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El nuevo alcalde de Bogotá, un mandatario con un talante sereno y conciliador, conocedor de la ciudad como la palma de su mano, tiene la difícil tarea de llevar a buen puerto la salud de los bogotanos, hoy en grave riesgo. Esta atraviesa por una compleja situación que amenaza su estabilidad y con ello lo que es peor, el servicio a la gente, en especial al millón de ciudadanos de escasos recursos económicos.
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Este complicado escenario se deriva de dos circunstancias ampliamente conocidas entre la opinión pública. La primera, surge de la enorme incertidumbre que ha generado el gobierno nacional en su frustrado intento de desmontar el sistema de salud, enhorabuena negado por el Congreso de la República. Pero la desazón continúa con la obstinación del presidente de cobrar venganza con las EPS por su fracaso, y pretender hacer la reforma mediante decretos que carecen de una base legal suficiente.
La segunda razón que contribuye a agravar el problema nace de la crítica situación financiera y administrativa de las entidades de salud distritales, de su EPS Capital Salud, afectada por el crónico desfinanciamiento por parte del gobierno nacional; y la segunda, del abultado déficit de las cuatro Subredes, que se estima en cerca de medio billón de pesos, resultado del manejo improvisado, errático y politiquero que se dio a estas entidades durante la anterior administración. Cabe recordar que estas subredes, creadas durante la administración de Peñalosa, fueron entregadas con sus finanzas saneadas y generando utilidades.
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Es la tormenta perfecta, donde para muchos la mejor alternativa sería quedarse quietos y no hacer nada hasta que ésta amaine. Pero esa no es ni la opción ni la que estoy seguro la voluntad del alcalde y su secretario de salud, quienes fueron puestos en sus cargos para hacerle frente a las apremiantes dificultades en salud que no dan espera.
A pesar de las dificultades, y de la imperiosa necesidad de afrontar las dificultades para seguir adelante, el sistema de salud capitalino tiene todas las condiciones para convertirse en un ejemplo para el país. De un lado está el sector privado de EPS y hospitales responsables de atender alrededor del 80% de la población, y del otro el Distrito con su EPS y 22 hospitales, el restante. Entre ambos, se cuenta con recursos más que suficientes para tener un esquema de salud digno de admirar.
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Hace falta el compromiso real y efectivo de todos para coordinar sus acciones, evitar duplicaciones de esfuerzos, y llegar donde antes no se había podido, como hoy lo propone su secretario. En este esfuerzo será fundamental la atención primaria que fue iniciada en 2016 con los CAPS, los gestores de riesgo y los equipos domiciliarios, en lo cual no solo podrían, sino que deberían confluir todas las demás EPS que operan en la ciudad en un solo propósito: la salud de los bogotanos.
El reto está servido, estamos convencidos que esta administración no será inferior a ello, no se requieren nuevas leyes, sólo voluntad política con colaboración público privada.