Opinión: El reto de atender la salud de los adultos mayores
La población de adultos mayores crece aceleradamente en todo el mundo en especial en ciudades como Bogotá, consumiendo cerca del 40% de los recursos de salud sin que sus instituciones estén preparadas para ello, lo que exige políticas públicas de largo plazo para ofrecer un mejor servicio y controlar sus costos.
Luis Gonzalo Morales Sánchez
El envejecimiento es un proceso que conlleva una serie de cambios biológicos, fisiológicos y psicológicos que afectan la vida social, económica y cultural de individuos y comunidades, tema que adquiere cada día mayor relevancia mundial por su crecimiento acelerado. En América Latina y el Caribe había 76,3 millones de adultos mayores en 2017 que representan el 11,8% de la población de la región, que ascenderá al 17,0% en 2030 y al 30% en 2060 (CEPAL).
En Colombia esta población representaba el 13,9% (2021) la que se duplicará en 2050, de los cuales no más del 30% contaba con una pensión. En Bogotá el 14,2% son adultos mayores entre quienes el 25% vive en condiciones de pobreza monetaria, agravado por que en esta ciudad el índice de envejecimiento es más acelerado (72) que en el promedio del país (60), indicador que mide la cantidad de adultos mayores por cada 100 menores de 15 años.
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El envejecimiento plantea importantes retos para los sistemas de salud que requieren una adaptación profunda de las políticas públicas, la infraestructura sanitaria y los recursos humanos. A medida que las personas envejecen, tienden a desarrollar múltiples enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, diabetes, hipertensión, cáncer y afecciones respiratorias, que exigen una atención médica más frecuente y de largo plazo. A esto se suman los problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad y el suicidio, usualmente ignorados y que requieren de servicios especializados y recursos adicionales.
Concomitantemente el riesgo de discapacidad aumenta con la edad, lo que demanda la provisión de cuidados prolongados, tanto en el hogar como en instituciones de cuidado especializado como hogares geriátricos o centros de día. Adicionalmente los familiares, que a menudo actúan como cuidadores principales, experimentan un peso emocional, físico y financiero significativo, lo que requiere de políticas para apoyarlos y aliviar esta carga.
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Los servicios de salud no cuentan con la cantidad suficiente de médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud especializados en el cuidado de estas personas, creando una brecha en la calidad y acceso a los servicios. Además, hay una débil coordinación entre los servicios de salud primaria, hospitalaria, comunitaria y otras áreas de asistencia social que permitan ofrecer una atención integral. A lo anterior se suma que los costos de cubrir la salud de esta población son 3 a 5 veces mayores que en el promedio, lo que genera una mayor presión sobre las finanzas públicas.
Los sistemas de salud para los adultos mayores deben evolucionar para pasar de un enfoque centrado en el tratamiento agudo intrahospitalario a uno basado en la atención preventiva, con servicios domiciliarios, telemedicina y atención en la comunidad. Es fundamental promover hábitos saludables para prevenir o retrasar la aparición de enfermedades crónicas, lo que incluye la promoción del ejercicio físico, la alimentación saludable y el acceso a revisiones médicas periódicas. ¿Está Bogotá preparada para este reto? Quizás no, es hora de comenzar a hacerlo.
El envejecimiento es un proceso que conlleva una serie de cambios biológicos, fisiológicos y psicológicos que afectan la vida social, económica y cultural de individuos y comunidades, tema que adquiere cada día mayor relevancia mundial por su crecimiento acelerado. En América Latina y el Caribe había 76,3 millones de adultos mayores en 2017 que representan el 11,8% de la población de la región, que ascenderá al 17,0% en 2030 y al 30% en 2060 (CEPAL).
En Colombia esta población representaba el 13,9% (2021) la que se duplicará en 2050, de los cuales no más del 30% contaba con una pensión. En Bogotá el 14,2% son adultos mayores entre quienes el 25% vive en condiciones de pobreza monetaria, agravado por que en esta ciudad el índice de envejecimiento es más acelerado (72) que en el promedio del país (60), indicador que mide la cantidad de adultos mayores por cada 100 menores de 15 años.
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Concomitantemente el riesgo de discapacidad aumenta con la edad, lo que demanda la provisión de cuidados prolongados, tanto en el hogar como en instituciones de cuidado especializado como hogares geriátricos o centros de día. Adicionalmente los familiares, que a menudo actúan como cuidadores principales, experimentan un peso emocional, físico y financiero significativo, lo que requiere de políticas para apoyarlos y aliviar esta carga.
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Los servicios de salud no cuentan con la cantidad suficiente de médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud especializados en el cuidado de estas personas, creando una brecha en la calidad y acceso a los servicios. Además, hay una débil coordinación entre los servicios de salud primaria, hospitalaria, comunitaria y otras áreas de asistencia social que permitan ofrecer una atención integral. A lo anterior se suma que los costos de cubrir la salud de esta población son 3 a 5 veces mayores que en el promedio, lo que genera una mayor presión sobre las finanzas públicas.
Los sistemas de salud para los adultos mayores deben evolucionar para pasar de un enfoque centrado en el tratamiento agudo intrahospitalario a uno basado en la atención preventiva, con servicios domiciliarios, telemedicina y atención en la comunidad. Es fundamental promover hábitos saludables para prevenir o retrasar la aparición de enfermedades crónicas, lo que incluye la promoción del ejercicio físico, la alimentación saludable y el acceso a revisiones médicas periódicas. ¿Está Bogotá preparada para este reto? Quizás no, es hora de comenzar a hacerlo.