Opinión: ¿Para cuándo la hora de resultados de seguridad en Bogotá?
La renovación de cúpula Policial Nacional y distrital dio lugar a la última apuesta de la alcaldesa mayor para intentar salvar su gestión de seguridad y ofrecer un legado a la ciudad.
César Andrés Restrepo F.
Desde enero la alcaldesa ha anunciado la creación de siete comandos y un escuadrón para reducir el hurto a personas, recuperar el orden en el espacio público, acabar la superioridad criminal en el transporte, el centro de la ciudad y el área contigua a Corabastos, combatir los tierreros, proteger a las mujeres y hacer la noche bogotana más segura.
Nota relacionada: Inseguridad en Bogotá: seis delitos aumentaron en los primeros cuatro meses.
El Comando Élite contra el multicrimen es el último anunciado. Este agrupará 50 policiales de inteligencia, contrainteligencia, investigación criminal y operaciones especiales, divididos en 4 unidades distribuidas en la ciudad para atender 42 zonas críticas ubicadas en Bosa, Chapinero, Ciudad Bolívar, Engativá, Kennedy y Usaquén.
Estos serán desplegados durante las denominadas “tomas” de áreas de la ciudad, esfuerzos interinstitucionales en los cuales se ocupa el espacio público por tiempos limitados para debilitar el alcance criminal, estabilizar las áreas locales y golpear el crimen que ha sido identificado.
El centro ampliado de la ciudad, la localidad de Ciudad Bolívar, el área rural de Quiba y la red de transporte masivo han sido escenarios de la actuación de estos comandos. También se activan en periodos de alto riesgo como la semana santa y el día de la madre en los cuales la protección de las personas demanda un esfuerzo adicional.
¿Ha sido exitosa esta estrategia para el cierre de gobierno?
El primer cuatrimestre del año se pierde en homicidios, hurto a personas, residencias, automotores y secuestros. No obstante, al observar el mes de abril se nota una mejoría en todos los registros sobre criminalidad.
Aún es temprano para indicar si el Gobierno distrital ha acertado o no en las decisiones tomadas para la recuperación de la seguridad. Sin embargo, sí es el momento de señalar algunos factores críticos que atentan contra su éxito
La creación de estas unidades o grupos policiales con un pie de fuerza en retroceso –como lo dejo saber la propia alcaldesa– puede llevar a un fraccionamiento de los esfuerzos que termine por debilitar la atención general que la Policía Metropolitana debe desarrollar ordinariamente.
Lo anterior no sugiere que la especialización en fenómenos o en territorios sea una ruta equivocada. Significa que con poco personal puede convertirse en una forma de jalar la cobija para taparse la cara mientras quedan descubiertos los pies.
Es necesario tener presente que estos comandos son optimizaciones de personal. En este sentido, cada anuncio con un número definido de policiales no representa una suma sino una división. Funcionarios reubicados en servicios especializados desde su servicio cotidiano.
Además de las limitaciones de personal, también están las de capacidades en general. La alcaldesa informó que más de un billón de pesos han sido destinados en la ciudad al fortalecimiento de material y equipo. Sin embargo, esta suma no se refleja en la estructuración de capacidades para hacer frente a los desafíos de seguridad de la ciudad.
Sistemas no tripulados de vigilancia, sistemas analíticos de información, terminales de verificación de datos son útiles, pero están lejos de dar cuerpo a una visión estratégica basada en fenómenos, territorios y servicios.
A modo de ejemplo, con unidades locales y CAI mal dotados, sin fuertes de carabineros periféricos o barreras electrónicas para el control de la movilidad, es imposible que el trabajo de los comandos conduzca el debilitamiento del crimen y la recuperación de la confianza.
Un tercer asunto tiene que ver con uno de los reclamos de la alcaldesa en su anuncio de hoy: los resultados. En este sentido, el nacimiento de cada grupo especial debería traer en paralelo un catálogo de metas concretas obtenidas como resultado de su operación.
No definir pública y taxativamente estas metas es un gran error. Grandes logros serán subvalorados por los ciudadanos y la persistencia de problemas que solo se resuelven en el mediano plazo –el que ya no tiene la alcaldesa– acabarán con la poca confianza ciudadana que queda.
Por eso la alcaldesa debe comprometerse con los ciudadanos, de la mano del Comando Élite contra el multicrimen, a logros precisos como arrebatarle a la delincuencia el cuadrante comprendido entre la calle 26, la avenida caracas, la avenida 19 y la carrera 30, desmantelando un centro de operaciones clave para el hurto y la extorsión.
Si la coordinación de esfuerzos del Gobierno distrital, local, Policía Metropolitana y Ejército Nacional no logra conseguir un objetivo de ese tipo, demandado por todos los ciudadanos, la apuesta de la alcaldesa habrá sido fallida.
Estos tres asuntos son claves frente a la desorientación de la gestión de la seguridad desde el Gobierno nacional. La subvaloración absoluta de las amenazas en el marco de la Paz Total ya empieza a mostrar capítulos urbanos. En medio de capacidades de seguridad y aplicación de la ley limitadas, esto significará inseguridad total.
