Opinión: Las vacunas no sirven y otros engaños de Gustavo Petro
Como es costumbre, las afirmaciones falsas del senador y próximo candidato presidencial no son un evento fortuito ni mucho menos demostración espontanea de ignorancia científica o de la lengua española.
César Andrés Restrepo F.
A lo largo de 2021 los colombianos hemos lidiado con los impactos del COVID-19 y el deterioro del ambiente de estabilidad interna en medio de un debate político, que parece desconocer los efectos trágicos que estos han causado.
La ultima muestra de lo anterior ocurrió el pasado 30 de julio cuando el senador de la República, Gustavo Petro Urrego, aseguró que “las vacunas no sirven para el virus COVID-delta, según primeras investigaciones”, para justificar su apuesta electoral.
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Fue de tal magnitud la equivocación en ese planteamiento que en la misma red social en la que declaró fallidas a las vacunas, su nombre se constituyó durante el fin de semana como una tendencia debido a la falsedad de su afirmación y al riesgo potencial que ésta ofrecía a los ciudadanos que creen en su liderazgo.
Si bien el senador después matizó su afirmación – sin retractarse aún- bajo el argumento de un problema de redacción, también se esforzó en crear el volumen de interacciones de redes sociales necesarias para reinterpretar, traducir o reiterar sus dichos. Como es costumbre sus afirmaciones falsas no son un evento fortuito ni mucho menos una demostración espontanea de ignorancia científica o de la lengua española.
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No obstante, en esta oportunidad Petro parece haber hecho malos cálculos en sus operaciones de información dedicadas a aumentar la confusión y el temor público, dado que fue desmentido masivamente por individuos y organizaciones dedicadas a cuidar de la entrega de información técnica verificable, así como de la cacería de noticias falsas.
Afortunadamente, la irresponsable negación de la utilidad de las vacunas generó una avalancha de información sustentable y de demostraciones documentadas sobre la falsedad expresada por el líder político y los efectos que sus dichos podrían tener en sus seguidores. Así mismo del peligro que estas representan para la consolidación de una salida segura y oportuna de la crisis sanitaria, por causa de la desestimación de la vacunación como un seguro de avance.
Un ejemplo de la información ofrecida para contrarrestar la negación irresponsable de las vacunas como parte de la solución es la compartida con origen en el Centro de Control de Enfermedades de los EE.UU. respecto a la incidencia de las vacunas en el manejo clínico de los contagiados. Al respecto señala que de cada 102.000 personas vacunadas apenas cien tienen síntomas importantes y solo una muere.
El ahora candidato presidencial se ha convertido en un creador incansable de cifras y hechos. Tan solo en las ultimas semanas aseguró que en su mandato se habían creado en la capital 400.000 empresas. Según los registros de la Cámara de Comercio de Bogotá la creación real de empresas durante ese periodo representa apenas el 60% de lo que él inventó.
Lea: Agitadores profesionales: los que pescan en el río revuelto del paro nacional en Bogotá
Adicionalmente, el exalcalde compara su pretendido éxito en la generación de riqueza con la supuesta incapacidad del gobierno actual, contrastando su gestión con la de un país y una ciudad que enfrentan la crisis económica y de empleo más grave en décadas. No queda duda de que su discurso no solo usa falsedades, también es un ejercicio carente de juicio técnico.
Está debilidad argumentativa y ligereza demostrativa representan un riesgo considerable para los ciudadanos y para la resolución de los problemas que enfrentamos como sociedad. Cada pronunciamiento del Senador debería tener el nivel de escrutinio y seguimiento que suscitó el despropósito de negar la utilidad de las vacunas, para poder advertir las intenciones y alcances de su comunicación.
Dada su proclividad a la tergiversación, la mentira y la falsa asociación argumentativa, el error del líder de la Colombia Humana abre la oportunidad para volver sobre su obra de gobierno y valorar en la verdadera magnitud sus capacidades de gestión pública.
Esto permitiría conocer en detalle la veracidad de sus ejecutorias sobre el sistema educativo –1.000 jardines y 100 colegios no entregados-, el sistema sanitario de la ciudad -carros de basura inservibles-, la construcción de vivienda -bloqueo a la VIS-, el desarrollo del sistema de movilidad -ni metro, ni troncales-, la salud pública -quiebre de salud capital- o el sistema de seguridad –motos eléctricas inutilizables-, entre otros.
