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Para ir al barrio El Paraíso en las cumbres de la localidad Ciudad Bolívar, en la terminal El Tunal de Transmilenio, por primera vez usé el Transmicable. Debo decir que admiré sobre manera ese sistema de transporte público, tanto por la calidad del servicio como por lo que significa para la comunidad que favorece.
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Empezando por las cabinas cuyo confort ni se lo imaginan y lo envidiarán en barrios de estratos más altos. El cupo máximo es de diez pasajeros cómodamente sentados; el viaje es plácido, sin ruido ni esmog y con panorámica aérea de la serranía del Sumapaz y de los barrios que la Secretaria de Hábitat en 2015 pintó de azul y verde para corregir la caótica visual de las espontáneas construcciones.
Llegué al Paraíso acompañado por Paola Garzón, maestra delegada de la fundación Un Techo de Vida, quien me escogió para montar un espectáculo navideño con un grupo de niñas y niños hijos de las familias que han favorecido con materiales, diseños y asesoría para la autoconstrucción de viviendas dignas en mejoramiento y formalización de las casuchas de invasión.
Sin la guía de Paola no habría logrado orientarme en el enmarañado urbanismo, pasamos por el sector populoso y comercial, con casas de varios pisos, para llegar a la sede de la fundación tomamos una de las camionetas que cobran $ 1200 por trepar las empinadas callejuelas. Las mejores partes cuentan con parques, a la distancia vi el colegio Paraíso Mirador y un centro de salud, las casas construidas en terrazeo son más precarias en los predios más altos, como subestratos del estrato uno. Sin duda, el Transmicable es factor de progreso y de calidad de vida para los bogotanos en las márgenes del Distrito.
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De regreso charlé en el Transmilenio con la señora Gladys, dueña de la droguería Suprema y habitante antigua del Paraíso. Sus padres, con cinco hijos migraron desde Yopal, amenazados por las autodefensas. Primero vivieron en arriendo en Soacha y en 1985 se inscribieron en el plan de vivienda de interés prioritario en el Paraíso.
Me habló con mucha propiedad de los alcaldes que hicieron cosa buenas en el barrio: que Ramírez Ocampo hizo el alcantarillado, Julio César Sánchez pavimentó la vía principal e hizo el alumbrado público, que Antanas Mockus hizo el Colegio Mirador del Paraíso, Lucho Garzón la escuela Manuela Beltrán, pero el mejor ha sido Gustavo Petro: con el programa CAMAD llegaron médicos de casa en casa examinando a todos, se pintaron las casas y se dotaron de servicios domiciliario, jardines, escuelas y el colegio aumentaron la planta de profesores, y el Transmicable es obra de él, aunque lo haya inaugurado Peñalosa. Hablaba con orgullo de su barrio.
El día de las marchas en apoyo a las reformas laboral, pensional y de salud que promulga el gobierno, yo estuve en la plaza de Bolívar escuchando el discurso del presidente. Ahí volví a ver a la señora Gladys, fue ella quien me reconoció y me abordó.
Del Paraíso vinimos cuarenta – me dijo animosa-. Los del Paraíso marchamos por compromiso, conocemos la buena fe del presidente y si votamos por su programa de gobierno, pues justo es que lo respaldemos.
¿Cómo le parece que el presidente esté aquí con las marchas?- le pregunté.
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Un verraco. Parado en la raya porque le toca- afirmó-. Mire usted cómo lo atacan por la radio, por la televisión, por las revistas y periódicos, metiendo miedo a la gente: que por culpa de sus reformas subió el dólar, se alejarán los inversionistas y toda la mala leche que se les ocurra. No nos digamos mentiras, el poder que tras las bambalinas de sus medios de comunicación, puya y puya la oposición al primer gobierno progresista, pues son los bancos. Ellos están metidos en todo, en los fondos privados de pensión, en la intermediación de las platas para la salud, son los dueños de las constructoras de vivienda, hacen préstamos educativos, los del negocio del diésel y del transporte público son sus clientes. O sea que las reformas de Petro les afectan el bolsillo. – Explicó con un convencimiento que demostraba su respaldo irreductible a las políticas del gobierno.
¿Y de que sirve que el presidente esté aquí? – le pregunté sin disimular mi escepticismo.
De mucho – exclamó -, no ve que él no tiene telenoticieros ni periódicos. Le toca a él mismo hacer la pedagogía para explicarnos de viva voz el cómo y el porqué de las reformas. ¿No le parece que eso demuestra que es un demócrata íntegro? En otros países, con tanta saña de los periodistas, el gobernante ya les habría cerrado el chuzo. Pero, vea usted, Petro se va aguantar la alevosía. Le pondrá el pecho a la comunicación con el pueblo. Por eso los que confiamos en sus mandatos debemos salir a respaldarlo, ¿no cree?
Tremenda la cultura política de la mujer. Escuché en silencio su arenga, pero en verdad la señora Gladys me hizo entender el valor que le da Gustavo Petro al concepto “constituyente primario " entendido como el pueblo soberano y con conciencia participativa capaz de lograr la refrendación de sus reformas e incluso del sentido del desarrollo y del devenir económico y social que promulga su gobernanza.
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