Opinión: El fin del tripartismo con Petro
El tripartismo nacido en 1919 como alternativa de diálogo y concertación entre Estado, empresarios y trabajadores, se ve amenazado por la reforma de salud con el que este gobierno pretende consolidar la supremacía de lo público.
Luis Gonzalo Morales Sánchez
El tripartismo, principio fundamental de la seguridad social que este gobierno quiere acabar, fue adoptado por Colombia en 1930 y ratificado en la Constitución de 1991 en el artículo 48. Es un método de solución pacífica de controversias en el conflicto social, que se fundamenta en que las decisiones relacionadas con las políticas económicas y sociales deben atender los intereses y puntos de vista de sus principales actores: el Estado, el capital y el trabajo.
Su origen se remonta al 28 de junio de 1919 con la firma del tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Allí se originaron la Sociedad de las Naciones Amigas y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), bajo la convicción de que la justicia social era esencial para alcanzar una paz universal y permanente, labor que le valió el Premio Nobel de la Paz en 1969.
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La OIT en su declaración de principios destacaba que la justicia social era esencial para el logro de la paz, que contrastaba con la explotación de los trabajadores en los países industrializados en ese momento. Percibía con gran claridad que la interdependencia económica del mundo exigía cada vez más la cooperación entre las naciones para poder obtener mejores condiciones de trabajo en los países que competían por los mercados en un mundo global.
En 1927, la OIT les ordena a las naciones socias crear los sistemas de protección social, como reconocimiento de que en ese momento existían condiciones de trabajo que implicaban un alto grado de injusticia, miseria y privaciones inaceptables para gran número de seres humanos y que el descontento causado constituía una amenaza para la paz y armonía universales.
En Colombia y prácticamente en todo el mundo se crearon, a partir de 1945, los Seguros Sociales como una forma de reconocimiento de la salud como un derecho humano, manejado por organizaciones especiales independientes de los gobiernos que hasta ese momento no habían sido capaces de afrontar esta situación, que operarían bajo la conducción y financiación conjunta entre Estados, empresarios y trabajadores.
El tripartismo fue y sigue siendo considerado en todo el mundo como una pieza fundamental del diálogo y construcción social entre gobiernos, empleadores y trabajadores. Se basa en que el desarrollo de las políticas sociales y económicas deben partir de la colaboración y la buena fe, y no de la desconfianza y la confrontación, que permita el intercambio de información, la consulta y concertación entre las partes previa a la toma de decisiones.
Hoy, la propuesta de reforma a la salud de este gobierno pretende acabar el tripartismo como estrategia universal de diálogo, concertación y desarrollo, para reemplazarla por lo que se podría llamar el unilateralismo, que concentra el poder en el Estado por la supuesta inferioridad moral de lo privado, reemplazando el diálogo social por la imposición, y la cooperación por la confrontación de clases. Es un retroceso hacia los Estados absolutistas que la historia ha demostrado su inconveniencia y su fracaso.
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En 1927, la OIT les ordena a las naciones socias crear los sistemas de protección social, como reconocimiento de que en ese momento existían condiciones de trabajo que implicaban un alto grado de injusticia, miseria y privaciones inaceptables para gran número de seres humanos y que el descontento causado constituía una amenaza para la paz y armonía universales.
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Hoy, la propuesta de reforma a la salud de este gobierno pretende acabar el tripartismo como estrategia universal de diálogo, concertación y desarrollo, para reemplazarla por lo que se podría llamar el unilateralismo, que concentra el poder en el Estado por la supuesta inferioridad moral de lo privado, reemplazando el diálogo social por la imposición, y la cooperación por la confrontación de clases. Es un retroceso hacia los Estados absolutistas que la historia ha demostrado su inconveniencia y su fracaso.
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