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                                                                                                                                Opinión: Humedales y urbanismo

                                                                                                                                Durante el periodo de la colonia, los españoles no valoraron la virtud de los humedales, los evitaron como si fueran charcos malsanos y emplazaron las primeras doce chozas en las faldas de las montañas, en lo que hoy es “el chorro de Quevedo”. Así, la negligencia contra el ecosistema hídrico que demostraron los colonizadores al construir la capital se ha mantenido a través del tiempo.

                                                                                                                                Son más escasos los amaneceres con neblinas, se extinguieron los peces nativos de la sábana y muchas de las aves que nos visitaban desde el norte ya no lo hacen porque no hay lagos acogedores en la Sabana.
                                                                                                                                Foto: Secretaría de Ambiente
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En efecto, el control de las aguas permitió que las diversas tribus Muiscas que habitaban La Sabana le dieran usos más eficientes al suelo, cultivando en los terrenos secos maíz, legumbres, tubérculos y favorecidos de la fauna, peces, cangrejos, aves migratorias, venados y demás especies nutridos con los dones de los humedales.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Cuando Santa fe de Bogotá ya tenía 20 mil habitantes los ríos eran cloacas en las que se vertían excrementos, desechos y basura, todo lo cual contaminaba las lagunas, humedales de abajo para terminar en el río Bogotá desde aquel entonces destinado a ser usado como cuenca de residuos.

                                                                                                                                El desarrollo urbanístico, en la colonia y en la Primera República se dio a lo largo del pie de monte, hacia abajo estaban las grandes haciendas cuyos dueños se las ingeniaron para rellenar las charcas, las lagunetas y los humedales que hubiese en sus predios, haciéndolos suelos cultivables, caminos y potreros para ganadería.

                                                                                                                                Se puede decir que la negligencia apática contra el ecosistema hídrico bogotano que demostraron los españoles al construir la ciudad se ha reproducido a través de los tiempos. Ya como capital del país, el necesario crecimiento de la ciudad hacia la extensión occidental de la planicie, ha ido rellenando las cuencas acuíferas. Ni las casas, ni las urbanizaciones, ninguna edificación, ninguna vía ha procurado la integración con los humedales, ni siquiera con los ríos, varios de los cuales fueron techados por vías, como el San Francisco bajo la avenida Jiménez, y los demás convertidos en alcantarillas.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Yo vine por primera vez a Bogotá en 1969, me impresionó ver la neblina que en los amaneceres cundía desde sus suelos. Después, en 1973, cuando definitivamente mi abuela nos trajo a vivir a la capital, y aquí llegué a cursar cuarto de bachillerato, el recorrido del bus del colegio era por entre humedales.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Una vez nos aventuramos varios pelaos del barrio en irnos a pie a un concierto rock en Fontibón saliendo de Modelia, sin imaginarnos que lo que creíamos un potrero era en realidad un gran humedal, con peces y sapos saltando entre buchones y juncos, garzas y patos migrantes, ya en camino pisando escollos y falsos montículos llegamos empapados al lugar del concierto, que ya había terminado y debimos conformarnos con el concierto de batracios y cigarras que escuchamos durante la odisea.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                En consecuencia, cada vez son más escasos los amaneceres con neblinas, se extinguieron los peces nativos de la sábana y muchas de las aves que nos visitaban desde el norte sigue de largo porque ya no hay laguitos acogedores en la sabana.

                                                                                                                                A veces me preguntó si este desapego del bogotano por su suelo tendrá que ver con el hecho de que también se han olvidado de la papa chorreada, del tamal cundinamarqués y del puchero como si esos sabores y los charcos autóctonos fueran vergonzantes.

                                                                                                                                Son más escasos los amaneceres con neblinas, se extinguieron los peces nativos de la sábana y muchas de las aves que nos visitaban desde el norte ya no lo hacen porque no hay lagos acogedores en la Sabana.
                                                                                                                                Foto: Secretaría de Ambiente
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En efecto, el control de las aguas permitió que las diversas tribus Muiscas que habitaban La Sabana le dieran usos más eficientes al suelo, cultivando en los terrenos secos maíz, legumbres, tubérculos y favorecidos de la fauna, peces, cangrejos, aves migratorias, venados y demás especies nutridos con los dones de los humedales.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Cuando Santa fe de Bogotá ya tenía 20 mil habitantes los ríos eran cloacas en las que se vertían excrementos, desechos y basura, todo lo cual contaminaba las lagunas, humedales de abajo para terminar en el río Bogotá desde aquel entonces destinado a ser usado como cuenca de residuos.

                                                                                                                                El desarrollo urbanístico, en la colonia y en la Primera República se dio a lo largo del pie de monte, hacia abajo estaban las grandes haciendas cuyos dueños se las ingeniaron para rellenar las charcas, las lagunetas y los humedales que hubiese en sus predios, haciéndolos suelos cultivables, caminos y potreros para ganadería.

                                                                                                                                Se puede decir que la negligencia apática contra el ecosistema hídrico bogotano que demostraron los españoles al construir la ciudad se ha reproducido a través de los tiempos. Ya como capital del país, el necesario crecimiento de la ciudad hacia la extensión occidental de la planicie, ha ido rellenando las cuencas acuíferas. Ni las casas, ni las urbanizaciones, ninguna edificación, ninguna vía ha procurado la integración con los humedales, ni siquiera con los ríos, varios de los cuales fueron techados por vías, como el San Francisco bajo la avenida Jiménez, y los demás convertidos en alcantarillas.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Yo vine por primera vez a Bogotá en 1969, me impresionó ver la neblina que en los amaneceres cundía desde sus suelos. Después, en 1973, cuando definitivamente mi abuela nos trajo a vivir a la capital, y aquí llegué a cursar cuarto de bachillerato, el recorrido del bus del colegio era por entre humedales.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Sé que quedan quince humedales de conservación en toda el área del Distrito, casi todos con comunidades aliadas defendiéndolos de la incesante amenaza de los urbanizadores o de las mega vías que proponen los gobiernos en sus planes de desarrollo. Ciertamente, es una noción de desarrollo que se practica desde la colonia y que asume los ojos de agua como un obstáculo y no como una virtud natural, por lo mismo, ni la arquitectura ni el urbanismo los integran a sus soluciones, les es más barato taponarlos con escombros para evitar el suelo limoso.

                                                                                                                                En consecuencia, cada vez son más escasos los amaneceres con neblinas, se extinguieron los peces nativos de la sábana y muchas de las aves que nos visitaban desde el norte sigue de largo porque ya no hay laguitos acogedores en la sabana.

                                                                                                                                A veces me preguntó si este desapego del bogotano por su suelo tendrá que ver con el hecho de que también se han olvidado de la papa chorreada, del tamal cundinamarqués y del puchero como si esos sabores y los charcos autóctonos fueran vergonzantes.

                                                                                                                                Temas recomendados:

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