendo a una mayor calidad y oportunidad del servicio.
En segundo lugar, se pasaría de tener 22 unidades administrativas y técnicas a solo 4, permitiendo contar con los mejores y más completos equipos humanos al servicio de todas las instituciones. Igualmente, se dispondría de herramientas tecnológicas y sistemas de información unificados para historia clínica, contables y financieros, algo difícil de realizar cuando estas organizaciones actuaban cada una por su lado.
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En tercer lugar, habría una mejoría en el campo financiero resultado de economizar gastos administrativos y del poder realizar compras conjuntas. Previamente 12 de los 22 hospitales estaban en riesgo financiero según el Ministerio de Salud y por lo tanto deberían ser sometidos a procesos de ajuste.
Luego de iniciada la reorganización hubo una mejoría considerable en el acceso y atención de pacientes que se manifestaron en una disminución de las filas y la congestión en las urgencias. La eliminación de 18 equipos administrativos, el contar con equipos humanos calificados, el poder alcanzar economías de escalas con las compras conjuntas y el tener herramientas tecnológicas unificadas, permitieron hacer más eficientes los procesos administrativos. Esto generó importantes ahorros económicos permitiéndole a las cuatro subredes alcanzar rápidamente niveles de equilibro financiero y comenzaran a mostrar utilidades.
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No obstante, en los cuatro años siguientes se revirtió esta tendencia, se deterioró la calidad y oportunidad del servicio, regresaron las largas filas y el hacinamiento en las urgencias, llevando a que las cuatro subredes volvieron a entrar en riesgo financiero. Prueba de ello es que la Superintendencia de Salud intervino una de las subredes y se dice que intervendrá otras más ante su delicada situación.
Esto muestra cuatro años iniciales de buen manejo fundamentados en funcionarios probos elegidos en función de su capacidad técnica y no por la cantidad de apoyos políticos, que contrasta con los cuatro siguientes donde las instituciones se vinieron al suelo. Cuando hay voluntad de darle un manejo técnico y no político a servicios fundamentales como la salud, es posible obtener buenos resultados. La nueva administración, que ha expresado su claro compromiso con este sector, merece una oportunidad para corregir esta compleja situación.