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Opinión: La revolución en salud de Peñalosa

En materia de salud la administración de Peñalosa marcó un hito, a pesar de la narrativa mendaz de sus detractores por demeritar su trabajo. Columna de su exsecretario de Salud.

Luis Gonzalo Morales Sánchez
01 de agosto de 2023 - 05:14 p. m.
Según Morales, en su administración se hizo una inversión de $3 billones de pesos para la construcción de tres nuevos hospitales en Bosa, Usme y San Juan de Dios, el cual está paralizado actualmente.
Según Morales, en su administración se hizo una inversión de $3 billones de pesos para la construcción de tres nuevos hospitales en Bosa, Usme y San Juan de Dios, el cual está paralizado actualmente.
Foto: El Espectador - José Vargas
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Lo ocurrido en salud en Bogotá entre 2016 y 2019 en la alcaldía de Enrique Peñalosa fue un hecho notable que contrastó con lo sucedido en otras administraciones, caracterizadas por situaciones como el encarcelamiento de sus directivos, la entrega de los hospitales a grupos políticos, el retroceso de varios indicadores de salud, la parálisis de sus obras o la quiebra de sus instituciones.

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Esto fue posible gracias al apoyo incondicional de Peñalosa a la conducción del sector bajo criterios técnicos, a cargo de un equipo calificado y con experiencia antes que habérselo entregado a recomendados políticos, labor que fue igualmente respaldada por un grupo mayoritario de concejales de la ciudad que lo hicieron posible.

El cambio comenzó por la reorganización del sector que dividió la ciudad en cuatro grandes zonas a cuyo cargo estaría un conjunto de prestadores integrales de servicios, superando la fragmentación presente en 22 hospitales cada uno por su lado, potenciando su desarrollo en el sur y occidente de la ciudad donde se concentra la población más pobre.

Esto vino acompañado con una inversión de $3 billones de pesos, cifra nunca vista en este sector en Bogotá, para la construcción de tres nuevos hospitales en Bosa, Usme y San Juan de Dios (paralizado actualmente); tres nuevas centrales de urgencias con ampliación de servicios en Meissen, Tunal y Kennedy; y veinte nuevos Centros de Atención Prioritaria en Salud para llevar servicios especializados a los barrios cerca de la gente.

Se iniciaron programas de choque para afrontar los mayores problemas del sector, destacándose el Contac Center para citas médicas que llegó a atender 500 mil llamadas mensuales, permitiendo acabar en un 90% con las inhumanas filas, y que además ayudó a reducir la congestión en las urgencias del 250% en 2015 al 110% en 2018.

Se recuperaron las finanzas de la EPS y los hospitales Distritales para poder normalizar la prestación de sus servicios, la primera recibida en 2016 con un déficit cercano a los $600 mil millones, y los segundos con una cartera de $1,2 billones de pesos, el doble de la que tenían dos años atrás, deterioro que puso en riesgo la atención a los más pobres.

Los resultados no se hicieron esperar, como, por ejemplo, la reducción a cero niños muertos por desnutrición frente a 13 en la administración anterior. Se alcanzó un descenso sin precedentes del 38 % en los embarazos en adolescentes, logros que sin duda reflejan el énfasis que Peñalosa le puso a la política social en favor de los más débiles.

Los hechos son más elocuentes que la narrativa mal intencionada que se ha construido en contra de Peñalosa que busca deslegitimar y opacar sus obras, algo que sus detractores no fueron capaces de alcanzar, quienes han llevado este sector a su detrimento, el que exige sea manejado con un sólido criterio técnico antes que político.

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