La apuesta de la alcaldesa a esta altura de su mandato debe ser recuperar el terreno perdido y delinear una visión de seguridad que integre fenómenos y servicios en clave territorial, que ayude a la persona que la suceda a construir la seguridad que necesitan los bogotanos.
Lea también: Bogotá: envían a prisión a hombre acusado de asesinar a médico en apartamento en Chapinero.
Desde enero la alcaldesa ha anunciado la creación de siete comandos y un escuadrón para reducir el hurto a personas, recuperar el orden en el espacio público, acabar la superioridad criminal en el transporte, el centro de la ciudad y el área contigua a Corabastos, combatir los tierreros, proteger a las mujeres y hacer la noche bogotana más segura.
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El Comando Élite contra el multicrimen es el último anunciado. Este agrupará 50 policiales de inteligencia, contrainteligencia, investigación criminal y operaciones especiales, divididos en 4 unidades distribuidas en la ciudad para atender 42 zonas críticas ubicadas en Bosa, Chapinero, Ciudad Bolívar, Engativá, Kennedy y Usaquén.
Estos serán desplegados durante las denominadas “tomas” de áreas de la ciudad, esfuerzos interinstitucionales en los cuales se ocupa el espacio público por tiempos limitados para debilitar el alcance criminal, estabilizar las áreas locales y golpear el crimen que ha sido identificado.
El centro ampliado de la ciudad, la localidad de Ciudad Bolívar, el área rural de Quiba y la red de transporte masivo han sido escenarios de la actuación de estos comandos. También se activan en periodos de alto riesgo como la semana santa y el día de la madre en los cuales la protección de las personas demanda un esfuerzo adicional.
¿Ha sido exitosa esta estrategia para el cierre de gobierno?
El primer cuatrimestre del año se pierde en homicidios, hurto a personas, residencias, automotores y secuestros. No obstante, al observar el mes de abril se nota una mejoría en todos los registros sobre criminalidad.
Aún es temprano para indicar si el Gobierno distrital ha acertado o no en las decisiones tomadas para la recuperación de la seguridad. Sin embargo, sí es el momento de señalar algunos factores críticos que atentan contra su éxito
La creación de estas unidades o grupos policiales con un pie de fuerza en retroceso –como lo dejo saber la propia alcaldesa– puede llevar a un fraccionamiento de los esfuerzos que termine por debilitar la atención general que la Policía Metropolitana debe desarrollar ordinariamente.
Lo anterior no sugiere que la especialización en fenómenos o en territorios sea una ruta equivocada. Significa que con poco personal puede convertirse en una forma de jalar la cobija para taparse la cara mientras quedan descubiertos los pies.
Es necesario tener presente que estos comandos son optimizaciones de personal. En este sentido, cada anuncio con un número definido de policiales no representa una suma sino una división. Funcionarios reubicados en servicios especializados desde su servicio cotidiano.
Además de las limitaciones de personal, también están las de capacidades en general. La alcaldesa informó que más de un billón de pesos han sido destinados en la ciudad al fortalecimiento de material y equipo. Sin embargo, esta suma no se refleja en la estructuración de capacidades para hacer frente a los desafíos de seguridad de la ciudad.
Sistemas no tripulados de vigilancia, sistemas analíticos de información, terminales de verificación de datos son útiles, pero están lejos de dar cuerpo a una visión estratégica basada en fenómenos, territorios y servicios.
A modo de ejemplo, con unidades locales y CAI mal dotados, sin fuertes de carabineros periféricos o barreras electrónicas para el control de la movilidad, es imposible que el trabajo de los comandos conduzca el debilitamiento del crimen y la recuperación de la confianza.
Un tercer asunto tiene que ver con uno de los reclamos de la alcaldesa en su anuncio de hoy: los resultados. En este sentido, el nacimiento de cada grupo especial debería traer en paralelo un catálogo de metas concretas obtenidas como resultado de su operación.
No definir pública y taxativamente estas metas es un gran error. Grandes logros serán subvalorados por los ciudadanos y la persistencia de problemas que solo se resuelven en el mediano plazo –el que ya no tiene la alcaldesa– acabarán con la poca confianza ciudadana que queda.
Por eso la alcaldesa debe comprometerse con los ciudadanos, de la mano del Comando Élite contra el multicrimen, a logros precisos como arrebatarle a la delincuencia el cuadrante comprendido entre la calle 26, la avenida caracas, la avenida 19 y la carrera 30, desmantelando un centro de operaciones clave para el hurto y la extorsión.
Si la coordinación de esfuerzos del Gobierno distrital, local, Policía Metropolitana y Ejército Nacional no logra conseguir un objetivo de ese tipo, demandado por todos los ciudadanos, la apuesta de la alcaldesa habrá sido fallida.
Estos tres asuntos son claves frente a la desorientación de la gestión de la seguridad desde el Gobierno nacional. La subvaloración absoluta de las amenazas en el marco de la Paz Total ya empieza a mostrar capítulos urbanos. En medio de capacidades de seguridad y aplicación de la ley limitadas, esto significará inseguridad total.
La apuesta de la alcaldesa a esta altura de su mandato debe ser recuperar el terreno perdido y delinear una visión de seguridad que integre fenómenos y servicios en clave territorial, que ayude a la persona que la suceda a construir la seguridad que necesitan los bogotanos.
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