Opinión: El agro en Cundinamarca sin agua…y también en crisis
Más allá del racionamiento en Bogotá, los efectos de la falta de agua se están viviendo en el campo y en los precios de los alimentos.
Ricardo Agudelo Sedano
Los efectos por la escasez de agua y el racionamiento apenas los estamos viviendo en el centro del país, y no precisamente por lo más evidente, como lo ha sido el racionamiento de agua en Bogotá -que a decir verdad no debería generar mayores traumatismos en la ciudadanía-, sino por la producción agrícola que se empieza a ver afectada.
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Según datos del Ministerio de Agricultura, el PMU del sector agro indica que por déficit hídrico hay 193.005 hectáreas afectadas, casi el equivalente al departamento de Quindío, mientras que por heladas son 16.802.
En ese orden de ideas, se han registrados la disminución de precios en productos como la papa criolla, arracacha, mandarina, limón común, lechuga batavia y cebolla cabezona, mientras que la arveja verde en cáscara, cebolla junca, habichuela, guayaba y plátano hartón reportaron incremento en sus precios.
Bogotá, sin duda, no puede ser ajena a esta problemática, pues a la capital ingresan a diario 7.600 toneladas de alimentos frescos de los cuales el 83% provienen de sus departamentos cercanos que conforman la Región Central: Cundinamarca (45%), Boyacá (19%), Meta (12%), Huila (3%) y Tolima (4%).
Pero hay más. Según Fedegan entre diciembre y enero se han generado pérdidas en la ganadería nacional por un valor cercano a los 122.000 millones de pesos, con caídas de producción de leche diaria hasta de 1,9 millones de litros/día y la muerte de 9.000 bovinos en todo el país.
Más información: Caso Valentina Trespalacios: el fin de un atropellado juicio
Para el caso especial de la Región Central, Cundinamarca es uno de los departamentos más afectados con una reducción de la producción de leche en al menos 555.000 litros diarios, seguido por Boyacá con 229.000.
Ante este panorama es indispensable una coordinación planeada con la participación de las autoridades nacionales, regionales y locales, los gremios y las organizaciones sociales para garantizar la producción y distribución de alimentos; pero también una acción colectiva, para proteger a nuestros municipios productores.
En ese sentido, el Plan de Abastecimiento Alimentario se constituye en una guía para consolidar un sistema eficiente, sostenible y saludable para la Región Central, sustentado en la mejora de la productividad rural, la dinamización de los equipamientos, la generación de valor agregado local y la consolidación de canales de comercialización.
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Sus estrategias, además, van encaminadas hacia la transformación de la oferta agroalimentaria, la articulación e innovación de servicios logísticos y mejoramiento de equipamientos públicos para el abastecimiento alimentario, el fortalecimiento de canales institucionales para la comercialización, la sostenibilidad ambiental y una gobernanza para el abastecimiento, principalmente.
Por último, el llamado que hacemos desde la RAP-E es a que las respuestas a la crisis hídrica no solo sean de tipo coyuntural; es preciso ejecutar acciones a largo plazo, que trasciendan, que permitan cuidar los páramos y reforestar las zonas más afectadas. Recordemos siempre, como alguna vez lo dijo un autor, que el agua no conoce fronteras, por eso su escasez tampoco debería conocer la indiferencia
Los efectos por la escasez de agua y el racionamiento apenas los estamos viviendo en el centro del país, y no precisamente por lo más evidente, como lo ha sido el racionamiento de agua en Bogotá -que a decir verdad no debería generar mayores traumatismos en la ciudadanía-, sino por la producción agrícola que se empieza a ver afectada.
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En ese orden de ideas, se han registrados la disminución de precios en productos como la papa criolla, arracacha, mandarina, limón común, lechuga batavia y cebolla cabezona, mientras que la arveja verde en cáscara, cebolla junca, habichuela, guayaba y plátano hartón reportaron incremento en sus precios.
Bogotá, sin duda, no puede ser ajena a esta problemática, pues a la capital ingresan a diario 7.600 toneladas de alimentos frescos de los cuales el 83% provienen de sus departamentos cercanos que conforman la Región Central: Cundinamarca (45%), Boyacá (19%), Meta (12%), Huila (3%) y Tolima (4%).
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Para el caso especial de la Región Central, Cundinamarca es uno de los departamentos más afectados con una reducción de la producción de leche en al menos 555.000 litros diarios, seguido por Boyacá con 229.000.
Ante este panorama es indispensable una coordinación planeada con la participación de las autoridades nacionales, regionales y locales, los gremios y las organizaciones sociales para garantizar la producción y distribución de alimentos; pero también una acción colectiva, para proteger a nuestros municipios productores.
En ese sentido, el Plan de Abastecimiento Alimentario se constituye en una guía para consolidar un sistema eficiente, sostenible y saludable para la Región Central, sustentado en la mejora de la productividad rural, la dinamización de los equipamientos, la generación de valor agregado local y la consolidación de canales de comercialización.
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