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“¿Cómo es que nuestro Gobierno no ha asumido el acueducto? Es qué vamos a esperar hasta que nos vayamos y cuando nos vayamos decir: ‘¡ay, qué pena!, es que no pudimos’. Eso no puede ser. Estoy desconociéndome” Estas fueron las palabras que pronunció hace varios días el presidente Gustavo Petro en Quibdó (Chocó), al darse cuenta de que una de las prioridades de su gobierno, la obra del acueducto del municipio no marchaba bien.
Los gobiernos, no importa su tamaño, extensión o recursos, tienen como objetivo cumplir su programa de gobierno; gerenciar de forma adecuada las crisis, y tener resultados concretos. Lograr lo anterior no es tarea fácil, por definición un gobierno es una entidad compleja, con prioridades atomizadas y con un esquema de gobernanza que en ocasiones no ayuda a alcanzar los objetivos trazados.
Las prioridades de los gobernantes no necesariamente son las de sus subalternos, y las instrucciones de los mandatarios no necesariamente se cumplen. El acueducto de Quibdó es un ejemplo de esto. ¿Por qué la instrucción del presidente no se cumplió? ¿Por qué las prioridades de un gobierno no se ejecutan?
Hay tres explicaciones a la vista: i) no hay claridad en las prioridades, ii) hay un inadecuado sistema de monitoreo y iii) los gobiernos no tienen instrumentos que garanticen los resultados esperados. En resumen, no hay una brújula al interior del gobierno y en especial, alrededor del despacho del mandatario de turno. Los gobernantes no están para diagnosticar y regañar en público a sus subalternos, están para asegurar resultados, cumplir metas y responder con acciones y proyectos claros a las necesidades de su población y territorio.
Al interior de cualquier gobierno se necesita ordenar la complejidad, gobernar en medio del caos, definir prioridades y garantizar resultados. Para lograrlo es muy útil implementar centros de gobierno y/o unidades de cumplimiento adscritas al despacho del mandatario. Los centros de gobierno están diseñados para garantizar la ejecución adecuada de las prioridades de los gobiernos.
Un proyecto estratégico que deberían tener los nuevos alcaldes y gobernadores en el primer trimestre de 2024 es implementar su centro de gobierno territorial. Cada mandatario necesita tener un instrumento que les permita mejorar la eficiencia, la transparencia y la capacidad de cumplimiento de los objetivos gubernamentales.
Bogotá creó su centro de gobierno en 2020 mostrando grandes resultados, en años anteriores, gracias al apoyo de agencias multilaterales, diversas entidades nacionales decidieron crear unidades de cumplimiento. Han sido esfuerzos valiosos que hay que continuar y replicar en todas las regiones, sin importar el tamaño o ubicación, los nuevos alcaldes y gobernadores deben ver en este tipo de instrumentos una oportunidad para cumplir y hacer realidad sus promesas.
Una unidad de cumplimiento ayuda a fijar las prioridades políticas del gobierno de turno y a establecer un proceso de seguimiento riguroso que permita tener la visión clara del progreso de un proyecto y hacer los ajustes necesarios ante cualquier eventualidad. Los proyectos públicos no funcionan como la lámpara de Aladín, no basta con decir “hagan esto…hagan aquello”, la gerencia pública y las prioridades de los gobernantes requieren flujos de trabajo orientados a cumplir con el plan de gobierno.
La coordinación entre diversas entidades públicas es un milagro, los alcaldes y gobernadores necesitan un norte para articular las múltiples dependencias, resolver las diferencias y sumar esfuerzos, no hacerlo, es condenar el legado del gobierno a procesos lentos sin resultados, o aún peor, a darse cuenta en el terreno que la instrucción dada por el jefe de gobierno nunca se materializó, en otras palabras, incumplió.
Los alcaldes y gobernadores se enfrentan diariamente con problemáticas complejas que requieren la ejecución de proyectos transversales. Cuando todos son responsables, nadie es responsable. Los gobiernos subnacionales deben identificar rápidamente este tipo de proyectos y detallar su plan de cumplimiento y los responsables del éxito de este. Los regaños públicos no producen resultados, el éxito recae en la capacidad de ejecución y de cumplimiento.
Las alcaldías de ciudades grandes y las gobernaciones deberían usar las unidades de cumplimiento en cinco áreas estratégicas: abordar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, lograr tener una mejor ejecución de sus planes de ordenamiento territorial, plasmar en metas ambiciosas las políticas públicas para la superación de la pobreza y la inclusión social, diseñar proyectos alrededor de la crisis climática y cumplir las principales apuestas hechas no solo en campaña sino en el plan de desarrollo.
Diagnosticar problemáticas es lo habitual, cumplir lo planeado no lo es. Razón tenía el profesor Peter Drucker cuando decía que la comodidad está en la estrategia y el arte en la ejecución.