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Durante los últimos dos meses, los colombianos hemos visto los consejos de gobierno del presidente Gustavo Petro. Más allá de las peleas internas o las polémicas que suelen captar titulares, hay algo profundamente revelador en estos encuentros: En los Consejos de Gobierno no se toman decisiones, simplemente se habla y se opina, mientras los problemas se acumulan y las soluciones se desvanecen en un mar de discursos vacíos.
La gestión de Petro ha sido un permanente desfile de ilusiones, no de decisiones. Un gobierno de eternas discusiones, pero escasas inversiones; un mandato que parece cómodo en la retórica, pero incompleto en la acción.
Esta ausencia de resultados tangibles es especialmente evidente en Bogotá, la ciudad que tanto prometió transformar. Por eso quiero centrarme en cinco grandes promesas que el gobierno del presidente le hizo a la ciudad y que hoy siguen sin cumplirse.
Vivienda
El acceso a un hogar digno ha sido, históricamente, uno de los mayores desafíos de nuestra ciudad. Sin embargo, lejos de avanzar, el panorama se ha deteriorado gravemente bajo el actual gobierno. Entre 2020 y 2024, el programa Mi Casa Ya asignó en promedio 9.600 subsidios anuales. En 2025, esa cifra caerá abruptamente a apenas 2.000. Estamos hablando de una reducción cercana al 80%.
Es una decisión tan incomprensible como dolorosa. Los subsidios del Gobierno Nacional no son un lujo, son una tabla de salvación. Quitar ese apoyo equivale a cerrar la puerta de la vivienda a más de 7.000 hogares cada año. No hay retórica social que oculte ese impacto.
Movilidad
La historia se repite, esta vez con un costo irrecuperable: el tiempo. El RegioTram del Norte, un proyecto estructurado, con estudios de factibilidad y diseños avanzados, listo para ser licitado, quedó empantanado durante dos años por un capricho presidencial. Petro insistió en rehacer los estudios que ya existían, desestimando el trabajo técnico previo y apostando por una reinvención innecesaria. ¿El resultado? Dos años perdidos, y la misma conclusión: el corredor férreo por la carrera 9.ª, que termina detrás de Gran Estación, no sirve para carga, y debe ser usado para pasajeros.
Se trató de una desconfianza ciega hacia el conocimiento construido, un desprecio por la evidencia, y una apuesta por el atraso. Bogotá no puede darse el lujo de seguir perdiendo tiempo en debates circulares.
Seguridad
Petro prometió fortalecer los programas de seguridad pero los hechos muestran lo contrario. Hoy Bogotá cuenta con apenas 16.000 policías, una cifra que no solo es insuficiente, sino que constituye una afrenta directa a la tranquilidad de los ciudadanos. La ciudad necesita al menos 10.000 efectivos más para cubrir adecuadamente su territorio y sin embargo, el presidente Petro (quien ostenta el mando directo sobre la Policía Nacional) no solo ha fallado en aumentar ese pie de fuerza, sino que ha bloqueado la posibilidad de que el Distrito lo haga con recursos propios. Ni hace, ni deja hacer.
Política social
La decisión del Gobierno Nacional de suspender las transferencias monetarias a cerca de 10.000 hogares en pobreza extrema en Bogotá no solo es inexplicable, sino imperdonable. Familias que dependían de esos ingresos mínimos hoy enfrentan un vacío institucional que desmiente cualquier discurso de justicia social. Como si fuera poco, el desmonte de convenios con la Secretaría de Integración Social dejó sin atención a más de 11.000 niños que asistían a jardines infantiles apoyados por la Nación. Son más de 21.000 personas (niños y adultos en situación de vulnerabilidad) que fueron abandonadas por el Gobierno Nacional, sin previo aviso, sin alternativas claras, sin justificación real.
Afortunadamente, Bogotá ha logrado, con recursos propios, asumir parte de esta carga. Esta no es solo otra promesa incumplida, es una traición al corazón mismo de su narrativa política: la igualdad.
Salud
Con el mismo ánimo confrontacional que ha marcado tantas de sus decisiones, el Gobierno Nacional intervino la Subred Centro-Oriente de Bogotá y, acto seguido, terminó de manera unilateral el contrato para la remodelación del Hospital San Juan de Dios. Lo más grave no es solo el rompimiento abrupto de un proceso contractual, sino que en el propio Plan de Desarrollo del presidente Petro se incluyó un artículo comprometiendo al Ministerio de Salud a comprar el lote del hospital a la Alcaldía para ejecutar una renovación integral del emblemático centro de salud. Dos años después, no solo no han comprado el lote, sino que no existe un plan de renovación, ni un diseño claro, ni un cronograma. Bogotá no necesita discursos sobre salud, necesita hospitales funcionando.
Cinco grandes promesas, cinco grandes incumplimientos.
El patrón es claro: mucho discurso, pocos proyectos. Mucha narrativa, poca acción. La ciudad no necesita más consejos de gobierno en clave de ciencia ficción. Lo que necesita es acción. Porque mientras el presidente habla, Bogotá espera.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Por Felipe Jiménez Ángel
