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Territorios Saludables fue el programa preventivo en salud que el entonces alcalde Gustavo Petro puso en marcha en Bogotá en 2012 y que hoy cobra vigencia porque sugiere que sea implementado en todo el país en reemplazo de la Ley 100 de 1993.
Este tenía como objetivo “visitar los hogares con equipos médicos, identificar sus condiciones y tomar medidas para prevenir la enfermedad”. Llegó a tener 1.000 equipos en igual cantidad de “micro territorios”, con un costo de $1.000 millones diarios, con 8.000 personas contratadas, no más de 1.000 médicos y enfermeras y el resto de otras profesiones o sin ninguna formación, denominados “enlaces comunitarios”.
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Este programa nunca pudo tener un sistema de monitoreo y control, lo que hace muy difícil realizar evaluaciones objetivas sobre su operación y resultados. No obstante, mediciones indirectas demuestran que su desempeño en términos de resultados en salud no fue el mejor. Por ejemplo, hubo un aumento en la mortalidad materna o de niños por desnutrición en las zonas cubiertas por el programa en comparación con las que no.
Este tipo de iniciativas no son nuevas. Su inicio se remonta a 1978 en la conferencia mundial de Alma Ata, antigua URSS, que adoptó la atención primaria en salud como la estrategia principal para ampliar la cobertura en salud y llevar servicios a las zonas rurales y marginadas de los países más pobres del mundo. En Colombia, uno de sus pioneros fue Héctor Abad Gómez, quien propuso crear equipos básicos de salud con los denominados “promotores rurales de salud”.
Estos programas aún se siguen utilizando en el mundo, incluso en Colombia, más como mecanismo para llevar servicios a zonas rurales dispersas donde no existe infraestructura sanitaria. Su referente regional más reciente es la Misión Barrio Adentro que Chávez inició en 2003 en barrios marginados de Caracas, usando 30 mil médicos cubanos y pretendiendo construir 600 centros de salud básicos (módulos). Este programa fue un fracaso “hoy está en franco deterioro con el 70% de los módulos cerrados” (El Tiempo, 20/03/22)
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¿Se justifica un programa de este tipo en Bogotá, donde los problemas de cobertura y acceso a servicios por insuficiencia de recursos son prácticamente inexistentes? ¿Dónde las causas de enfermar y morir están asociadas a enfermedades crónicas, degenerativas y trauma, en cuya prevención es muy poco, por no decir que nada lo que puede hacer un médico en el domicilio del paciente?
Más bien, lo que se requiere es un sistema de gestión del riesgo que identifique y atienda, en su domicilio, a aquellas personas con mayor probabilidad de sufrir un daño severo a su salud o morir prematuramente, lo que puede hacerse con mucho menos dinero, como la estrategia puesta en marcha en la ciudad en 2016 que mostró resultados muy superiores.
La verdadera prevención no se hace con médicos y hospitales, es fomentando estilos de vida y nutrición saludables, mejorando la seguridad vial, controlando la calidad del aire y el consumo de alcohol, y promoviendo la tolerancia para reducir la violencia. La mejor política de prevención en salud es una buena política social.
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