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El periódico La Silla Vacía (06-12-2022) publicó un artículo en el que afirmó que la ministra de Salud busca “ambientar” entre los congresistas el modelo de Costa Rica como ejemplo para reemplazar el colombiano. Es algo completamente inviable que sería como revivir un dinosaurio si se analizan las circunstancias que dieron origen y determinaron el desarrollo de ambos sistemas de salud.
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La Caja Costarricense de Seguro Social creada en 1941, un poco antes que el Seguro Social colombiano (1946), surgió bajo las mismas premisas en que fueron creadas este tipo de instituciones en toda la región. Su origen se remonta a lo establecido por la Comisión Internacional del Trabajo en 1927 de brindar protección a la fuerza laboral, tarea que se postergó una década por la recesión económica mundial de 1929.
Tanto en Costa Rica como en Colombia esta idea tuvo una fuerte resistencia del gremio médico, que veía en esta institución una amenaza al libre ejercicio de su profesión, que dio lugar a una huelga médica en 1946 en Costa Rica.
No obstante, terminó fortaleciendo la institución y relegando al Ministerio de Salud y al sector privado a un segundo plano. Lo que no sucedió en Colombia donde crecieron separados y compitiendo entre sí. Luego estas instituciones en ambos países siguieron un curso similar, cubriendo inicialmente a los trabajadores formales y posteriormente a su familia.
En 1961 por una reforma constitucional la Caja Costarricense comenzó un ambicioso plan a diez años para ampliar la cobertura a los trabajadores informales y finalmente a toda la población en donde el Ministerio de Salud se encargaría de la atención primaria en salud.
En Colombia surgió para la misma época un plan similar que nunca funcionó, llevando a partir de 1976 a un declive creciente de la institución por su baja cobertura que nunca superó el 25 %, la duplicación de servicios con el Ministerio de Salud y el sector privado, el mal servicio y los escándalos de corrupción que llevaron a su desaparición en 2012.
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Pensar desarrollar el modelo costarricense en Colombia no tiene ningún sentido. Comenzando porque Costa Rica es un país de cinco millones de habitantes que concentra la población en menos de cinco ciudades. De otro lado, revivir el Seguro Social no sería viable por el gigantesco costo político, técnico, económico y de tiempo que implicaría sin ninguna garantía de éxito, que generaría una enorme incertidumbre y riesgo de crear un vacío en la atención.
El mejor ejemplo para ilustrar la inviabilidad de esta idea es Bogotá, donde el 85 % del aseguramiento en salud y el 75 % de la prestación de servicios recae en entidades privadas que lo han hecho bien como se demuestra por los mejores indicadores en salud de la ciudad que los de Costa Rica.
Sin embargo, sí sería posible pensar en un modelo similar para las zonas rurales y dispersas del país donde no ha funcionado el actual sistema, bajo la dirección de un asegurador único y una red integrada de prestadores basada en los hospitales públicos y complementada con entidades privadas.
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