Opinión: Confianza
La destrucción de la confianza ciudadana e institucional es uno de los mayores obstáculos para recuperar la seguridad en Bogotá.
César Andrés Restrepo F.
Durante las últimas 4 semanas hemos analizado algunas claves determinantes para que la promesa electoral de seguridad pueda convertirse en tranquilidad, garantía de derechos y libertades para los bogotanos.
La cuarta de las 5 claves propuestas es la confianza, una palabra cuyo significado según la Real Academia de la Lengua se desarrolla a partir de otras como esperanza, seguridad, ánimo, aliento y vigor.
LEA: Siete policías integraban red de corrupción en Bogotá: liberaban presos por dádivas
La confianza denota relaciones con poco riesgo o peligro entre individuos. También representa la seguridad de que se cuenta con lo necesario para cumplir un objetivo o compromiso. Asimismo, interacciones pacíficas entre actores con intereses contrapuestos en un contexto común dado el riesgo reducido de hacerse daño.
En términos de seguridad urbana la confianza es el combustible que mueve la acción institucional y ciudadana para enfrentar las incivilidades, el crimen y la violencia. Una fuerza que favorece una alianza en torno a un objetivo común.
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Esta valoriza la acción pública, ofrece seguridad a actores institucionales y ciudadanos para involucrarse en su desarrollo, los alienta a poner su esfuerzo, recursos y concurso en su ejecución. Hace creíble el esfuerzo colectivo que busca proteger derechos, libertades y leyes.
La desconfianza, por el contrario, favorece a ciudadanos abusivos, criminales y violentos que aprovechan las grietas entre ciudadanos e instituciones para imponer sus intereses antisociales, debilitar la voluntad pacifica ciudadana, imponer el miedo y darle rienda suelta a la aplicación de la ley del más fuerte como única opción de supervivencia.
La tensión entre confianza y desconfianza define el espacio donde quienes demandan seguridad, convivencia y justicia se enfrentan a aquellos interesados en usufructuar el crimen y la violencia.
La mayoría de los programas inscritos por los candidatos reconocen la relevancia de recuperar la confianza de los bogotanos en su ciudad en varias dimensiones, esto como un asunto determinante para ejercer un liderazgo eficaz y contar con la gobernabilidad necesaria para recuperar el rumbo de la ciudad hacia el progreso, la estabilidad y el bienestar.
Al respecto, se aprecia casi un consenso sobre el mejoramiento de entorno, de la oferta de calidad de la información, del acceso a servicios estatales, de la transparencia y la integridad como ámbitos donde acciones y resultados de corto plazo son necesarios para emprender la difícil ruta de recuperar la confianza ciudadana.
En lo que respecta a seguridad urbana, los candidatos piensan la construcción de confianza desde la recuperación de la imagen de los cuerpos de seguridad, la protección de espacios, servicios y bienes públicos, una mejor comunicación entre instituciones y ciudadanos con un fuerte acento en rendición de cuentas, una mayor y mejor oferta de información.
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Sin embargo, no se aprecian iniciativas concretas dirigidas a atender el amplio espectro que abarca esta tarea titánica, que incluye: transparencia y rendición de cuentas, relacionamiento con los ciudadanos, cumplimiento de planes y metas, credibilidad de las normas y leyes, entre las más importantes.
Para reconstruir la confianza el nuevo alcalde debe revertir el deterioro de la información pública sobre seguridad, convivencia y justicia representado en debilidades de oportunidad, amplitud y detalle sobre capacidades, fenómenos, acciones e impacto de la gestión de la seguridad urbana.
Sin información de calidad la conciencia ciudadana sobre los desafíos que imponen las incivilidades, el crimen y la violencia se diluye, la ideologización de la gestión de la seguridad se fortalece y su politización se dinamiza, destruyendo la unión entre ciudadanos e instituciones que es tan necesaria para crear estabilidad y seguridad.
También debe considerar la creación de canales bidireccionales de acompañamiento a los ciudadanos más allá de la atención y despacho frente a riesgos, amenazas y eventos críticos. Un servicio que brinde acompañamiento, respuesta y cierre frente a un pedido de ayuda, debilitando la percepción de inseguridad y fortaleciendo la sensación de control urbano.
La posibilidad de ejecutar una acción como la anterior requiere contar con las capacidades suficientes para acompañar, investigar y actuar. Por eso, crear confianza también es quitarle a la Policía Metropolitana tareas que por facilismo administrativo y falsos ahorros le han sido asignadas, verdaderos lastres para la seguridad, la convivencia y la justicia.
Actuar en este sentido amplía las capacidades de vigilancia e investigación, disminuye la fricción innecesaria con los ciudadanos, facilita la construcción de canales de comunicación con ellos, y mitiga el riesgo de corrupción. Adicionalmente, optimiza las capacidades operativas aumentando la probabilidad de prevención y los éxitos en la acción.
De otra parte es necesario impulsar el cumplimiento de las normas de convivencia para garantizar los derechos de los afectados y la sanción de los infractores, recuperando el valor de la norma como paradigma de la relación entre los ciudadanos. Crear un marco de aplicación efectivo, no un referente de castigos que nadie cumple ni hace cumplir.
La confianza crea un ambiente social en el que autoridades y comunidades forjan una alianza para el impulso, cuidado y defensa del orden social. Conseguirla demanda una gestión urbana integral y efectiva, con acciones que resuelvan las necesidades más apremiantes de los ciudadanos en el corto y mediano plazo.
