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Pasaron varias generaciones para poder escuchar la noticia de la construcción de la Primera Línea del Metro de Bogotá (PLMB). En 1942, Bogotá tenía 400 mil habitantes y su alcalde, Carlos Sanz de Santamaría, propuso la construcción del metro. Para entonces, Bogotá tenía tranvía. De este, solo quedan algunos rieles desenterrados en la vía por efecto de la intervención de la Av. Jiménez con carrera séptima.
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El alcalde Julio César Sánchez (1986-1988) expresó: “El metro de Bogotá, a diferencia de otras ciudades, en esta etapa, es mucho más fácil”. El alcalde Samuel Moreno Rojas (2008-2011) dijo al respecto que “el sistema metro de Bogotá será una realidad”. El hoy presidente Gustavo Petro, siendo alcalde (2012-2015) dijo: “hubiéramos podido hacer un metro con la mitad de la capacidad a 3.000 millones de dólares”. Sin embargo, estas y muchas otras promesas de los mandatarios distritales, se sumaron a los estudios y diseños anunciados y algunos elaborados, sin ningún resultado efectivo.
Pasaron más de 70 años, cerca de 29 presidentes y 50 alcaldes, para que la noticia del metro fuera realidad. Fue Enrique Peñalosa, quién en su segundo mandato (2016-2019) dijera y cumpliera sobre el metro lo siguiente: “este se va a hacer”. Junto a Andrés Escobar, gerente del proyecto, se adjudicó la construcción y operación de la PLMB a un consorcio chino. Esta se encuentra financiada y en etapa de construcción. Con corte a 31 de agosto de 2022, presenta un avance ejecutado de obra del 16,30%. Por ello, la actual administración distrital, se ha concentrado en avanzar con la Línea 2 del Metro de Bogotá.
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Sin embargo, aún no se ha logrado concretar esa segunda línea y la discusión, casi de manera inverosímil, se devuelve en el tiempo por cuenta de las ideas del Presidente de la República, quién insiste en que parte del trazado de la PLMB sea subterráneo. Se le pidió al consorcio chino presentar en enero de 2023, un informe sobre la viabilidad de construir de manera subterránea un tramo de la Av. Caracas, acompañado de los estudios y costos adicionales que traería la modificación.
Aun cuando la respuesta inicial del Distrito ha sido difusa y hasta contradictoria, finalmente la Empresa Metro de Bogotá S.A. ha señalado con acierto y de manera categórica que “No es técnicamente factible volver al proyecto metro subterráneo, los costos resultarían insostenibles y el atraso y efectos negativos para la ciudad serían incalculables”.
El soporte técnico que defina la postura de la alcaldesa López frente a las ideas del Presidente Petro sobre la PLMB, no puede ser otro que el ofrecido con determinación y seriedad por la empresa distrital bajo su dirección. Sin embargo, esa determinación y contundencia, no se han observado en los pronunciamientos de la mandataria de los bogotanos.
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Ojalá, y en eso sí que resulta vital la verticalidad de la postura de la alcaldesa López para evitarlo, la PLMB no sea el comienzo en Colombia de acciones erráticas contractuales al estilo de México, cuando llegara AMLO (Andrés Manuel López Obrador) a la presidencia. El ya contratado NAIM en Texcoco (Nuevo Aeropuerto Internacional de México) fue cancelado por AMLO a su llegada, y a la fecha el alto tráfico aéreo de Ciudad de México, con más de 22 millones de habitantes y más 36 millones de pasajeros año, sigue dependiendo de las dos saturadas terminales del Aeropuerto Internacional Benito Juárez. A los contratistas debió pagárseles, y CDMX sigue sin su nuevo aeropuerto.
Solo la alcaldesa puede aterrizar a tiempo, esta idea inoportuna e irrealizable del presidente Petro, que pone en riesgo la PLMB.
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