Una revisión detallada de su accidentado periodo como alcalde podría brindarle a la ciudadanía la posibilidad de identificar algunas de las raíces que dieron lugar a las dificultades actuales para enfrentar la pandemia con efectos graves en vidas, sociedad y economía. También le ofrecería al país información confiable sobre su incapacidad de gestión y destreza en el ejercicio del engaño.
A lo largo de 2021 los colombianos hemos lidiado con los impactos del COVID-19 y el deterioro del ambiente de estabilidad interna en medio de un debate político, que parece desconocer los efectos trágicos que estos han causado.
La ultima muestra de lo anterior ocurrió el pasado 30 de julio cuando el senador de la República, Gustavo Petro Urrego, aseguró que “las vacunas no sirven para el virus COVID-delta, según primeras investigaciones”, para justificar su apuesta electoral.
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Fue de tal magnitud la equivocación en ese planteamiento que en la misma red social en la que declaró fallidas a las vacunas, su nombre se constituyó durante el fin de semana como una tendencia debido a la falsedad de su afirmación y al riesgo potencial que ésta ofrecía a los ciudadanos que creen en su liderazgo.
Si bien el senador después matizó su afirmación – sin retractarse aún- bajo el argumento de un problema de redacción, también se esforzó en crear el volumen de interacciones de redes sociales necesarias para reinterpretar, traducir o reiterar sus dichos. Como es costumbre sus afirmaciones falsas no son un evento fortuito ni mucho menos una demostración espontanea de ignorancia científica o de la lengua española.
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No obstante, en esta oportunidad Petro parece haber hecho malos cálculos en sus operaciones de información dedicadas a aumentar la confusión y el temor público, dado que fue desmentido masivamente por individuos y organizaciones dedicadas a cuidar de la entrega de información técnica verificable, así como de la cacería de noticias falsas.
Afortunadamente, la irresponsable negación de la utilidad de las vacunas generó una avalancha de información sustentable y de demostraciones documentadas sobre la falsedad expresada por el líder político y los efectos que sus dichos podrían tener en sus seguidores. Así mismo del peligro que estas representan para la consolidación de una salida segura y oportuna de la crisis sanitaria, por causa de la desestimación de la vacunación como un seguro de avance.
Un ejemplo de la información ofrecida para contrarrestar la negación irresponsable de las vacunas como parte de la solución es la compartida con origen en el Centro de Control de Enfermedades de los EE.UU. respecto a la incidencia de las vacunas en el manejo clínico de los contagiados. Al respecto señala que de cada 102.000 personas vacunadas apenas cien tienen síntomas importantes y solo una muere.
El ahora candidato presidencial se ha convertido en un creador incansable de cifras y hechos. Tan solo en las ultimas semanas aseguró que en su mandato se habían creado en la capital 400.000 empresas. Según los registros de la Cámara de Comercio de Bogotá la creación real de empresas durante ese periodo representa apenas el 60% de lo que él inventó.
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Adicionalmente, el exalcalde compara su pretendido éxito en la generación de riqueza con la supuesta incapacidad del gobierno actual, contrastando su gestión con la de un país y una ciudad que enfrentan la crisis económica y de empleo más grave en décadas. No queda duda de que su discurso no solo usa falsedades, también es un ejercicio carente de juicio técnico.
Está debilidad argumentativa y ligereza demostrativa representan un riesgo considerable para los ciudadanos y para la resolución de los problemas que enfrentamos como sociedad. Cada pronunciamiento del Senador debería tener el nivel de escrutinio y seguimiento que suscitó el despropósito de negar la utilidad de las vacunas, para poder advertir las intenciones y alcances de su comunicación.
Dada su proclividad a la tergiversación, la mentira y la falsa asociación argumentativa, el error del líder de la Colombia Humana abre la oportunidad para volver sobre su obra de gobierno y valorar en la verdadera magnitud sus capacidades de gestión pública.
Esto permitiría conocer en detalle la veracidad de sus ejecutorias sobre el sistema educativo –1.000 jardines y 100 colegios no entregados-, el sistema sanitario de la ciudad -carros de basura inservibles-, la construcción de vivienda -bloqueo a la VIS-, el desarrollo del sistema de movilidad -ni metro, ni troncales-, la salud pública -quiebre de salud capital- o el sistema de seguridad –motos eléctricas inutilizables-, entre otros.
Una revisión detallada de su accidentado periodo como alcalde podría brindarle a la ciudadanía la posibilidad de identificar algunas de las raíces que dieron lugar a las dificultades actuales para enfrentar la pandemia con efectos graves en vidas, sociedad y economía. También le ofrecería al país información confiable sobre su incapacidad de gestión y destreza en el ejercicio del engaño.