Durante las últimas 4 semanas hemos analizado algunas claves determinantes para que la promesa electoral de seguridad pueda convertirse en tranquilidad, garantía de derechos y libertades para los bogotanos.
La cuarta de las 5 claves propuestas es la confianza, una palabra cuyo significado según la Real Academia de la Lengua se desarrolla a partir de otras como esperanza, seguridad, ánimo, aliento y vigor.
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La confianza denota relaciones con poco riesgo o peligro entre individuos. También representa la seguridad de que se cuenta con lo necesario para cumplir un objetivo o compromiso. Asimismo, interacciones pacíficas entre actores con intereses contrapuestos en un contexto común dado el riesgo reducido de hacerse daño.
En términos de seguridad urbana la confianza es el combustible que mueve la acción institucional y ciudadana para enfrentar las incivilidades, el crimen y la violencia. Una fuerza que favorece una alianza en torno a un objetivo común.
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Esta valoriza la acción pública, ofrece seguridad a actores institucionales y ciudadanos para involucrarse en su desarrollo, los alienta a poner su esfuerzo, recursos y concurso en su ejecución. Hace creíble el esfuerzo colectivo que busca proteger derechos, libertades y leyes.
La desconfianza, por el contrario, favorece a ciudadanos abusivos, criminales y violentos que aprovechan las grietas entre ciudadanos e instituciones para imponer sus intereses antisociales, debilitar la voluntad pacifica ciudadana, imponer el miedo y darle rienda suelta a la aplicación de la ley del más fuerte como única opción de supervivencia.
La tensión entre confianza y desconfianza define el espacio donde quienes demandan seguridad, convivencia y justicia se enfrentan a aquellos interesados en usufructuar el crimen y la violencia.
La mayoría de los programas inscritos por los candidatos reconocen la relevancia de recuperar la confianza de los bogotanos en su ciudad en varias dimensiones, esto como un asunto determinante para ejercer un liderazgo eficaz y contar con la gobernabilidad necesaria para recuperar el rumbo de la ciudad hacia el progreso, la estabilidad y el bienestar.
Al respecto, se aprecia casi un consenso sobre el mejoramiento de entorno, de la oferta de calidad de la información, del acceso a servicios estatales, de la transparencia y la integridad como ámbitos donde acciones y resultados de corto plazo son necesarios para emprender la difícil ruta de recuperar la confianza ciudadana.
En lo que respecta a seguridad urbana, los candidatos piensan la construcción de confianza desde la recuperación de la imagen de los cuerpos de seguridad, la protección de espacios, servicios y bienes públicos, una mejor comunicación entre instituciones y ciudadanos con un fuerte acento en rendición de cuentas, una mayor y mejor oferta de información.
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Sin embargo, no se aprecian iniciativas concretas dirigidas a atender el amplio espectro que abarca esta tarea titánica, que incluye: transparencia y rendición de cuentas, relacionamiento con los ciudadanos, cumplimiento de planes y metas, credibilidad de las normas y leyes, entre las más importantes.
Para reconstruir la confianza el nuevo alcalde debe revertir el deterioro de la información pública sobre seguridad, convivencia y justicia representado en debilidades de oportunidad, amplitud y detalle sobre capacidades, fenómenos, acciones e impacto de la gestión de la seguridad urbana.
Sin información de calidad la conciencia ciudadana sobre los desafíos que imponen las incivilidades, el crimen y la violencia se diluye, la ideologización de la gestión de la seguridad se fortalece y su politización se dinamiza, destruyendo la unión entre ciudadanos e instituciones que es tan necesaria para crear estabilidad y seguridad.
También debe considerar la creación de canales bidireccionales de acompañamiento a los ciudadanos más allá de la atención y despacho frente a riesgos, amenazas y eventos críticos. Un servicio que brinde acompañamiento, respuesta y cierre frente a un pedido de ayuda, debilitando la percepción de inseguridad y fortaleciendo la sensación de control urbano.
La posibilidad de ejecutar una acción como la anterior requiere contar con las capacidades suficientes para acompañar, investigar y actuar. Por eso, crear confianza también es quitarle a la Policía Metropolitana tareas que por facilismo administrativo y falsos ahorros le han sido asignadas, verdaderos lastres para la seguridad, la convivencia y la justicia.
Actuar en este sentido amplía las capacidades de vigilancia e investigación, disminuye la fricción innecesaria con los ciudadanos, facilita la construcción de canales de comunicación con ellos, y mitiga el riesgo de corrupción. Adicionalmente, optimiza las capacidades operativas aumentando la probabilidad de prevención y los éxitos en la acción.
De otra parte es necesario impulsar el cumplimiento de las normas de convivencia para garantizar los derechos de los afectados y la sanción de los infractores, recuperando el valor de la norma como paradigma de la relación entre los ciudadanos. Crear un marco de aplicación efectivo, no un referente de castigos que nadie cumple ni hace cumplir.
La confianza crea un ambiente social en el que autoridades y comunidades forjan una alianza para el impulso, cuidado y defensa del orden social. Conseguirla demanda una gestión urbana integral y efectiva, con acciones que resuelvan las necesidades más apremiantes de los ciudadanos en el corto y mediano plazo.